No hay marcha atrás
Después de esa noche
todo cambio, sentí como mi corazón se dividió en dos. Una parte de mi corazón
seguía enamorado de Romeo y la otra parte latía y luchaba para así enamorarse
de Paris. Mi príncipe de los ojos verdes, Paris se había vuelto más que un amigo
que novio obsesionada. El acoplo y curo todas esas partes pequeñas y heridas de
mí ser, nunca supe el porqué, pero con Paris todo me resultaba fácil. Aunque
nunca hubo contacto físico entre nosotros solo nos parecíamos a enamorados de
colegio.
Luego de haber pasado
las varias semanas Paris e Isabella consiguieron un apartamento, mientras que
yo hable lo poco que sabía de París frente a mis progenitores, sin importarme
lo que ocurriera después lo presente ante mis padres y estos lo aceptaron de inmediato.
Incluso mis padres dejaban que yo pasara mucho tiempo con él y hubo una vez que
él se quedo en mi casa, pero como era de suponerse Paris durmió alejado de mi
habitación y mi querido padre no durmió en toda la noche. París había caído
como el dedo en el anillo en mi vida. Ya no tenía pesadillas ni sueños extraños,
cuando llegaba la hora de dormir todo resultaba en cantador ya que soñaba con
Paris y de nadie más, pero en ocasiones los recuerdo del pasado aparecían y me
golpeaban con fuerza. Muchas veces me deprimí
hasta la desesperación, Paris lo notaba y buscaba la manera de hacerme
olvidar. París me llevaba a conciertos, a costosas cenas, al cine, incluso me
llevo a esquiar a una pista de hielo. Había cambiado muchas cosas al mí
alrededor, pero eso no evito que el clima se volviera más sofocador.
El caluroso verano me
agobio, solo faltaba semanas para mi decimoctavo cumpleaños. Luego de la
graduación y mi primera vez todo había dado un giro 360, todo resultaba
diferente ya no veía el mundo con los mismos ojos. Podía mencionar que mi
relación con Paris se volvía extraña y buena en cierto modo, aunque luchara no
sentía esa chipa que sentía con Romeo.
Pero donde quedo a
Romeo después de todo.
Romeo no volvió a
comunicarse conmigo lo que fue un alivio y un desconsuelo. Aunque él estuviera
alejado de mí los rumores llegaron a mis oídos y las palabras aparecieron ante
mis ojos. Periódicos anunciaban la exitosa boda entres las familias importantes
de la sociedad, en ocasiones vi la foto de Romeo y Rosalinda en el periódico
ambos parecían felices y entusiasmados de la ocasión y yo las ignores con mucho
esfuerzo. Todas las noches antes de acostarme cerraba con llave mi ventana,
para que nunca viniera por esta.
Mi sentimientos estaba
eclipsados por dos chicos aunque no sabía quién ganaría, aunque mi corazón
siempre demostró con vergüenza que estaba a favor de Romeo Montesco. Sin hacer muchos esfuerzos guarde esas
preocupaciones y pensamiento en mi mente, nadie en la graduación supo lo que me
había ocurrido y tampoco quería divulgarlo. Mis amigas vivían tranquilamente
sin tanto drama, pero al estar Paris cerca de mi no tenía tiempo para estar con
ellos, pero siempre tomaba el teléfono y hablaba con Chary o Carolyn como si en
mi vida todo fuera normal y tranquilo.
Además de mi cumpleaños un
acontecimiento se acercaba el comienzo de las clases en el instituto. Hacía
varias semanas me habían enviado la aceptación, solo tenía que empacar mis
cosas y tomar un vuelo a España, pero Paris no sabía nada. No sabía cuánto
podría aguantar la mentira.
Les implore a mis padres cientos de
veces que no mencionara el tema frente a Paris y Isabella y gracia a la suerte
ellos no dijeron nada. Isabella la prima alocada de Paris se había vuelto una
amiga incondicional ya que me escuchaba cuando no podía soportar más la carga.
Hoy era viernes, el tiempo paso
como un suspiro, sin poder proponérmelo me sentí un poco nerviosa solo faltaban
tres días para irme a España. Prácticamente hoy le debía decirle la verdad a
Paris, así mientras yo estaba en mi habitación llame a Paris después que el sol
se oculto tras dejar un manto de estrellas.
El teléfono sonó dos veces y
el hablo.
-Hola-
-Hola Paris, soy yo Julieta –salude
con una voz ronca. -, ¿tienes planes?- pregunte rápidamente.
-No-dijo.
-¿Quieres ir a la playa?- pregunte
y escuche una risita proveniente del teléfono- ¿Por qué te ríes?-exigí saber.
-A ti no te gusta la playa-. Respondió.
Solos con dos meses ya Paris me conocía mejor
que mi propia sombra.
-Hoy tengo ganas de ir-. Dije con
sarcasmo.
-Es de noche-. Me recordó Paris.
-¡Que importa!- exclame.
-Iré a buscarte- dijo y se quedo
pensativo por un segundo- y Julieta te quiero mucho-. Se limito a decir.
Yo me quede cayada sin decir nada y
Paris colgó el teléfono.
Me costó trabajo controlar mis pensamientos y
me dirigí a la sala donde mi madre estaba sentada en un mueble mientras leía un
libro grueso.
-Madre-la llame sin sentarme.
-Si- dijo sin levantar la vista del
libro.
-Iré a dar un paseo con Paris-. Le
dije ya que mis padres nunca me decían que no.
-Ah- se limito ella sin apartar los
ojos del libro y el teléfono sonó con su sonara campanada. Finalmente mi madre
aparto los ojos del libro, se incorporo dejando el libro sobre el mueble, se dirigió
hacia donde estaba el teléfono y sin mirar el numero lo contesto.
-Hola- saludo ella con tono serio-
hola Isabella- saludo cambiando su tono de voz y luego ambas se unieron en una conversación
extraña y particular del cual yo no comprendí, varia veces mi madre me lanzo
miradas extrañas.
-Se lo diré-. Se limito a decir y luego colgó.
Mi madre se voltio a verme.
-¿Que quería Isabella?- pregunte
con curiosidad.
-Ella me pregunto si te podías
quedar a dormir en el apartamento-. Contesto mi madre y se dirigió al mueble.
-¿Para qué?- pregunte sin comprender.
-Ella invito unas amigas a celebrar
una fiesta de pijamas -. Explico y se sentó en el mueble, tomo el libro y
volvió abrirlo.
-Debe ser una broma-. Susurre muy bajito.
-Si-respondió mi madre.
-¡Qué!-exclame.
-sí, puedes ir- respondió mi madre
antes de que yo formulara la pregunta.- y ya sabes las regla- se limito a decir
mi querida madre.
-Sí, madre- susurre-. Te llamare
cuando vaya a dormir, no beber bebidas alcohólicas y seré prudente.
-Ten cuidado con Paris- me aconsejo.-,
los hombre son muy maliciosos y despiadados –. Dijo poniendo los ojos en el
libro.
-Lo tendré en cuente- susurre antes
de irme a mi habitación.
Cuando llegue a mi habitación encendí
la radio y puse el volumen muy alto. La música me ayudo a relajarme mientras
lanzaba mis cosas personales a una mochila. El tiempo pasó y ya había empacado
todo sin tener que pensar en nada más que no fuera la guitarra eléctrica.
Aburrida y sin tener más nada que
hacer ordene mi habitación, pero después que termine todavía él no había
llegado. Así que tome una libreta desgastada y comencé a escribir. Al principio
no sabía que escribía solo sabía que me tranquilizaba y aliviaba esa tención en
mi cuerpo.
Escuche el sonido de bocina resonar
en mi habitación.
Mi corazón salto de un brinco y
sentí como se arrinconaba contra mis costillas.
Suspire.
-cobarde- le reproche a mi corazón,
sabiendo que yo era tan cobarde como él.
Me puse la mochila en mi hombro derecho
y me fui a recibirlo con una sonrisa radiante, pero todavía sosteniendo la
libreta. París me esperaba en la puerta, su belleza era impredecible siempre me
sorprendía y me quitaba el aliento. Había veces no entendía su amor por mí, si
yo no era hermosa, tampoco era rica y ni siquiera hablaba cuatro idiomas.
París vestía de esa forma europea
una chaqueta negra de cuero y unos vaqueros negros y recién planchados. Tenía
el cabello largo y lacio como siempre me fascinaba.
-salut Julieta- saludo en francés y
me traspaso con los ojos.
-Hola-salude rápidamente en español
y sonrojada por su sonrisa picara y adorable.
En ocasiones esa sonrisa me hacía
perder la memoria y hacia que titubeara.
-Me permites- pidió acercándose a
mí, no espero que respondiera y me quitaba la mochila con suavidad y rapidez. -.
¿Estás lista? -me pregunto.
Trague hondo y asentí sin poder
hablar.
-Pues vámonos- susurro y me extendió
la mano de forma significativa.-, ¿puedo?- pidió.
-Si- respondí y le extendí mi mano.
Sentí su mano serrarse con la mía. Su piel se
sentía caliente y casi humedad… supongo que sudaba por los nervios o era mi
mano la que sudaba.
El contacto entre nosotros era extraño
y casi incomoda de mi parte.
Paris siempre me pedía permiso antes de
tomarme la mano, acariciarme el rostro o para tocar cualquier parte de mi
cuerpo. En cambio yo me sentía curiosa por tocar su piel, pero temerosa de
lastimarlo con mi tacto rudo e insensible.
Salimos de mi casa y el aire puro
entro en mis pulmones.
-¿Es verdad que tu prima hizo una
fiesta de pijama?-pregunte con curiosidad.
-Claro que no-. Respondió.
-Pero…- comencé y me interrumpió.
-Isabella solo quiere ser una buena
prima- me respondió y caí en cuenta.
-¿Que haremos?- exigí saber con
frustración.
-iremos a la playa- se limito a
decir.
-Oh- me limite a decir y mi corazón
se ajito rápidamente.
Paris me acompaño a la puerta del pasajero
sosteniéndome la mano.
-¡Que caballeroso!- exclame con una
sonrisa.
-Aja- se limito a decir y se acercó
a mí, por un segundo pensé que me iba besar, pero Paris se apartó bruscamente.
-París- lo llame y sin pensar en lo
que asía.
Hasta ahora no sabía el nombre
verdadero de Paris y aun así no quería saberlo. Tampoco Paris le interesaba
saber mi nombre, con solo llamarme Julieta era suficiente para ambos.
