miércoles, 23 de enero de 2013

la mujer que nadie tiene capitulo 6


 

No hay marcha atrás

 

Después de esa noche todo cambio, sentí como mi corazón se dividió en dos. Una parte de mi corazón seguía enamorado de Romeo y la otra parte latía y luchaba para así enamorarse de Paris. Mi príncipe de los ojos verdes, Paris se había vuelto más que un amigo que novio obsesionada. El acoplo y curo todas esas partes pequeñas y heridas de mí ser, nunca supe el porqué, pero con Paris todo me resultaba fácil. Aunque nunca hubo contacto físico entre nosotros solo nos parecíamos a enamorados de colegio.

Luego de haber pasado las varias semanas Paris e Isabella consiguieron un apartamento, mientras que yo hable lo poco que sabía de París frente a mis progenitores, sin importarme lo que ocurriera después lo presente ante mis padres y estos lo aceptaron de inmediato. Incluso mis padres dejaban que yo pasara mucho tiempo con él y hubo una vez que él se quedo en mi casa, pero como era de suponerse Paris durmió alejado de mi habitación y mi querido padre no durmió en toda la noche. París había caído como el dedo en el anillo en mi vida. Ya no tenía pesadillas ni sueños extraños, cuando llegaba la hora de dormir todo resultaba en cantador ya que soñaba con Paris y de nadie más, pero en ocasiones los recuerdo del pasado aparecían y me golpeaban con fuerza. Muchas veces me deprimí  hasta la desesperación, Paris lo notaba y buscaba la manera de hacerme olvidar. París me llevaba a conciertos, a costosas cenas, al cine, incluso me llevo a esquiar a una pista de hielo. Había cambiado muchas cosas al mí alrededor, pero eso no evito que el clima se volviera más sofocador.

El caluroso verano me agobio, solo faltaba semanas para mi decimoctavo cumpleaños. Luego de la graduación y mi primera vez todo había dado un giro 360, todo resultaba diferente ya no veía el mundo con los mismos ojos. Podía mencionar que mi relación con Paris se volvía extraña y buena en cierto modo, aunque luchara no sentía esa chipa que sentía con Romeo. 

Pero donde quedo a Romeo después de todo.

Romeo no volvió a comunicarse conmigo lo que fue un alivio y un desconsuelo. Aunque él estuviera alejado de mí los rumores llegaron a mis oídos y las palabras aparecieron ante mis ojos. Periódicos anunciaban la exitosa boda entres las familias importantes de la sociedad, en ocasiones vi la foto de Romeo y Rosalinda en el periódico ambos parecían felices y entusiasmados de la ocasión y yo las ignores con mucho esfuerzo. Todas las noches antes de acostarme cerraba con llave mi ventana, para que nunca viniera por esta.

Mi sentimientos estaba eclipsados por dos chicos aunque no sabía quién ganaría, aunque mi corazón siempre demostró con vergüenza que estaba a favor de Romeo Montesco.  Sin hacer muchos esfuerzos guarde esas preocupaciones y pensamiento en mi mente, nadie en la graduación supo lo que me había ocurrido y tampoco quería divulgarlo. Mis amigas vivían tranquilamente sin tanto drama, pero al estar Paris cerca de mi no tenía tiempo para estar con ellos, pero siempre tomaba el teléfono y hablaba con Chary o Carolyn como si en mi vida todo fuera normal y tranquilo.

Además de mi cumpleaños un acontecimiento se acercaba el comienzo de las clases en el instituto. Hacía varias semanas me habían enviado la aceptación, solo tenía que empacar mis cosas y tomar un vuelo a España, pero Paris no sabía nada. No sabía cuánto podría aguantar la mentira.

Les implore a mis padres cientos de veces que no mencionara el tema frente a Paris y Isabella y gracia a la suerte ellos no dijeron nada. Isabella la prima alocada de Paris se había vuelto una amiga incondicional ya que me escuchaba cuando no podía soportar más la carga.

Hoy era viernes, el tiempo paso como un suspiro, sin poder proponérmelo me sentí un poco nerviosa solo faltaban tres días para irme a España. Prácticamente hoy le debía decirle la verdad a Paris, así mientras yo estaba en mi habitación llame a Paris después que el sol se oculto tras dejar un manto de estrellas.

El teléfono sonó dos veces y el  hablo.

-Hola-

-Hola Paris, soy yo Julieta –salude con una voz ronca. -, ¿tienes planes?- pregunte rápidamente.

-No-dijo.

-¿Quieres ir a la playa?- pregunte y escuche una risita proveniente del teléfono- ¿Por qué te ríes?-exigí saber.

-A ti no te gusta la playa-. Respondió.

 Solos con dos meses ya Paris me conocía mejor que mi propia sombra.

-Hoy tengo ganas de ir-. Dije con sarcasmo.

-Es de noche-. Me recordó Paris.

-¡Que importa!- exclame.

-Iré a buscarte- dijo y se quedo pensativo por un segundo- y Julieta te quiero mucho-. Se limito a decir.

Yo me quede cayada sin decir nada y Paris colgó el teléfono.

 Me costó trabajo controlar mis pensamientos y me dirigí a la sala donde mi madre estaba sentada en un mueble mientras leía un libro grueso.

-Madre-la llame sin sentarme.

-Si- dijo sin levantar la vista del libro.

-Iré a dar un paseo con Paris-. Le dije ya que mis padres nunca me decían que no.

-Ah- se limito ella sin apartar los ojos del libro y el teléfono sonó con su sonara campanada. Finalmente mi madre aparto los ojos del libro, se incorporo dejando el libro sobre el mueble, se dirigió hacia donde estaba el teléfono y sin mirar el numero lo contesto.

-Hola- saludo ella con tono serio- hola Isabella- saludo cambiando su tono de voz y luego ambas se unieron en una conversación extraña y particular del cual yo no comprendí, varia veces mi madre me lanzo miradas extrañas.

 -Se lo diré-. Se limito a decir y luego colgó.

Mi madre se voltio a verme.

-¿Que quería Isabella?- pregunte con curiosidad.

-Ella me pregunto si te podías quedar a dormir en el apartamento-. Contesto mi madre y se dirigió al mueble.

-¿Para qué?- pregunte sin comprender.

-Ella invito unas amigas a celebrar una fiesta de pijamas -. Explico y se sentó en el mueble, tomo el libro y volvió abrirlo.

-Debe ser una broma-. Susurre muy bajito.

-Si-respondió mi madre.

-¡Qué!-exclame.

-sí, puedes ir- respondió mi madre antes de que yo formulara la pregunta.- y ya sabes las regla- se limito a decir mi querida madre.

-Sí, madre- susurre-. Te llamare cuando vaya a dormir, no beber bebidas alcohólicas y seré prudente.

-Ten cuidado con Paris- me aconsejo.-, los hombre son muy maliciosos y despiadados –. Dijo poniendo los ojos en el libro.

-Lo tendré en cuente- susurre antes de irme a mi habitación.

Cuando llegue a mi habitación encendí la radio y puse el volumen muy alto. La música me ayudo a relajarme mientras lanzaba mis cosas personales a una mochila. El tiempo pasó y ya había empacado todo sin tener que pensar en nada más que no fuera la guitarra eléctrica.

Aburrida y sin tener más nada que hacer ordene mi habitación, pero después que termine todavía él no había llegado. Así que tome una libreta desgastada y comencé a escribir. Al principio no sabía que escribía solo sabía que me tranquilizaba y aliviaba esa tención en mi cuerpo. 

Escuche el sonido de bocina resonar en mi habitación.

Mi corazón salto de un brinco y sentí como se arrinconaba contra mis costillas.

Suspire.

-cobarde- le reproche a mi corazón, sabiendo que yo era tan cobarde como él.

Me puse la mochila en mi hombro derecho y me fui a recibirlo con una sonrisa radiante, pero todavía sosteniendo la libreta. París me esperaba en la puerta, su belleza era impredecible siempre me sorprendía y me quitaba el aliento. Había veces no entendía su amor por mí, si yo no era hermosa, tampoco era rica y ni siquiera hablaba cuatro idiomas.

París vestía de esa forma europea una chaqueta negra de cuero y unos vaqueros negros y recién planchados. Tenía el cabello largo y lacio como siempre me fascinaba.

-salut Julieta- saludo en francés y me traspaso con los ojos.