-Si-
Me mordí el labio, yo sabía que mis
padres estarían mirando por la ventana.
-Nada- me limite a decir y me abrió
la puerta del pasajero. Me subí al auto sin decir una sola palabra. Después que
el cerro mi puerta camino con paso decidido a la puerta de conductor, se subió
al auto y cuando cerró la puerta pude ver que se esforzaba por mostraste normal,
pero cuando aferro su mano al guía pude ver las venas sobresaltadas de su
manos.
-¿Que demonio le ocurría?- susurren
tan bajito que Paris no me escucho.
El resto del camino fue
desgarrador, ninguno de los dos dijo una sola palabra, varias veces sentí sus
ojos sobre mí, pero yo me mantuve con la cabeza agachada conteniendo los arranques
de enojo.
Yo era su maldición, él se
sacrificaba por estar conmigo, por ganar mi corazón. Yo hacia el esfuerzo, me
esforzaba por olvidara Romeo como tanto deseaba tener 18 años, pero Romeo
seguía siendo la sombra de mi corazón.
Cuando estaciono el auto sentí mi
estomago temblar.
- Julieta- me llamo cuando apago el
auto y no fui lo valiente para levantar la cabeza.
-Si- susurre y mi voz sonaba apagada
y ausente.
-lamento haberme comportado de esa
manera tan bruta e indecente- . Comenzó a disculparse y yo lo interrumpí.
-No tiene que disculparte ya que me
merezco más que un comportamiento indecente –. Replique con los ojos cerrados y
la cabeza agachada.
-¿Porque lo dices?- me exigió
saber.
-Soy egoísta-levante la cabeza y
las lágrimas corrieron por mis mejillas rosadas. -, soy lo suficiente egoísta
para amarte, soy lo suficiente egoísta para dejarte ir y dejarte ser feliz con
otra chica. Yo te necesito eres la cura de mi corazón, pero veo que no eres
feliz y haces esfuerzo para hacerme feliz, pero solo te decepciono. No te merezco-.
Balbuce enojada y con lagrimas en el rostro.
Odiaba que me viera en ese estado, así
que antes que dijera otra palabra me desabroche el cinturón y me baje el auto.
Cerré de un portazo la puerta.
La playa era hermosa en la noche.
La arena parecía oscura y cálida, las olas chocaban
entre sí dejando un eco en el aire, las luciérnagas estrella de la galaxia
brillaban como diamante. La luna como diosa perfecta nos llenaba de luz en la oscuridad
negra. Las ráfagas de viento chocaban contra mí y me asiéndome retroceder para
atrás.
Me quede quieta donde estaba pero
escuche la puerta del conductor abrirse y temerosa de París, salí corriendo de ese
lugar. Mis piernas se movían con rapidez, el aire entraba y salía sin tener
estancia en mis pulmones y mis brazos se movían con fuerza. Las lagrimas ya no corría
por mis mejillas, pero mis ojos estaban hinchados y rojos.
-JULIETA-grito Paris en mi espalda.
El chico me pisaba los talones.
Seguí corriendo, pero ni siquiera
me había volteado a decirle una palabra y este me tomo por el brazo.
-Suéltame-demande y forceje para
que me soltara.
-No- dijo sin soltarme.
Sin proponérmelo comencé a llorar.
-Ódiame-le pedí y me voltee a verle
el rostro. Nunca había visto a Paris de esa forma, su rostro estaba tan pálido
como las cenizas y sus ojos estaban dolidos y tristes. -. Ódiame y aléjate de mí-
le ordene, pero este no me soltó.
-Jamás-susurro-. Te seguiré, aunque
tenga que ir al mismo infierno, aunque tenga que venderle mi alma al diablo por
ti lo aria, siempre estaré contigo ya que te quiero.
-París yo no te quiero- le dije con
todo el dolor de mi alma, pero era la verdad- , te quiero y te necesito, pero no
siento amor y lucho y deseo sentirlo, pero te lastimo demasiado-. Le explique y
Paris me soltó. - lo lamento mucho y acepto toda la culpa…
-Mentira- balbuceo Paris. –, tú me
amas, pero el problema es que no lo sabes. Todavía sigues pensado en el otro.
-Romeo- pensé en mi mente y sentí
un dolor de cabeza.
-Por favor Paris-. Suplique, no
quería tener que pensar en Romeo en semejante situación.
-Me amas-repitió Paris.
-¿Que te hace pensarlo?- pregunte
sin comprender su seguridad.
-Lo siento- dijo con tranquilidad y
yo sabía que intentaba sonar seguro de sí mismo.-, ¿Qué sientes tu de mi?- me
pregunto.
-percibo un sentimiento del cual no
puedo explicar, pero sé que es bueno pero a la vez extraño y un poco
complicado-explique-. Eso es lo que pienso-. Me apresure a añadir.
París a sintió aceptando mis
palabras, aunque lo que yo había dicho no se acercaba lo que yo le diría a
Romeo.
-Todavía podemos seguir
intentándolo-dijo y repentinamente me tomo en sus brazos. Sentí su aliento contra
mi rostro.-, no te rindas- pidió y seco las lagrimas de mi rostro.-. Solo
confía en mí -. Pidió y sus ojos se estaban poniendo como cristales de agua.
Trague hondo y suspire.
-Yo confió en ti, pero yo no confió
en mi corazón.-le explique.- y sé que te terminare lastimando-. Prometí sabiendo que en mi mente un plan se
forzaba.
-No harás tal cosa- me dijo
mientras negaba con la cabeza.
Volví a suspirar.
-Por qué no olvidamos tus arranques
de niña malcriada y seguimos como si nada de esto hubiera pasado-. Sugirió y
una sonrisa fugas corrió por su rostro, aunque sus ojos seguían triste y vacío.
-Si te hace feliz-. Dije intentando
ser amable, pero con un tono sarcástico y a París se le borro la sonrisa del rostro.
París hizo como si no me hubiera
escuchado y me soltó.
Tenía que irme los más rápido
posibles sin hacerlo sufrir, pero más aun tenía que darle una parte de mí antes
de irme. Darle lo que él quisiera de mi, Paris se lo merecía ya que él era mi
pañuelo de lágrimas.
-París- lo llame teniendo en cuenta
lo cerca que estábamos, pero el choque de las olas retumbaban entre nosotros.
-Si-
-¿Que es lo que más quieres de
mi?-le pregunte.
París ni siquiera se sonrojo y ni
titubeo cuando hablo.
-Quiero que tú me ames- respondió.
-Otra cosa- pregunte-. ¿Qué es lo
que quieres de mi además de lo que ya me has dicho?- le pregunte con valentía y
él se sonrojo como un tomate.
Paris me dio la espalda.
-¿Que?- pregunte sin comprender su
reacción.-, dije algo malo-. Pregunte y París se voltio, me tomo en su brazos
con ternura y pasión. Por un segundo pensé que me besaría.
-Sabes que no te toco sin tu
permiso y ni siquiera te beso, porque creo que no es bueno ni adecuado. Julieta,
tú no sabes lo agradable sentir tu piel sobre la mía, es tan agradable y no
sabes cómo sentir lo que siento cuando me tocas. Cuando me tocas, mi corazón se
detiene y pierdo el aliento-Paris se sonrojo y mi corazón se detuvo. -. El tono
rubí por tus mejillas hace que mi corazón de un salto olímpico y tu sonrisa me fascina
y me gusta verla en los peores momentos y situaciones– Explico y me sonrojo. -.
Aquel día en que nos conocimos fue el mejor día de mi vida. Mi vida tomo el
camino correcto y sentí que volvía a ver la luz-soltó una risa sensible. -.sé
que no fue muy maduro y responsable de nuestra parte terminar de la forma en
que terminamos, pero aquello fue mágico y especial. Nunca pensé encontrar a una
persona como tú y sé que luchas con todo tu corazón amarme y olvidarlo. Sé que
no es fácil y seré paciente, pero hay veces que quisiera…
-¿Me estas pidiendo permiso?- le
pregunte sorprendida y sonrojada.
Paris cerró los ojos con vergüenza.
Me aparte bruscamente de Paris y aleje sus manos de mi cuerpo.
París abrió los ojos sorprendido y
yo lo contemple mientras me acostaba en la arena. Sentí la helada arena en mi
nuca y extremidades y no pude evitar temblar.
-Ven y enséñame amarte- le ordene y
el abrió los ojos rápidamente sorprendidos.- Paris- lo llame al ver su
frustración en su rostro. Al escuchar que lo llamaba se acostó en la arena,
pero sin tocar mi cuerpo.
-¿Realmente quieres?-demando sin
comprender lo que mis labios decían.
-si- respondí- y no te muevas- le ordene con
voz suaves y sensible.
Me moví silenciosamente y
sutilmente con una sonrisa en el rostro.
-Si tú lo dices- susurro con
nerviosismo y cerró los ojos.
Me acerque a su rostro, acaricie con las yemas
de mis dedos su rostro hermoso y suave. Acaricie sus pómulos, su nariz pequeña,
sus mejillas sonrojadas como las llamas de una fogata y más aun acaricie sus
labios rosados y temblorosos. El rostro de Paris resultaba tan hermoso debajo
de las luces de las estrellas y la luna. Me quede contemplado su rostro por
varios segundo y me acerque lentamente a su rostro y sin tener miedo presione
mis labios sobre los suyos. Nunca supe si era buena besando pero él lo acepto
con gracia y gozo. Sus brazos me
rodearon mientras yo seguía encima de él, mi mente se desconecto de mí ser y mi
cuerpo reaccionaba de mil maneras.
Sentí como la adrenalina crecía en
mi pecho colapsando mis pulmones por falta de aire. Un dolor en mis costilla me
hizo apartarme de Paris y sin proponérmelo comencé a respira sofocada.
-¿Qué ocurre?- pregunto alarmado Paris por mi palidez y sofocación.
-Se me olvido respirar- repetí balbuceando
cada palabra.
Tosí bruscamente y me incorpore
incomoda de mi estado. Paris se incorporo a mi lado y me dio una palmaditas de
sosiego.
-¿Estás bien?-pregunto preocupado.
-Si- respondí y deje de toser con
un dolor en el pecho.- lo lamento, soy una tarada- le esplique con lagrimas
pequeñas debajo de mis ojos. Desvié la mirada hacia otro lado.
-No eres una tarada- me reprocho y
tomo mi rostro en sus manos haciéndome verle su rostro.-, solo eres una chica
despistada- me corrigió.
Sus ojos verdes me hipnotizaron por
un segundo.