-Hola-salude rápidamente en español y sonrojada por su sonrisa picara y adorable.

En ocasiones esa sonrisa me hacía perder la memoria y hacia que titubeara.

-Me permites- pidió acercándose a mí, no espero que respondiera y me quitaba la mochila con suavidad y rapidez. -. ¿Estás lista? -me pregunto.

Trague hondo y asentí sin poder hablar.

-Pues vámonos- susurro y me extendió la mano de forma significativa.-, ¿puedo?- pidió.

-Si- respondí y le extendí mi mano.

 Sentí su mano serrarse con la mía. Su piel se sentía caliente y casi humedad… supongo que sudaba por los nervios o era mi mano la que sudaba.

El contacto entre nosotros era extraño y casi incomoda de mi parte.

 Paris siempre me pedía permiso antes de tomarme la mano, acariciarme el rostro o para tocar cualquier parte de mi cuerpo. En cambio yo me sentía curiosa por tocar su piel, pero temerosa de lastimarlo con mi tacto rudo e insensible.

Salimos de mi casa y el aire puro entro en mis pulmones.

-¿Es verdad que tu prima hizo una fiesta de pijama?-pregunte con curiosidad.

-Claro que no-. Respondió.

-Pero…- comencé y me interrumpió.

-Isabella solo quiere ser una buena prima- me respondió y caí en cuenta.

-¿Que haremos?- exigí saber con frustración.

-iremos a la playa- se limito a decir.

-Oh- me limite a decir y mi corazón se ajito rápidamente.

Paris me acompaño a la puerta del pasajero sosteniéndome la mano.

-¡Que caballeroso!- exclame con una sonrisa.

-Aja- se limito a decir y se acercó a mí, por un segundo pensé que me iba besar, pero Paris se apartó bruscamente.

-París- lo llame y sin pensar en lo que asía.

Hasta ahora no sabía el nombre verdadero de Paris y aun así no quería saberlo. Tampoco Paris le interesaba saber mi nombre, con solo llamarme Julieta era suficiente para ambos.

-Si-

Me mordí el labio, yo sabía que mis padres estarían mirando por la ventana.

-Nada- me limite a decir y me abrió la puerta del pasajero. Me subí al auto sin decir una sola palabra. Después que el cerro mi puerta camino con paso decidido a la puerta de conductor, se subió al auto y cuando cerró la puerta pude ver que se esforzaba por mostraste normal, pero cuando aferro su mano al guía pude ver las venas sobresaltadas de su manos.

-¿Que demonio le ocurría?- susurren tan bajito que Paris no me escucho.

El resto del camino fue desgarrador, ninguno de los dos dijo una sola palabra, varias veces sentí sus ojos sobre mí, pero yo me mantuve con la cabeza agachada conteniendo los arranques de enojo.

Yo era su maldición, él se sacrificaba por estar conmigo, por ganar mi corazón. Yo hacia el esfuerzo, me esforzaba por olvidara Romeo como tanto deseaba tener 18 años, pero Romeo seguía siendo la sombra de mi corazón.

Cuando estaciono el auto sentí mi estomago temblar.

- Julieta- me llamo cuando apago el auto y no fui lo valiente para levantar la cabeza.

-Si- susurre y mi voz sonaba apagada y ausente.

-lamento haberme comportado de esa manera tan bruta e indecente- . Comenzó a disculparse y yo lo interrumpí.

-No tiene que disculparte ya que me merezco más que un comportamiento indecente –. Replique con los ojos cerrados y la cabeza agachada.

-¿Porque lo dices?- me exigió saber.

-Soy egoísta-levante la cabeza y las lágrimas corrieron por mis mejillas rosadas. -, soy lo suficiente egoísta para amarte, soy lo suficiente egoísta para dejarte ir y dejarte ser feliz con otra chica. Yo te necesito eres la cura de mi corazón, pero veo que no eres feliz y haces esfuerzo para hacerme feliz, pero solo te decepciono. No te merezco-. Balbuce enojada y con lagrimas en el rostro.

Odiaba que me viera en ese estado, así que antes que dijera otra palabra me desabroche el cinturón y me baje el auto.

 Cerré de un portazo la puerta.

 La playa era hermosa en la noche.

 La arena parecía oscura y cálida, las olas chocaban entre sí dejando un eco en el aire, las luciérnagas estrella de la galaxia brillaban como diamante. La luna como diosa perfecta nos llenaba de luz en la oscuridad negra. Las ráfagas de viento chocaban contra mí y me asiéndome retroceder para atrás.

Me quede quieta donde estaba pero escuche la puerta del conductor abrirse y temerosa de París, salí corriendo de ese lugar. Mis piernas se movían con rapidez, el aire entraba y salía sin tener estancia en mis pulmones y mis brazos se movían con fuerza. Las lagrimas ya no corría por mis mejillas, pero mis ojos estaban hinchados y rojos.

-JULIETA-grito Paris en mi espalda.

El chico me pisaba los talones.

Seguí corriendo, pero ni siquiera me había volteado a decirle una palabra y este me tomo por el brazo.

-Suéltame-demande y forceje para que me soltara.

-No- dijo sin soltarme.

Sin proponérmelo comencé a llorar.

-Ódiame-le pedí y me voltee a verle el rostro. Nunca había visto a Paris de esa forma, su rostro estaba tan pálido como las cenizas y sus ojos estaban dolidos y tristes. -. Ódiame y aléjate de mí- le ordene, pero este no me soltó.

-Jamás-susurro-. Te seguiré, aunque tenga que ir al mismo infierno, aunque tenga que venderle mi alma al diablo por ti lo aria, siempre estaré contigo ya que te quiero.

-París yo no te quiero- le dije con todo el dolor de mi alma, pero era la verdad- , te quiero y te necesito, pero no siento amor y lucho y deseo sentirlo, pero te lastimo demasiado-. Le explique y Paris me soltó. - lo lamento mucho y acepto toda la culpa…

-Mentira- balbuceo Paris. –, tú me amas, pero el problema es que no lo sabes. Todavía sigues pensado en el otro.

-Romeo- pensé en mi mente y sentí un dolor de cabeza.

-Por favor Paris-. Suplique, no quería tener que pensar en Romeo en semejante situación.

-Me amas-repitió Paris.

-¿Que te hace pensarlo?- pregunte sin comprender su seguridad.

-Lo siento- dijo con tranquilidad y yo sabía que intentaba sonar seguro de sí mismo.-, ¿Qué sientes tu de mi?- me pregunto.

-percibo un sentimiento del cual no puedo explicar, pero sé que es bueno pero a la vez extraño y un poco complicado-explique-. Eso es lo que pienso-. Me apresure a añadir.

París a sintió aceptando mis palabras, aunque lo que yo había dicho no se acercaba lo que yo le diría a Romeo.

-Todavía podemos seguir intentándolo-dijo y repentinamente me tomo en sus brazos. Sentí su aliento contra mi rostro.-, no te rindas- pidió y seco las lagrimas de mi rostro.-. Solo confía en mí -. Pidió y sus ojos se estaban poniendo como cristales de agua.

Trague hondo y suspire.

-Yo confió en ti, pero yo no confió en mi corazón.-le explique.- y sé que te terminare lastimando-.  Prometí sabiendo que en mi mente un plan se forzaba.

-No harás tal cosa- me dijo mientras negaba con la cabeza.

Volví a suspirar.

-Por qué no olvidamos tus arranques de niña malcriada y seguimos como si nada de esto hubiera pasado-. Sugirió y una sonrisa fugas corrió por su rostro, aunque sus ojos seguían triste y vacío.

-Si te hace feliz-. Dije intentando ser amable, pero con un tono sarcástico y a París se le borro la sonrisa del rostro.

París hizo como si no me hubiera escuchado y me soltó.

Tenía que irme los más rápido posibles sin hacerlo sufrir, pero más aun tenía que darle una parte de mí antes de irme. Darle lo que él quisiera de mi, Paris se lo merecía ya que él era mi pañuelo de lágrimas.

-París- lo llame teniendo en cuenta lo cerca que estábamos, pero el choque de las olas retumbaban entre nosotros.

-Si-

-¿Que es lo que más quieres de mi?-le pregunte.

París ni siquiera se sonrojo y ni titubeo cuando hablo.

-Quiero que tú me ames- respondió.