-¿Qué?-pregunte sin comprender lo que
sus ojos hacia en mi.
-¡Hay Julieta!- exclamo y suspiro.
Me quede helada mientras el
sostenía mi rostro y me observaba con determinación.
-Julieta, tu nunca te has fijado
que pareces a una muñeca de porcelana con muchas grietas-. Expreso y su aliento
acaricio mi mejilla.
Abrí los ojos sin poder contenerme.
-Tú pareces a príncipe alocado-. Le
dije y él sonrió.
-Tú eres la princesa de mi cuento-.
Susurro.
Me sonroje como un tomate.
-¿Puedo?-pregunto luego que quedara
cayada y sonrojada.
-Si- dije sin saber a qué se
refería.
París soltó mi barbilla. Vi como
sus manos se aproximaban a mi rostro con vergüenza.
-No te hare daño-. Me consoló como
si mis ojos mostraran miedo.
Cerré los ojos y deje que él me
tocara. Sus dedos recorrieron por mi rostro sin manual y sin guía. Sentí el
cosquilleo de sus manos sobre mi piel, sentí la ternura y pasión que dejaban a
su paso, pero de un momento a otro sentí su aliento en mi cuello y luego se
esfumo.
Abrí los ojos alarmada.
-¿Qué ocurre?-pregunte sin entender
lo que le ocurría. Paris estaba apartado de mí con la vista en la luna.
-No quieres hacerlo- dijo con
dolor. -, solo quieres hacerlo por pena y porque sientes lastima por mí. Me
duele saber que no podre tenerte en mis brazos, no poder besarte y más aun no
escuchar tu corazón cuando late locamente y sabes que es el peor castigo para
un hombre enamorado-. Susurro muy bajito, pero mis oídos escucharon cada palabra.
-Paris- lo llame y Paris aparto la
vista de la luna.
Mi corazón se detuvo al ver las lágrimas de
perla en sus ojos verdes.
- ¿quieres que te ame?-le pregunte
y Paris asintió. -. Enséñame amarte, a quererte y a desearte con todo mi
corazón -París se acercó a mi lado.-. No te hare daño- le dije. -, me corte las
uñas- le asegure.
Ambos nos echamos a reír.
-Eres el hombre que siempre soñé
tener- comente y el no dijo nada.
Nuevamente suspire.
- Es muy hermosa- dije mirando a la
luna- desearía ser tan luminosa como ella…
-Tú eres más que luminosa-. Dijo
Paris francés.
-Aja- me limite a decir y tuve una
idea.
-¿Paris tienes calor?-pregunte apartando
los ojos de la luna.
-Ummmmmm-murmuro sin saber que
decir.
Me incorpore.
-Yo tengo mucho calor- le dije y me
quite la blusa.
-¿Qué haces?- pregunto sonrojado
cuando mi blusa toco la arena.
-Ir a nadar- respondí y me quite el
pantalón. Mi pantalón cayó al suelo-¿quieres venir a nadar conmigo?-pregunte
con una sonrisa en el rostro.
-Si- respondió en un balbuceo y se
comenzó a quitarse la chaqueta.
Me quede quieta mientras lo observaba
desvestirse. París resultaba hermoso con semejante belleza y musculatura. No
supe por cuánto tiempo estuve observándolo, pero fue como ver una pieza de arte
por primera vez. La única prenda que tenia Paris era su ropa interior al igual
que yo, solo la ropa interior cubría esas partes privada.
-¿Que?- pregunto por mi expresión
aturdida.
Trague hondo e intente parecer
tranquila.
-Nada- dije avergonzada.
-Aja- dijo con una sonrisa en su
rostro, se acercó a mi.- vamos- murmuro
Asentí y le tome la mano.
Paris y yo nos dirigimos al agua,
entramos poco a poco, el agua toco mi piel y la inundo de la calidez. Comenzamos
a nadar cuando ya el agua llegaba por mi cintura. París estaba delante de mí
por semejante fuerza, ambos entramos a lo más profundo y yo no podía más. Las
olas me hacían volver atrás y me dolían los brazos y las piernas.
-París no puedo seguir nadando-. Le
grite cuando ya me había cansado.- vamos a quedarnos aquí.
-Claro- grito Paris luego de dejar
de nadar.
Paris era más fuerte que yo y
estaba lo bastante lejos para ser alcanzado.
-Acércate- le dije y Paris nado
hacia donde yo estaba.
-¿Estás bien?- pregunto.
-No-admití con vergüenza.-, estoy
sofocada…-dije y me quede en silencio a lo que él llegaba a mi lado.
París llego a mi lado más rápido
que mil latidos y tomo mi cuerpo rápidamente atrayéndolo hacia él. Me rodeo con
sus brazos fuertes e involuntariamente mis brazos y piernas se enredaron en su
cuello y cadera desnuda. Nuestros rostros estaban demasiado cerca.
Paris me mantenía a flote con gracia y
agilidad.
-Mucho mejor-. Dije después de un
rato mi corazón latía con ferocidad.
-Eso pensaba-. Dijo con una risita
y su respiración choco contra mi rostro.
-Ummmmmm- comencé sin saber qué
hacer.
-¿Qué?-pregunto París sin entender
mi sonrojo.
-¿Quiero hacerlo?-le respondí.
Antes de que Paris dijera una
palabra presione mis labios contra los de él. Al principio Paris no supo lo que
ocurría y pude sentir su Confusión por el modo en que me besaba, pero después
que deje que su lengua entrara a mi boca. Todo fue pan comido si podía decirlo
de ese modo.
Sentí la adrenalina de su boca, mis
manos recorrieron sus hombros y cuello. Paris hizo lo mismo recorrió sus manos
por toda mi espalda y sentí como desabrochaba mi sostén y me lo quitaba con
ternura y pasión. Seguí besándolo y deje que mis manos recorrieran todo su cuerpo
y Paris hizo lo mismo, me acaricio y me beso como nunca había hecho. Deje que
me guiara y ni siquiera me di cuenta cuando Paris me saco agua. Paris me acostó
con amabilidad y ternura en la cálida arena sin dejar de besarme y acariciarme.
Ni las olas, ni el calor infernal pudieron evitar que nosotros nos entregáramos
al uno al otro. Ya no hubo más lagrimas, ni dolor, ni tristeza solo hubo amor.
La luna y las estrellas fueron testigo del acontecimiento. El único ruido que
rompió el silencio fueron mis gritos y los gemidos que lanzamos los dos.
-Julieta- me llamo Paris, su voz
sonaba lejos y tranquila.
Gemí.
-Despierta bella durmiente-. Susurro
Paris en mi oído.
Abrí mis ojos.
La luz del amanecer me dejo ciega
por un segundo, mis ojos se adaptaron a la luz del sol con solo cien latidos de
mi corazón. Mis ojos recorrieron el lugar, el auto de Paris todo resultaba
confuso.
Bostece
-Siempre te sales con la tuya-. Me regaño
con burla en su tono de voz, pero no supe donde Paris estaba.
-¿Paris donde estas?-pregunte.
Me incorpore de un salto y me maree. Me deje
caer en algo duro y tibio.
-¡hay Julieta!-exclamo Paris.
Me voltee y vi a Paris acostado a
mi lado.
-Ups- balbuce-, perdón- me
disculpe.
Yo había caído sobre el pecho de
Paris, ambos estamos acostados en el asiento de atrás de su auto y una manta de
lana nos cubría.
-¡Santo cielos!- exclame y los
recuerdos volvieron a mi mente.
-¿qué ocurre?- pregunto alarmado
Paris por mi tono de voz.
-¿Todo fue real?-pregunte.
-si- respondió y luego soltó una
risita tonta.
-Por un momento creí que todo fue
un sueño-explique y sentí como sus dedos acariciaban mi espalda desnuda y
tibia.
Me entremesi y Paris lo sintió.
-¿Qué ocurre?-pregunto confundido y retiro su
mano de mi piel.
-Soy cosquillosa-explique
sonrojada.-, pero puedes seguir asiéndolo- le asegure.
París volvió a poner su mano sobre
mi piel y volví a sentir el mismo cosquilleo en la piel. No pude evitarlo, solté
una risita y volví a temblar.
-Eres increíble- me susurro París
en mi oído.
-Isabella- susurre.
París suspiro.
-Ella no se enfadar- me aseguro. -,
pero es mejor que vayamos a mi casa.
-Si -coincidí y me incorpore.
La manta cayó al suelo, avergonzada
tome la manta y cubrí mi cuerpo.
Paris soltó una risita, se
incorporo rápidamente y se vistió en silencio. Rebusque en el suelo mi ropa,
pero faltaba algo…
-¿Paris donde esta mi sostén?-pregunte.
-Ups-balbuceo y se echo a reír. -, los
peces te lo robaron- dijo y comenzó a reír.
-Fanfarrón –le dije y me puse la
camisa sin ponerme el sostén. - . Entrégame tu chaqueta- le ordene y me la
entrego.
Me puse la chaqueta negra pero mis brazos eran
muy cortos así que remangue las mangas de la chaqueta hasta mis codos.
-mucho mejor-. Susurre muy bajito.
-Era un lindo sostén-. Dijo Paris
con una risita y no pude evitar soltar una risita. Paris estaba de un humor
agradable y era extraño escuchar sus chistes.
-Fanfarrón – repetí después que
termine de vestirme y brinque hacia el asiento del conductor. -. Yo conduzco-
le dije.
Paris brinco hacia el asiento del
pasajero.
-¿Esta molesta?-pregunto Paris.
-No- respondí y puse el auto en
marcha.
La trayectoria fue corta y no fue
silenciosa gracias a la música de coldplay.
-¿Que esto?-pregunto Paris
mostrándome mi libreta desgastada.
-Mi libreta de garabatos- respondí
mientras a parqueaba el auto en estacionamiento.
-¿Puedo?-pregunto con curiosidad.
-No-dije rápidamente. -, es privado-
le explique.
-Oh- se limito a decir y no abrió
la libreta, pero sus ojos tenía mucha curiosidad.
Apague el auto y quite la llave del
interruptor.
Suspire nerviosa y le dirigí una
mirada de soslayo a París. El príncipe de los ojos verdes me sonrió para
infundirme valor.
-París…-comencé, pero me quede en
silencio.
-Si-pregunto él con curiosidad.
-Gracias- agradecí-, mil gracias
por ser mi amigo y gracias por ser un… gran hombre-. Agradecí con todo el
corazón.
-No tienes que agradecerme- replico
con una sonrisa en el rostro.-, tú me has salvado-explico.
Me acerque a Paris y lo bese con
agradecimiento y cariño.
Me aparte con toda naturalidad
cuando ya no podía contener más el aliento.
-Te amo-me dijo cuando me aparte de
él.
Mi corazón sufrió, mi estomago
tembló y una piedra cayó en mi garganta impidiéndome el habla, en ese segundo
tuve las ganas de vomitar. Paris me decía te amo con todo el corazón y yo no tenía
ni la decencia para corresponderle del mismo.
Nadie aparte de mis padres me había
dicho te amo.
Sonreí a medias y nos bajamos de su
auto.
Paris cargo mi mochila y sostuvo mi
libreta en la mano derecha, mientras que la otra mano tenía mi mano temblorosa
y sudorosa. Caminamos con paso decidido al elevador.
Trague hondo cuando las puertas del
elevador se abrieron frente a nosotros.
Yo tenía fobia a los elevadores y a
las alturas, siempre me ponía mal cuando tenía que subirme a uno.
-no te pasara nada-. Me consoló
parís sabiendo de mi miedo.
-Eso espero-. Dije y mi voz sonó
temblorosa y apagada.
París y yo subimos al elevador y
como siempre cerré los ojos y controle las sensaciones de nausea.
-Ya llegamos-anuncio París cuando el
elevador se detuvo y abrió las puertas con un chirrido del cual me pusieron los
pelos de punta. Todavía no era lo suficiente valiente para abrir los ojos así
que París me guio hasta a su apartamento. -. ¿Estás bien? -pregunto por mi
notable silencio.
-Si-dije-y prefiero las escaleras-abrí
los ojos.
París soltó una risita y soltó mi
mano y comenzó a buscar sus llaves.
-No tengo mis llaves- me explico-, tendré
que tocar- golpeo varias veces con sus nudillos la puerta de madera.
Esta se abrió y una chica no
esperaba delante de esta.
-buenos días Isabella -saludamos
Paris y yo a la misma vez con nerviosismo.
-¿Donde estaban?-pregunto Isabella
interponiéndonos el paso.
-En la playa-. Respondí avergonzada
y ruborizada.
Isabella tenía el cabello rubio,
tenía unos ojos verde y la tés de su piel era muy pálida.
-Estuve toda la noche preocupada-
murmuro Isabella enojada.-, la próxima vez nos los ayudare.
-¿Por qué?-pregunto parís.
-Porque es mi cuello y no el tuyo
que está en juego-. Dijo con frialdad Isabella.
-Lo lamento tanto Isabella- me
disculpe avergonzada.-, nuestros teléfonos se quedaron en el auto- le explique-
y la próxima vez seremos más cuidadoso- dije y Isabella se apartó de la puerta
y nos dejos pasar.
-Es pero que no hayan hecho nada
malo- expreso con una risita Isabella cuando cerraba la puerta.
-Ummmmmm-murmure buscando una mejor
respuesta, pero no se me ocurrió ninguna y Paris no dijo nada.
En el apartamento había un olor
delicioso.
- me muero de hambre-. Dijo parís.
El apartamento de Isabella y París
me fascinaba tenía un estilo de un hotel cinco estrellas.
-Estaba haciendo el desayuno-. Nos
explico. - ¿quieren?-. Pregunto.
Paris asintió.
-Prefiero ir a bañarme-. Dije.
-Supongo que sí-. Coincidió París.
Isabella me observo por un segundo.
-Julieta está muy pálida- murmuro
Isabella. -, ¿está bien? –pregunto Isabella preocupada.
-Si -mentí-. Estoy un poco mareada,
pero no es nada se me pasara con un baño y un desayuno saludable-. Me apresure
a decir al ver la expresión preocupada de Paris.
-Supongo que será por la noche excitante
que tuviste-.dijo con una risita.
Me ruborice rápidamente y mis
mejillas tomaron un tono rojizo.
-Isabella cállate- le espeto con
frialdad Paris a Isabella.
París estaba tan avergonzado como yo.
-Solo bromeaba-. Dijo la chica.
-Aja-dijo Paris acercándose a donde
yo estaba.-. Ven Julieta, déjame acompañarte al cuarto de visita-. Dijo Paris
todavía sonrojado, me tomo nuevamente la mano y me guío al cuarto de vistita.
-Siento mucho el comportamiento de
Isabella-. Se disculpo Paris avergonzado.
-No importa-. Lo tranquilice.
La habitación era sencilla y tenía
un baño propio.
-Toma -me entrego mi mochila y la
libreta desgastada y ambas cosas tome-. Te daré privacidad, te veo horita-dijo
parís y me beso en la frente- . Puedes echar tu ropa a la lavadora, ya sabes dónde
está la lavandería-Se fue y me quede sola en la habitación y cerré la puerta
con seguro.
Camine arrastrando los pies hasta
el baño.
Sin contenerme las lagrimas se afloran con
vida propia de mis ojos en mi pecho sentía un dolor desgarrador e incurable.
París me había dicho que me amaba y yo no podía corresponderle de misma manera.
Tenía que hacer algo y pronto.
Cuando llegue al baño, tire al
suelo la mochila y la libreta desgastada y comencé a desvestirme. Después de
desvestirme y dejar arena en el suelo entre a la bañera.
Solo con cinco lavadas pude quitar
toda la arena de mi cabello, todo mi cuerpo tenía suficiente arena para llenar
una pecera pequeña. Agradecí a los productos franceses a que relajaran mi
cuerpo, pero no evito que llorara desconsoladamente, me sentía como la villana
del cuento, pero aun me sentía la chica más desgraciada del planeta.
Luego dejar de llorar salí del baño
con las ideas aclaradas. Enrolle las toallas en todo mi cuerpo y en mi cabello.
Respire hondo antes de rebuscar mi celular en mi mochila, cuando lo tuve en las
manos llame a la aerolínea.
-Buena días-me saludo una voz
femenina.-, soy Alejandra Silvestre y en que puedo ayudarle.- dijo la mujer.
-Hola-salude intentado ser amable-
quiero cambiar la fecha de mi viaje-dije en voz baja-. El viaje esta apartado
en dos días, pero quiero que mi viaje sea cambiado para mañana.
¿Qué vuelo es?-pregunto y escuche
el teclado.
-El vuelo es 111 a Barcelona esta apartado
para las 11:35 am-le respondí.
-Me permite un segundo- pidió la
mujer.
-Si- respondí.
Escuche el teclado y la respiración
de la fémina.
-El único vuelo de mañana esta apartado
2:30 am…- dijo ella.
-Quiero ese viaje-.dije rápidamente.
-Muy bien- concluyo esta. -, cuando
venga al aeropuerto tendrá que venir a la recepción y que tenga un buen viaje.
-Sí, claro-dije y colgué el
teléfono.
Ese era mi brillante plan, escapar
sin decir adonde iría y cuándo volvería. Solo esperaba que mis padres no
dijeran nada.
Me vestí con nerviosismo, me
cepille los dientes y el cabello con rapidez. En silencio recogí en reguero que
había hecho en el baño y antes de salir del baño le eche una hojeada a la chica
que estaba en el espejo y me sentí más miserable al verla. Lleve mi ropa a la lavandería
y la eche a lavadora, luego de echarle jabón y ponerla en marcha me fui a la cocina.
Cuando salí de la lavandería el
olor a emparedado llego a mi nariz.
-Huele delicioso-comente cuando
llegue a la cocina.
Isabella estaba batiendo unos huevos con un
tenedor.
-Gracia-agradeció orgullosa-te ves
diferente-comento Isabella mirándome con frustración y enojo.
Me encogí de hombros
-Yo me siento igual -susurre ruborizada.
-Aja- se limito a decir Isabella.-
el desayuno está en la mesa- me señalo con la cabeza.
Mis ojos recorrieron en lugar hasta
encontrar la mesa, camine con paso decido y supe que Isabella me miraba con curiosidad.
Me senté y no pude evitar mirar aquel emparedado con añoro y deseo. Sin
contenerme lo tome con ternura y me lo acerque a la boca, para luego darle un
mordico. Tenía un sabor excepcional e increíble.
-¿Te gusto?-pregunto Isabella.
Asentí ya que tenia la boca llena.
Luego de comer, ayude a Isabella
hacer un biscocho de vainilla y a recoger el desastre que habíamos hecho en la
cocina.
-¿Que huele tan delicioso?-pregunto
Paris cuando llego a la estancia.
Me sonrió al verme y yo le devolví
una sonrisa con hipocresía.
-Es biscocho de vainilla-. Le
respondió Isabella.
Los ojos verdes de Paris se
iluminaron.
-París, me tengo que ir-. Dije
interrumpiendo el aura de emoción.
-¿Por qué?-preguntaron a la vez
Paris e Isabella.
-Tengo planes con Chary y Cary-. Mentí.
-¿Quiénes son?-pregunto Isabella.
-Chalayra y Carolyn son las amigas
de Julieta- respondió antes que yo dijera otra cosa.
-Llevamos tiempo si vernos y
decidimos ir esta noche al cine-. Explique ocultando que era una mentira.
-Puedo venir-se apresuró a decir
Isabella.
-Isa, no seas entrometida-replico
Paris.
Isabella le saco la lengua.
-Idiota-le espeto con frialdad- Julieta
cuando vayas a cine enamórate de un chico que sea menos estúpido.
-Lo tendré en mente- dije
siguiéndole el juego.
Ligeramente París levanto la ceja y
sonrió tranquilamente.
No pude evitarlo y solté una
carcajada.
-Soy una chica fiel…-mi corazón
sufrió por un segundo.- y no pecare- le mentí para tranquilizarlo.
-Yo confío en ti, pero no en mi
querida prima-. Explico con la ceja a una levantada.
Isabella volvió a sacarle la
lengua.
-Voy a recoger mis cosas- a musite
y me fui a la lavandería. Saque la ropa recién lavada y la arroje en la
secador, después de ponerla en marcha me fui a la habitación de visita y recogí
todas mis cosa incluyendo la libreta desgastada. Recogí el desorden que había hecho
en la habitación y más aun me despedí de ese lugar. Salí de la habitación y fui
a la lavandería, saque mi ropa aun mojada de la secadora.
-¿Estas lista?-pregunto Isabella detrás
de mí.
-Si -respondí y guarde la ropa en mi mochila.
-¿Podemos hablar?-pregunto
Isabella.
Asentí y me puse la mochila en mis
hombros.
Ella cerró la puerta con seguro.