-Otra cosa- pregunte-. ¿Qué es lo que quieres de mi además de lo que ya me has dicho?- le pregunte con valentía y él se sonrojo como un tomate.

Paris me dio la espalda.

-¿Que?- pregunte sin comprender su reacción.-, dije algo malo-. Pregunte y París se voltio, me tomo en su brazos con ternura y pasión. Por un segundo pensé que me besaría.

-Sabes que no te toco sin tu permiso y ni siquiera te beso, porque creo que no es bueno ni adecuado. Julieta, tú no sabes lo agradable sentir tu piel sobre la mía, es tan agradable y no sabes cómo sentir lo que siento cuando me tocas. Cuando me tocas, mi corazón se detiene y pierdo el aliento-Paris se sonrojo y mi corazón se detuvo. -. El tono rubí por tus mejillas hace que mi corazón de un salto olímpico y tu sonrisa me fascina y me gusta verla en los peores momentos y situaciones– Explico y me sonrojo. -. Aquel día en que nos conocimos fue el mejor día de mi vida. Mi vida tomo el camino correcto y sentí que volvía a ver la luz-soltó una risa sensible. -.sé que no fue muy maduro y responsable de nuestra parte terminar de la forma en que terminamos, pero aquello fue mágico y especial. Nunca pensé encontrar a una persona como tú y sé que luchas con todo tu corazón amarme y olvidarlo. Sé que no es fácil y seré paciente, pero hay veces que quisiera…

-¿Me estas pidiendo permiso?- le pregunte sorprendida y sonrojada.

Paris cerró los ojos con vergüenza.

Me aparte bruscamente de Paris  y aleje sus manos de mi cuerpo.

París abrió los ojos sorprendido y yo lo contemple mientras me acostaba en la arena. Sentí la helada arena en mi nuca y extremidades y no pude evitar temblar.

-Ven y enséñame amarte- le ordene y el abrió los ojos rápidamente sorprendidos.- Paris- lo llame al ver su frustración en su rostro. Al escuchar que lo llamaba se acostó en la arena, pero sin tocar mi cuerpo.

-¿Realmente quieres?-demando sin comprender lo que mis labios decían.

 -si- respondí- y no te muevas- le ordene con voz suaves y sensible.

Me moví silenciosamente y sutilmente con una sonrisa en el rostro.

-Si tú lo dices- susurro con nerviosismo y cerró los ojos.

 Me acerque a su rostro, acaricie con las yemas de mis dedos su rostro hermoso y suave. Acaricie sus pómulos, su nariz pequeña, sus mejillas sonrojadas como las llamas de una fogata y más aun acaricie sus labios rosados y temblorosos. El rostro de Paris resultaba tan hermoso debajo de las luces de las estrellas y la luna. Me quede contemplado su rostro por varios segundo y me acerque lentamente a su rostro y sin tener miedo presione mis labios sobre los suyos. Nunca supe si era buena besando pero él lo acepto con  gracia y gozo. Sus brazos me rodearon mientras yo seguía encima de él, mi mente se desconecto de mí ser y mi cuerpo reaccionaba de mil maneras.

Sentí como la adrenalina crecía en mi pecho colapsando mis pulmones por falta de aire. Un dolor en mis costilla me hizo apartarme de Paris y sin proponérmelo comencé a respira sofocada.

-¿Qué ocurre?- pregunto  alarmado Paris por mi palidez y sofocación.

-Se me olvido respirar- repetí balbuceando cada palabra.

Tosí bruscamente y me incorpore incomoda de mi estado. Paris se incorporo a mi lado y me dio una palmaditas de sosiego.

-¿Estás bien?-pregunto preocupado.

-Si- respondí y deje de toser con un dolor en el pecho.- lo lamento, soy una tarada- le esplique con lagrimas pequeñas debajo de mis ojos. Desvié la mirada hacia otro lado.

-No eres una tarada- me reprocho y tomo mi rostro en sus manos haciéndome verle su rostro.-, solo eres una chica despistada- me corrigió.

Sus ojos verdes me hipnotizaron por un segundo.

-¿Qué?-pregunte sin comprender lo que sus ojos hacia en mi.

-¡Hay Julieta!- exclamo y suspiro.

Me quede helada mientras el sostenía mi rostro y me observaba con determinación.