-¿Tu quieres a mi primo?-me
pregunto Isabella.
-Sí, pero no de la misma manera que
él me quiere a mi-.respondí.
-Ya veo-. Comento ella pensativa.
-¿Que ocurre Isabella?-pregunte con
preocupación.
-Julieta no comprendes lo que está
haciendo- susurro muy bajito que apenas pude escucharla. -. Mi primo está
tirando sus sueños por la venta solo porque tiene esperanza de que tu lo ames, pero
que ocurre si tu nunca llegas amarlo, que tal si tú decides irte con otro chico
crees que lo soportaría. Claro que no, preferiría morir antes de perderte, pero
si tú nunca has sido de él… me refiero sentimentalmente. Tú no lo amas aunque
te hayas entregado a él en cuerpo, pero no en corazón y alma. Frente a París
tengo que aparentar que todo está bien, pero no lo está.
‘‘Te sugiero que lo dejes de una
vez, deja que sea feliz con otra chica y ten en cuenta que yo lo consolare en
los momentos terrible. No me odies Julieta solo te digo lo mejor para todos ya
que tu también sufres y no es bueno para ninguno de los dos- explico Isabella-.
Espero que tengas suerte en tu viaje y prometo no decirle nada a Paris…
-Me espiaste-le pregunte.
-Fui a ver si estabas bien y escuche
todo- me explico -.la curiosidad no es un pecado-. Susurro.
Yo estaba pálida, quería llorar y
gritar, pero me contuve.
-Gracias Isabella-agradecí sabiendo
que era lo mejor-, no seré un dolor de cabeza lo prometo…-dije y me dirigí a la
puerta pero ella me detuvo el paso.
-Julieta recuerda que es por el
bien de todos y ten en cuenta que nunca te llegue a odiar, pero debo proteger a
mi primo y siempre quise que fueras la chica ideal para Paris-dicho eso me
abraso, pero nuestro abrazo fue incomodo gracias a la mochila que yo cargaba,
pero no evito que esta mediera unas palmaditas en la espalda.-. Adiós-. Se despidió
y me soltó.
-Prometo, no volver a cercarme a
ustedes-. Le prometí.
Pude ver lagrimas en sus ojos, la oleada de
dolor fue inevitable, luego de salir corriendo de la lavandería y dejar asola
en aquella habitación a Isabella me fui a la cocina todavía sosteniendo mi
mochila.
Paris estaba esperándome con una
sonrisa radiante y al verme esta se ilumino.
Le devolví la sonrisa con hipocresía.
París me llevo a mi casa.
-París-lo llame cuando detuvo su
auto frente a mi casa.
-Si-
-¿Puedo pedirte una cosa?-
pregunte.
-Lo que sea- respondió.
-Un beso- respondí y el asintió.
Me acerque a Paris y lo bese con
ternura, pasión y con mi último beso quedo implantado el adiós y el dolor.
Cuando me separe de Paris contuve las lagrimas y le sonreí como si todo
estuviera tranquilo, pero no era así en mi pecho había un infierno.
-Adiós-me limite a decir.
Me baje del auto y cerré la puerta
con un portazo antes de dirigirme a mi casa sin mirar atrás. Cuando atravesé la
puerta de mi casa supe que mis padres no estaban y no tenía tiempo que perder.
El resto de la mañana y la tarde
estuve haciendo mis maletas y empacando mis cosas personales en cajas. Un
trabajo que debía usar mi mente y mi cuerpo. Fue melancólico estar en esa
situación, pero era lo que la vida me había dejado por delante…sufrimiento y
mas nada que eso. Cuando finalmente termine labor decidí que era mejor recoger
mi habitación, lavar toda mi ropa sucia y desempacar la mochila que me había
llevado la noche anterior.
Nuevamente estuve ocupada y cuando
ya había terminado de limpiar tome la libreta desgastada y encontré lo que
nunca sea escrito del amor. Yo había escrito cientos de poemas e historias
sobre Romero y Paris, los únicos dos hombres que han sabido poner mi vida de
cabeza.
El dolor, los recuerdos y las lágrimas
salieron de lo más profundo de mí ser y me perturbaron hasta no poder mas,
adolorida de todo lo que ocurría en mí ser, decide que era mejor olvidar a
Romeo y Paris, así que destruí, rompí, demolí, devaste o de la manera que
prefiera llamarlo cualquier personas… dañe la libreta. Lo que yo estaba
haciendo era lo mejor para todos.
-¿Julieta que todo esto?- exijo
saber mi madre cuando llego a mi habitación.
-Son mis cosas-respondí mientras
cerraba la ventana de mi habitación.- cambie el vuelo.
-¿Cuando sale tu vuelo?-pregunto mi
madre.
-2:12 am- respondí dándole la
espalda, no quería que viera mis ojos hinchados.
-¿Por qué cambiaste la hora?-
exigió saber mi madre.
Me encogí de hombro.
-Supongo que era lo mejor, además
madre no importa la fecha ya que de todos modos me iré- respondí intentando
sonar seria.
-¿Julieta estas bien?-pregunto con
su voz maternal.
-Estoy bien… bueno no estoy bien
madre- respondí con sinceridad, sabía que no podría mentirle a mi madre con
semejante estado crítico.-. Paris será infeliz por mi culpa si no me alejo de él,
pero es que yo anhelo tanto su compañía que se me hace difícil sepárame de él.
Me voltee y me abalance sobre mi
madre.
-Hay hija mía- me consoló mi madre
y me dio una palmaditas en el hombro.-. Todo saldrá bien, porque no hablas con
Paris- me sugirió ella.
-París no me escucha y yo ya he
tomado mi decisión-. Ataje con seriedad.- me iré mañana y ninguno de ustedes
pueden decir donde estoy-.le dije a mi madre.
-te lo prometo Julieta-me prometió
mi madre y se apartó de mí.- y es mejor que descanse-. Me sugirió ella.
Asentí.
-Mama, chalayra y Carolyn me
llevaran al aeropuerto-le explique a mi madre.
-Pero, tu padre y yo queríamos
llevarte y despedirnos de ti…-protesto ella.
-Es mejor hacerlo como yo quiero
mama- interrumpí a mi madre.-. Mama no soy buena para las despedidas y no
quiero verte llorar-. Le explique a mi madre y asintió.
-Al menos déjame despedirme de ti-
me suplico mi madre.
Asentí, sin prometerle nada.
Ella volvió a abrasarme y me beso
en las mejillas, mi madre no me besaba en la mejilla desde que tenía 8 años.
Mi madre salió de la habitación y
rápidamente tome el teléfono, marque rápidamente aquello números que
desaparecían de mi memoria.
-Hola-saludo una voz muy amigable.
-Hola-salude.
-Julieta-adivino Carolyn.
-Si-admití-, la misma-le asegure.
-¿Como estas?-pregunto ella.
-Más o menos-. Respondí.
-¿Qué pasa?-pregunto alarmada.
-Puedes venir para que te cuente
todo y por favor pude ir a buscar a chalayra-. Le pedí.
-Claro-dijo Carolyn.
Antes de ocurriera otra cosa
finalice la llamada y me acosté en la cama.
Cerré los ojos y me quede dormida…
-Julieta- me llamo chalayra y sentí
que me movían el brazo.
Abrí los ojos y me encontré
rápidamente con mis dos amigas.
-Hola-salude y solté un bostezo.
-Hola-saludaron a la vez chalayra y
Carolyn.
Chalayra y Carolyn no habían
cambiado en lo absoluto, mis amigas
seguían siendo jóvenes y guapas, pero en cambio yo seguí siendo más
patética que antes.
-Vaya, Julieta has cambiado mucho-
murmuro Carolyn -, perece un poco sofocada-. Me explico.
-Será porque lo estoy- le asegure.
-, no tienen idea del enredo que hay en mi vida-. Susurre muy bajito.
-No comprendo- murmuro confusa
chalayra.
-Porque mejor no se acomodan- le aconseje.
Yo me incorpore, permanecí acostada
en la cama y chalayra y Carolyn se sentaron frente a mí.
Las dos chisca demostraban ansiada
y preocupación, pero yo sentía mucha vergüenza y temor.
-Bueno es una historia complicada,
pero ya ustedes saben el comienzo-le explique.-, lo que no saben es lo que
ocurrió después.
-Aja- se limito a decir Carolyn.
-¿Donde fue que nos perdimos de la
historia?-pregunto con seriedad Chalayra.
-En la graduación-balbuce y después
de decir eso me embarque en un relato vergonzoso y detallado de todo lo que me
había ocurrido desde entonces. Me sentí horrible al ver las miradas de seriedad
y recriminación de Carolyn o ver la expresión de asombro y espumo de Chalayra.
Todas esas reacciones me hacían sentir como una criminal como si todo lo que
hubiera hecho era un crimen atroz y vergonzoso. A pesar en mi interior me
sentía más tranquilas, porque aliviaba ese dolor de mi conciencia y el hueco
donde debería estar mi alma. Chalayra y Carolyn se mantuvieron cayada en mi
relato, lo cuan fue un alivio.
Hable todo lo que debí decirle a amigas
desde su principio y temerosa de sus reacciones finalice mi telenovela. Por varios
segundos nos quedamos en silencio, tres corazones rompían el silencio entre
nosotras.
-París-comenzó Chalayra.-no es el
chico musculoso de los ojos verdes.
Asentí
-El chico que bailo contigo-
murmuro chalayra.
-Si- admití
-Es franciscano- dijo rompiendo su
silencio Carolyn
- Si, pero no tiene el asentó. Su
madre tiene sangre caribeña, por lo tanto ella le enseno hablar español, no
solo a París si no a su prima Isabella- . Explique con seriedad.
-Todavía estoy estupefacta -
murmuro Carolyn.
-Yo también-coincidió chalayra-.
Has estado en este caos y no se lo has dicho a nadie.
- y estuviste con París…-añadió
Carolyn
-Si-dije rápidamente para que no
terminara la oración.
-¡Santo cielos!-exclamó chalayra.- cómo
pudiste tener…-balbuceo la chica en busca de una mejor palabra.-, ya sabes a
que me refiero… con Paris sin conocerlo. No pensaste en las consecuencias que
pudiste haber tenido.- me regaño chalayra.
-No-admití- no pensé y tampoco me arrepiento-dije
con sinceridad.- me sentí desdichada, patética y deshecha y por un segundo creí
que podría ser feliz con Paris, pero yo no lo amo. Si no lo puedo amar, para que seguir lastimándolo y
dándole esperanzas en vanas.
“decidí por el bien de todos seguir
con mis planes de periodismo que conllevan a que yo estudie en el extranjero.
En menos de diez horas sale mi vuelo, Paris no sabe nada, pero Isabella si lo
sabe…- explique seriedad.
-¿Por qué Isabella te
odia?-pregunto Carolyn.
Negué con la cabeza.
-Ella no me odia, Isabella solo
quiere proteger a Paris- explique en susurro.- ella me prometió que no le diría
nada a Paris.
-¿Romeo?-pregunto Chalayra.
Suspire.
-No tengo ningún tipo de
comunicación con el- respondí con amargura.-, no hablo con romeo hace varios
meses.
-Lo lamento- se disculpo chalayra,
en sus ojos pude ver la sinceridad.
-No, importa. Ya no pienso tanto en
romeo. Ni siquiera me siento enfadad- explique y mi propia explicación me
sorprendió.
Romeo ya no resultaba tan
importante en mi vida, ni si quiera era el centro de mi universo aunque mi
corazón y yo lo extrañaremos y amaramos a la vez. Ya yo no pensaban tanto el
Romeo y tampoco las pesadillas a parecían desde que Paris había entrado a mi vida.
Romeo parecía un libro pasado de moda, pero que aun me gusta y me llama la
atención no importa cuántas veces lea ese libro.
-Al menos eso es bueno- suspiro
Chalayra.
-Necesito vuestra ayuda-
suplique.-, quiero que me lleven a aeropuerto, no quiero que mi madre me haga
una escena, no en el estado en que estoy. También quiero que me mantenga al
tanto con respecto a mis padres y…
-París-continuo Carolyn.
-Si-admití-, me preocupa que haga
una locura si sabe que desaparecía y más aun no le dirán a nadie donde me iré
ni siquiera a Romeo.
-¿Por qué?-pregunto chalayra.
-Sí, París sabe donde estoy moverá
cielo y tierra hasta encontrarme y no puedo permitir que me encuentre, Romeo
pensara que me voy por su culpa suya así que intentare buscarme y suplicarme
que haga las cosas correcta mente. Solo quiero irme sabiendo que lo que dejo en
mi marcha no arruinara la vida de otros, porque si las cosas salen como planeo
quizás no regrese.
-No, puedes estás hablando en
serio- me contradijo Carolyn.-, que pasara con tus padres.
-Nunca he hablado tan serio en mi
vida- le afirme a Carolyn con firmeza y autoridad.
Carolyn me dirigió esa mirada que
me hizo sentir como un ratón indefenso.
Siempre me ponía temerosa las
miradas de Carolyn quien tenía un aspecto de un león agresivo, con una melena
dorada, unos ojos café y unas uñas como zarpas filosas y mortales.
-Ellos me apoyaran y tienen una
vida por delante sin mi.- respondí.
-¿Raúl y Kyo?- pregunto Carolyn.
-Raúl y Kyo sobrevivirán sin mí,
además ustedes estarán para darle el cariño y la amistad que yo nunca podre
otorgarle- exprese y me dolió cada palabra.
-Todavía no me convence tu
plan-murmuro chalayra.-, pienso que haces mal en irte.
-Es mejor que hables con Paris y
Romeo- escuche que decía Carolyn.
Mi mente estaba en otro lugar.
Cuando decidí irme no pensé en mis
amigos ni en mis padres solo pensé en Paris y en mi.
Unas lágrimas de cristales pulidos
cayeron de mis ojos y recorrieron mis mejillas en llamas. Odiaba tener que
dejar todo atrás sin mirar atrás, pero era lo mejor. No volvería a ver a mis
amigos ni siquiera a mis padres.
Tenía que ser fuerte y escapar sin mirar lo que dejaba atrás de mí, debía
soportar el dolor y el martirio que yo me había ganado. Todo lo que estaba
ocurriendo era m culpa. Nunca debí enamorarme de Romeo, nunca debí involucrarme
con Paris y ni siquiera darle falsas esperanzas y más aun nunca debí vivir ya
que yo era un monstruo. Como el monstruo que era debía conformarme con la vida
que yo misma me había forzado a seguir.
-No llores- me suplico chalayra
Por un segundo me había olvidado de
chalayra y Carolyn.
Asentí y me seque las lágrimas de
mi rostro con mis dedos temblorosos.
-Necesito que me consigan un
celular nuevo y que transfieran todo mi dinero a una cuenta de banco en Europa-
le ordene con voz ronca y arrastrando las palabras.
- Si, yo me encargo de eso
Julieta-me aseguro chalayra.
-Julieta, porque no descansa y
cuando sea la hora, te venimos a buscar y te llevamos al aeropuerto- me ordeno Carolyn
y se puso de pie.-. Al menos puedo llevar a Kyo y a Raúl para que se despidan-.pidió
Carolyn.
Asentí
-No le digas a donde voy- suplique.
Si- asintió.
Mi querida amiga se puso de pie, me
dio unas palmaditas en el hombro y después salió de la habitación. En la
habitación solo quedamos chalayra, mi vergüenza y yo.
-Lo lamento– me disculpe sin saber
porque lo hacía.
-No tienes que disculparte, todos
hacemos locuras y nadie es santo-. Dijo de una manera filosófica.
Chalayra seco las lagrimas en mi rostro.
-Descansa un poco, pareces enferma-.
Dijo Chary.
Asentí y me acomode en la cama.
-Gracias- agradecí con sinceridad.
-adiós- se despidió y apago la luz
de mi habitación.
Por primera vez en mucho tiempo
tuve una pesadilla, era la misma pesadilla que había tenido con Romeo. Esa
pesadilla era tan común para mí ya que siempre Romeo me arrancaba el corazón y
en ocasiones Rosalinda estaba junto a él para disfrutar de espectáculo, pero
esta vez Romeo ni si quiera Rosalinda apareció. Volví a estar en esa habitación
rodeados de personas conocidas y por extraño que fuera me sentía feliz y eufórica.
Nunca me había sentido de ese modo en una pesadilla.
Bajo la mirada y encuentro a Paris
en el suelo muerto. La sangre lo bañaba completamente, su pecho tenía una abertura
horrible. Sus ojos verdes parecían vacíos, mortales, pero aun llenos de dolor y
Paris mantenía una mueca de dolor y la boca abierta como si contuviera un grito
desgarrador. Al ver el cadáver de Paris me sentí muy feliz y entusiasmada.
Junto a Paris se encontraba una charola de plata y una daga de plata llena de sangre.
Sonreí y fije mi mirada en mis manos, las cuales estaba llena de sangre y
cubiertas de cemento o una especie de arena con un tono gris…
-Julieta- me llamo chalayra en mi
espalda, pero no me voltee a verla.
-¿Que?- demande si apartar mis ojos
de mis manos.
-¿Porque le arrancaste el corazón a
Paris?- pregunto enojada chalayra.
Me disponía a responderle pero…
Abrí los ojos y
rápidamente me incorpore. Mi corazón latía rápidamente y un sudor viscoso Coria
por mi rostro. Sentí nausea rápidamente y salí corriendo de mi habitación,
rápidamente llegue al baño y sin esperar nada mas abrí la tapa de inodoro.
Mi estomago reacciono
rápido…
Luego de haber vomitado
lo poco que tenía en mí estomago, me acosté en el suelo y comencé a llorar.
Yo le estaba haciendo
lo mismo a Paris, le estaba rompiendo el corazón del mimo modo que me lo
hicieron a mí. Era mejor que me fuera y
pronto.
Me incorpore luego que
me sentí un poco mejor, fui a mi habitación y busque toda mis cosa personales e
higiénicas y me fui a bañar. Desee sentirme mejor después que Salí de la bañera,
pero en mi solo había dolor y nausea.
Inmediatamente que me vestí,
cepille mi cabello alborotoso y rizado y después cepille con fuerza mis
dientes. Después de haberme arreglado recogí el baño y mi habitación. Todavía
con tiempo de sobra tome varias hojas de papel y decidí dejar una carta a cada
persona que dejaba atrás, a mis padres, Paris, Romeo, Raúl, Rosalinda, Isabella
y Kyo. Use las palabras correctas y ambles para despedirme, en cada carta deje incrustado
unos sentimientos dolorosos y a la misma vez agradables.
Luego de escribir todas
las cartas las guarde en sobres, selle los sobres y escribí en la parte
delantera del sobre el nombre de la persona que debía corresponderle el sobre. Satisfecha
de mi trabajo, espere en mi habitación a que llegaran mis amigas.
Apenas era 12:26 am
cuando alguien toco la puerta, asustada me dirigí a esta.
El miedo se apodero de mí.
¿Qué tal si era Paris o
Romeo?
Observe con temor la
puerta y con lentitud me acerque a esta. Estire la mano derecha y sentí como mi
mano se cerraba en el picaporte helado.
Abrí la puerta con el
corazón en la garganta… y suspire tranquila cuando vi a Chalayra y a Carolyn
frente a esta.
-¿Que te
ocurre?-demando Carolyn.
-Nada, estoy bien- respondí
y sonreí forzadamente.-. Porque no nos vamos-demande.
Chalayra y Carolyn me
dieron una mirada soslayo antes de encogerse de hombros.
Solo vasto diez minutos
para llevar mis cosas al auto de Carolyn sin hacer ruido y ponerlas en el auto.
Cuando terminamos le eche una mirada a mi habitación y tome las cartas en mis
manos.
Antes de irme deje la
carta dirigida a mis padres en la cocina. No quería que mi madre me hiciera un berrinche
antes de irme.
Salí de la casa, soportando
todo en mi interior.
Chalayra salió después
que yo salí y cerró la puerta sin hacer ruido.
En el modo en Carolyn
codujo llegamos en un record irrompible, después de llegar y bajar las maletas
y las cajas. Chalayra hablo en la recepción e hizo las gestiones ya que yo
estaba pálida debido a los zigzag que había hecho Carolyn en la autopista. Después
de dejar las maletas en recepción y pasar por el detector de metales, las tres
no fuimos a esperar la salida del avión.
Las tres estábamos
sentadas en unos asientos apartados de un grupo de turista soñolientos.
-¿Quieres un café?-le
pregunto Carolyn a chalayra
-Si-escuche que Chalayra
respondía.
-Ummmmmm…vuelvo en un
segundo- murmuro Carolyn y escuche como desaparecía.
Yo mantenía mi cabeza
en el regazo de chalayra y mantenía los ojos cerrado, pero aun me mantenía
despierta usando cada sentido.
-Toma- escuche que
decía Carolyn.
El olor a café llego a
mis narices. Si hubiera estado en mejores condiciones, me hubiera gustado beber
un poco de café. Mi estomago se ajito a la idea y me mordí la lengua para
evitar cualquier signo de estar despierta.
-Gracia-agradeció
chalayra.
Pude escuchar como
bebía chalayra su café.
-¿Crees que este
bien?-pregunto Carolyn.
-Supongo que no-. Murmuro
chalayra y sentí como se encogía de hombro.
-¡Pobre
Julieta!-exclamo Carolyn.
-Todo por amor- añadió
chalayra.-, espero que todo salga bien.
-Si-coincidió
Carolyn.-, yo sabía que algo raro había ocurrido con ella en la graduación. Recuerda
como se veía cuando estaba con Paris, parecía otra, sencilla, llena de vida y más
aun feliz.
-Incluso la hizo reír-
le recordó Chalayra.-, nadie además de Raúl y Kyo la han hecho reír. Paris debe
ser una buena persona después de todo, pero ahora que lo pienso no será fácil
cuando se entere de que Julieta ha desaparecido.
-Esto no es un final
feliz-. Comento Carolyn.
-¡Pobre Paris!-exclamo Chalayra.
- nunca podre
comprender a Julieta y más aun no podre comprender lo que siente por Romeo y
Paris- murmuro pensativa Carolyn.-, en cierto modo lo que está ocurriendo
parece haber salido de una novela romántica.
-Si-coincidió chalayra.
Carolyn y Chalayra se quedaron en silencio y yo me mantuve
quieta fingiendo estar en un sueño profundo y tranquilo.
En mi mente hubo muchos
pensamientos buenos y malos y cada uno me arranco el aliento. Hice el esfuerzo
posible y controle cada emoción cada dolor en mi pecho, pero cada vez que se me
lanza una oleada de dolor se me hacia mas difícil controlar las emociones en mi
corazón. Después de tanto pensar mis pensamientos llegaron a otro punto. Tenía
que tomar un vuelo de más de cinco horas y en ningún momento pensé que estaría
en un lugar cerrado y rodeado personas. Rápidamente sentí temor y ahogue el
temor con dolor, pensé en Isabella y en mis amigos y eso evito que pensara en
el vuelo.
No supe cuanto tiempo estuve acomodad en el
regazo de chalayra, pero no fue agradable cuando chalayra me despertó.
Chalayra me llamo por mi nombre
real.
Abrí los ojos lentamente y solté un
bostezo muy fingido, para luego levantar mi cabeza del regazo de chalayra. Me dolía
en cuello ya que estuve en una postura menos adecuada.
Masajee con mis manos la parte
dolida de mi cuello.
-Hola bella durmiente- me saludo
Carolyn con un tono de simpatía y supe que era muy fingido y forzado.
Le seguí la corriente y sonreí a
medias. Nuevamente volví a bostezar de la misma manera que había hecho hace un
segundo.
-Tu vuelo sale en veinte minutos-Me
recordó chalayra.-. ¿Quieres comer algo?
-Mejor bebo un café- . Respondí
intentando mantener mi estomago tranquilo y fuera de nausea.- y por favor tráeme
unos chicles y unas aspirina que causen sueño.
Carolyn asintió y antes que dijera
otra cosa fue a comprar el café.
Recordé las cartas que había
escrito y supe que era el momento de seguir con el plan.
-Toma- se las entregue a Chalayra después
que la busque en mi bolso.-, escribí unas cartas y quiero que se las entregue a
la persona correspondiente-le explique.-, cada sobre tiene el nombre escrito de
la persona que le corresponde el sobre.
Chalayra las tomo y enseguida
guardo las cartas en su cartera.
Sabes que siempre puedes contar conmigo- murmuro.
-Lo sé- susurre.- llamare cuando
llegue, espero no llamar en un momento oportuno.- me apresure a decir mientras
observaba a unos ingleses pasar frente a nosotras.
-Claro que no- replico esta y por
su tono de voz supe que se hacia la fuerte.-, llama cuando quieras y me
mantienes al tanto.
Me encogí de hombros mientras ella
hablaba.
-Julieta- comenzó y me quede
callada.-, ¿no crees que esto es una locura?- me pregunto.
-Mi vida es una locura-respondí.-,
cuando tomas una decisión no sabes las consecuencia, tampoco sabes si te
dolerá, lo único que sabes es que no hay marcha atrás. Yo no voy a retractarme
sabiendo que ya no puedo y no quiero. Siempre tienes que hacer sacrificios por
un bien mayor y este es el mío. Me perderé de momentos buenos y no estaré con
las personas que quiero, pero eso que me espera de la vida.
Me quede callada después que hable.
-Como dije antes puedes contar
conmigo y con Carolyn-me recordó chalayra.
Me voltee y la mire a los ojos, por un segundo
quería llorar, pero me contuve y solo me limite a sentir con la cabeza.
-Siempre lo tendré en cuenta-. Dije
sinceramente.
-Toma, el café está caliente- me
aseguro Carolyn mientras me daba un vaso.
Tome el vaso con mis manos heladas
y rápidamente sentí el calor en mis dedos y el olor a café recién calentado
llego a mi nariz.
-Gracia-agradecí y acerque el vaso
a mi rostro y sople suavemente antes de llevarme el vaso a los labios. El sabor
a cafeína invadió en mi boca, jugó con mi lengua por unos segundo y calentó
todo a su paso hasta llegar a mi estomago. Bebí en silencio, retire el vaso de
mis labios y tome aire puro.
-¿Está bien?-me pregunto Carolyn.
-Estoy mucho mejor- le asegure a
Carolyn y me puse de pie. Me dirigí al cubo de basura y después lance con tranquilidad
el recipiente que hace un segundo contenía un café delicioso.
Volví a sentarme en el asiento en
que estaba sentada hace un segundo.
-¿Cuanto falta?-pregunte sin dirigirme
a nadie.
-Diez minutos, será mejor que vayas
abordar el avión- me aconsejo Carolyn.
-Si-dije.
Las tres nos pusimos de pie y nos dirigimos
a la entrada que se dirigí a la puerta
del avión.
Yo no era buena con la despedida y
no era el momento para aprender a despedirme. Cuando llegamos a la entrada las
tres nos quedamos en silencio a la espera de un suceso. Solo una pregunta
deslumbro sombre en mi mente.
-¿Quién será la valiente que hable?-
me pregunte en mi mente.
Carolyn siempre fue más valiente
que yo.
Carolyn me abraso de la manera que
una niña abrasa a una muñeca de trapo, el abrazo que Carolyn me dio estaba
lleno de afecto y cariño, pero este abraso no tenía la despedida incluida.
-Espero que vuelvas-susurro en mi
oído Carolyn.- y espero que la próxima vez que te vea tengas una sonrisa
radiante en tu rostro.
Me soltó después de abrasarme
fuertemente.
-Intentare tener una sonrisa
radiante cuando… bueno si nos volvemos a encontrar- le dije sin prometerle
nada.-solo prométeme que no te vas a teñir el cabello a amarillo canario, no
quiero ver que te has convertido en una Barbie por mi culpa.
-Jajajaja- se burlo ella.- veo que
todavía tu sentido del humor sigue siendo el mismo- el sarcasmos siempre se le
dio bien a mi querida amiga.
-No te olvidare- le prometí a
Carolyn.
-No se olviden de mí- dijo con sarcasmo
chalayra y me dio un gran abrazo.
-Chary…no puedo respirar- dije. Porque
todas la personas a mí alrededor suelen ser altas y fuertes.
Chalayra se apartó de mí.
-Lo siento-se disculpo y pude ver
que lloraba.
-Por favor no llores, no me la
pongas tan difícil- le dije y pude sentir como unas lágrimas saladas corrían
por mi mejilla.-. Estaré bien, te llamare cada día de mi vida- le prometí con
un balbuceo.- adiós- me despedí rápidamente y sin mirar atrás me dirigí a la
puerta del avión, frente a esta se encontraba una mujer alta y delgada.
Rápidamente supe que era la azafata, por su atuendo peculiar y gracioso, la
chica parecía a una modelo internacional o simplemente era una Barbie sin
cerebro.
-Hola-me saludo la azafata.-, me
puede entregar su ticket.
-Hola- salude y recordé que tenía
la cara húmeda.-, permítame un segundo.
Busque en mi bolso un pañuelo, me
seque el rostro con tranquilidad y olvidando mis emociones. Después de haber
terminado de secarme el rostro, busque mi boleto de viaje y se lo entregue con
firmeza.
La azafata me observo por un
segundo antes de observar el boleto, parecía preocupada por mi estado crítico. Después
de mirar el boleto me indico donde estaba mi asiento y yo amablemente le di las
gracias antes de subirme al avión. Solo había
pocos pasajeros y eso me agrado, teniendo en cuenta que yo tenía fobia a los
espacios pequeños.
Me senté en el asiento que me correspondía y
todo lo que ocurrió después fue como debía suceder. El vuelo debía de durar
menos de diez horas y debido al estrés, las lágrimas y sollozos, sin contar que
la azafata me lanzaba miradas preocupadas de vez en cuando. No soporte todo ese
dolor por parte de mi corazón, decidí que era mejor descansar y olvidar lo que
dejaba detrás de mí. La mayor parte de tiempo estuve dormida debido a la dosis
exagerada de aspirina. Fue agradable descansar de todo ese ajetreo y más aun
olvidar por un momento a Romeo y Paris. Gracias a la aspirina no tuve ningún
tipo de pesadillas o alucinaciones, cuando ya pasaba el efecto de la aspirina
desperté me sentía más cansada de lo habitual y un poco desorientada.
Aunque estuviera cansada no evito que sintiera
curiosidad.
Abrí la ventanilla y para mi
sorpresa solo desvié por la poca visibilidad los rayos de sol radiante y
luminoso en tan hermoso día. Observe cada nube y cada detalle alrededor del
sol, los rayos dorados, las nubes rellenas de agua cristalina y más aun la
naturaleza retomaba sus colores más brillantes con cada rayo del sol en ese amanecer.
Me asombre por aquella belleza y
deslumbre. Nunca había visto el comienzo de un día…bueno había visto el
amanecer, pero no de aquel modo que resultaba tan diferente. Supongo que será así
ya que la mayorías de las personas vemos el amanecer sin fijarnos en cada
detalle, cada cambio y cuan diferente era al último amanecer. No por mucho
tiempo me quede observando el amanecer.
El aterrizaje fue tranquilo, pero
aun así ruidoso. Ya en el aeropuerto estuve lo suficiente neutral para hacer
las gestiones y tomar mis cosas. Antes
de irme del aeropuerto le pedí indicaciones a la recepcionista y tome el primer
taxi que vi.
-Buenos días-me saludo con una
amabilidad el taxista.
-Hola-salude y no pude evitar
soltar un bostezo.-disculpe, tuve un viaje agotador y necesito ir a un hotel.
La recepcionista me aconsejo que fuera a una pensión que se llama la flor del mediterráneo.
-Un buen pensión aseguro el amble
taxista.-tienen unos precios muy bajos para los turista o los viajeros.
-Ummmmmm-murmure.
No dije nada mas, no sentía la
necesidad de hablar y más aun con un desconocido. Cuando llegue a la pensión,
le pague con dinero americano al taxista.
Sin ayuda de unos borbotones lleve mis cosas
al mostrador. Una amable Argentina llamada Violeta me atendió, me registre en
el mostrador y me entregaron una llave a la habitación 212. Esta vez un amable
chico del cual el nombre no me intereso saber me ayudo a llevar mis maletas a
la habitación. Cuando por fin estuve sola en la habitación, decidí tomar un baño.
Después de bañarme me fui a dormir y nuevamente no tuve que soñar.
-Tock…tock-escuche unos nudillo
golpear la puerta.
Gemí y abrí los ojos.
Me levante de la cama y me dirigí a
la puerta.
Abrí la puerta y todavía con los
ojos entrecerrados vi a la recepcionista. Tenía el cabello rubio con un tono
rojizo, sus ojos eran azules, el rostro de la mujer era muy hermoso. Calcule
por su físico y por aparecía supuse que debía tener al menos 45 años.
-Buenos días-saludo la chica…bueno
la amable mujer muy amable.
-Hola-salude y solté un bostezo.- ¿en
qué puedo servirle?-pregunte.
Violeta no me sonrió.
-Quería saber si estabas viva,
llevas durmiendo haces dos días y raro ya que usualmente los turista no duermen
dos días-explico ella con un tono rudo.-no he tenido el tiempo para hablar
contigo y es momento que te diga las reglas y normas de mi pensión.
Asentí y me aparte de la puerta,
Violeta paso junto a mí sin emitir ningún ruido.
Cerré la puerta y deje que tomara
su tiempo para hablar.
Sin contenerme volví a bostezar.
Todavía está cansada me pregunto la
recepcionista cuando atravesó la pequeña habitación. En el tono de voz de la
mujer no había preocupación si no sarcasmo.
Yo la seguí hasta donde estaba y nos quedamos
de pie.
-Estoy un poco cansada-. Le asegure
con un tono amable y tranquilo.
Ella no me sonrió, solo se limito a
mirarme con sequedad y repugnancia.
-Antes que nada quiero decirle que
mi esposo y yo somos los encargados de esta pensión, tenemos ciertas reglas
para los turistas o los huéspedes. Numero uno la comida se sirve a su hora, el desayuno
se sirve a las ocho de la mañana, el almuerzo se sirve al mediodía y la cena se
sirve a las siete de la noche; numero dos los huéspedes no deben hacer ningún escándalo
de ninguna índole y tampoco se permite peleas y discusiones entre los turista o
los empleados.
Asentí y ella continúo.
‘‘las mucamas recogen las camas a
la nueve de la mañana y como debe recordar se nos paga en euro no en dólares
americanos- me recordó ella con tranquilidad.-. Si se piensa quedar le aconsejo
que no busque ningún problema y podrá quedarse todo el tiempo que quiera…
Volví a bostezar sin poder
contenerme y Violeta me lanzo una mira ruda y enojada.
-Lo siento mucho-me disculpe con vergüenza.-
tuve una mal viaje.
-No importa-replico ella.-, la cena
se sirve en media hora, si quiere cenar es mejor que baje y cene. Si no deberás
esperar hasta mañana cuando se sirve el desayuno.
-Si-dije y soporte otro bostezo.-
gracia por hospedarme-agradecí.
-Espero que todo lo que dije sirva
de algo- dijo sin referirse a mí.
-Aja-dije muy bajito.
Sin esperar nada más me lanzo una
mirada de odio y se dirigió a la puerta.
Salió de la habitación sin decir
nada más. Yo me quede quieta en la habitación sin tener que decir otra cosa al
contrario mi mente vaga por sí sola, sin dueño o jefe. Era inevitable pensar en
mis padres, Paris, Romeo, Chalayra, Carolyn, Kyo, Raúl e Isabella. ¿Que ocurría
con ello? ¿Como estará Paris y Romeo sin mi?
Paris debía de estar feliz y entusiasmado
de poder estar nuevamente libre y Romeo debía estar más que feliz con su boda
con la pelirroja de Rosalinda. Mis padres no me echaran de menos, viví 17 años
de mi vida y ahora tienen menos responsabilidades sin mí. Todo saldrá bien después
de todo, pero una parte de ser estaba en lo contrario, esa parte de mi presentía
lo peor. ¿Que podría ser peor para mí?
No lo sé y tampoco puedo ponerme a
preocuparme por una locura mía.
Me bañe y me arregle antes de ir al
salón. Al principio creí estar en otro lugar y no me lo reprochaba por las
horas de sueño. El salón era muy hermoso, parecía un salón de fiesta con su
piso de mármol, el gran candelabro en el techo y una gran mesa de madera se
situaba en el medio de la estancia. Sobre la mesa tenía un mantel de bordes
dorados y sobre este había platos, cubiertos y copas. Ya había personas en el
salón, todos los presentes vestían con pantalones cortos y camisetas sencillas
o blusas de tela fina. Los presentes me sonrieron muy amablemente como si fuera
otra persona normal y corriente sin ningún problema en la vida.
-Me va costar mucho a acostumbrarme
a este ambiente- dije en voz muy baja y me acerque a la mesa.
-No tengas miedo, no hacemos
daño-dijo una voz masculina en mi espalda.
Me voltee y vi al borbotones.
Levante la ceja sorprendida y sin
contenerme le lance una mirada despreocupada el chico. Este al ver mi expresión
soltó una carcajada amigable.
-Hola soy Jonathan- se presento y
me extendió la mano derecha. No sé si se debía a mis horas de sueño, pero aun
estaba desorientada y confundida.- se supone que es de buena educación tomar la
mano de otra persona si este espera que la tome como muestra de un saludo-.tome
su mano y el por su cuenta la ajito amablemente.
Me soltó la mano, pero aun así no
cambie la expresión de mi rostro.
-¿Tienes nombre?- pregunto.
Asentí y antes de hablar acomode
mis palabras en mi mente.
-Llámame Amelia-le dije con
naturalidad.
-Amelia-repitió Jonathan.
-Si-volví a mentir.
Si debía comenzar una vida nueva,
porque no comenzar con un nuevo nombre.
-Pues Amelia bienvenida-dijo el
joven con una sonrisa.
-¿Tu eres el borbotones?-pregunte.
El chico que tenía delante de mí se
sonrojo.
- Sí, soy el borbotón y soy uno de
los hijos de Violeta-. Respondió Jonathan.
Me sonroje.
-Discúlpame si te ofendí…-comencé
pero él me interrumpió.
-No debes disculparte, porque es lo que soy y
siempre lo seré-. Murmuro él.
Asentí.
Te prometo que te agradar vivir aquí-dijo
Jonathan.
Desde ese momento no le creí, pero después
de todo no tenía otro lugar donde quedarme y que tuviera una tarifa baja. Después
de cenar algunos turistas se fueron a pasear, algunas personas se quedaron en
el comedor, pero cierta persona se fueron a dormir.
Yo aun estaba cansada, pero tenía
que hacer unas llamadas telefónicas.
Me despedí de Jonathan y me fui a mi
habitación. Me sorprendió que recordara el recorrido hasta mi habitación, pero
cuando llegue a mi habitación no recordaba donde estaba mi teléfono. Sin
embargo no tarde mucho tiempo hasta encontrarlo.
Mi teléfono estaba guardado en mi mochila, pero
cuando finalmente tuve el teléfono en mis manos verifique las llamadas que
tenia este. En el teléfono al menos tenía veinticuatro llamadas de Chalayra y
Carolyn. Calcule la hora que debía ser en el otro lado del mundo antes de
llamar a Chalayra.
-Hola-saludo esta.
-Hola- salude avergonzada.
-¡Julieta!-exclamo.
-Soy la misma- le asegure con el
mismo tono de vergüenza.-, ¿como estas?- pregunte.
-Bien…– respondió, pero en su tono
de voz pude captar incomodidad.
-¿Qué ocurre Chary?-pregunte
alarmada.
-Julieta creo que esto va a
terminal en un caos-comento ella y no dije nada-, Paris sea ha vuelto loco. Él
te esta buscado por mar y tierra, hace una horas que vino a buscarte a mi casa,
provoco un escándalo y estuve a punto de llamar a la policía. Estaba muy
alterado y perturbado….
-Chary no digas otra palabra- la interrumpí.-,
no quiero escuchar otra palabra. París se olvidara de mi del mismo modo en que
yo olvidare a Romeo…- añadí sabiendo que era una mentira, yo nunca podre
olvidar a Romeo y Paris no me podrá olvidar.- no quiero me hables de Paris solo
limítate de decirme que acorrido con mis padres y mis amigos.
-¿Por qué?-pregunto chalayra.
-Porque quiero olvidar mi pasado y
si mi pasado es tener que olvidar a Paris y a Romeo lo hare-. Respondí tan
rápido que mis palabras salieron estropeadas.
-Tu pasado siempre te va a
perseguir y también Romeo y Paris-. Replico Chalayra.
-Por favor, limítate Chalayra-. Suplique
con voz ronca.
Suspiro y se quedo callada por un
segundo.
-Está bien- murmuro esta
finalmente.-prometo no mencionarlos-. Prometió Chalayra.
Chalayra me explico en detalle
simple lo que había sucedido en mi ausencia y ninguno de esos detalles me
sorprendieron. Mi querida amiga hablo sin mencionar a Paris o a Romeo.
Después que terminamos de hablar me fui a bañar
y después me volvía a rendir ante la cama, pero antes de cerrar los ojos me
pregunte a mi misma si hacia bien y no llegue a tener una respuesta más que un
dolor agudo en el pecho. Un dolor que me desgarro el corazón y si yo hubiera
tenido alma me la hubiera despedazado sin duda alguna.
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