-Julieta, tu nunca te has fijado que pareces a una muñeca de porcelana con muchas grietas-. Expreso y su aliento acaricio mi mejilla.

Abrí los ojos sin poder contenerme.

-Tú pareces a príncipe alocado-. Le dije y él sonrió.

-Tú eres la princesa de mi cuento-. Susurro.

Me sonroje como un tomate.

-¿Puedo?-pregunto luego que quedara cayada y sonrojada.

-Si- dije sin saber a qué se refería.

París soltó mi barbilla. Vi como sus manos se aproximaban a mi rostro con vergüenza.

-No te hare daño-. Me consoló como si mis ojos mostraran miedo.

Cerré los ojos y deje que él me tocara. Sus dedos recorrieron por mi rostro sin manual y sin guía. Sentí el cosquilleo de sus manos sobre mi piel, sentí la ternura y pasión que dejaban a su paso, pero de un momento a otro sentí su aliento en mi cuello y luego se esfumo.

Abrí los ojos alarmada.

-¿Qué ocurre?-pregunte sin entender lo que le ocurría. Paris estaba apartado de mí con la vista en la luna.

-No quieres hacerlo- dijo con dolor. -, solo quieres hacerlo por pena y porque sientes lastima por mí. Me duele saber que no podre tenerte en mis brazos, no poder besarte y más aun no escuchar tu corazón cuando late locamente y sabes que es el peor castigo para un hombre enamorado-. Susurro muy bajito, pero mis oídos escucharon cada palabra.

-Paris- lo llame y Paris aparto la vista de la luna.

 Mi corazón se detuvo al ver las lágrimas de perla en sus ojos verdes.

- ¿quieres que te ame?-le pregunte y Paris asintió. -. Enséñame amarte, a quererte y a desearte con todo mi corazón -París se acercó a mi lado.-. No te hare daño- le dije. -, me corte las uñas- le asegure.

Ambos nos echamos a reír.

-Eres el hombre que siempre soñé tener- comente y el no dijo nada.

Nuevamente suspire.

- Es muy hermosa- dije mirando a la luna- desearía ser tan luminosa como ella…

-Tú eres más que luminosa-. Dijo Paris francés.

-Aja- me limite a decir y tuve una idea.

-¿Paris tienes calor?-pregunte apartando los ojos de la luna.

-Ummmmmm-murmuro sin saber que decir.

Me incorpore.

-Yo tengo mucho calor- le dije y me quite la blusa.

-¿Qué haces?- pregunto sonrojado cuando mi blusa toco la arena.

-Ir a nadar- respondí y me quite el pantalón. Mi pantalón cayó al suelo-¿quieres venir a nadar conmigo?-pregunte con una sonrisa en el rostro.

-Si- respondió en un balbuceo y se comenzó a quitarse la chaqueta.

 Me quede quieta mientras lo observaba desvestirse. París resultaba hermoso con semejante belleza y musculatura. No supe por cuánto tiempo estuve observándolo, pero fue como ver una pieza de arte por primera vez. La única prenda que tenia Paris era su ropa interior al igual que yo, solo la ropa interior cubría esas partes privada.

-¿Que?- pregunto por mi expresión aturdida.

Trague hondo e intente parecer tranquila.

-Nada- dije avergonzada.

-Aja- dijo con una sonrisa en su rostro, se acercó a mi.- vamos- murmuro

Asentí y le tome la mano.

Paris y yo nos dirigimos al agua, entramos poco a poco, el agua toco mi piel y la inundo de la calidez. Comenzamos a nadar cuando ya el agua llegaba por mi cintura. París estaba delante de mí por semejante fuerza, ambos entramos a lo más profundo y yo no podía más. Las olas me hacían volver atrás y me dolían los brazos y las piernas.

-París no puedo seguir nadando-. Le grite cuando ya me había cansado.- vamos a quedarnos aquí.

-Claro- grito Paris luego de dejar de nadar.

Paris era más fuerte que yo y estaba lo bastante lejos para ser alcanzado.

-Acércate- le dije y Paris nado hacia donde yo estaba.

-¿Estás bien?- pregunto.

-No-admití con vergüenza.-, estoy sofocada…-dije y me quede en silencio a lo que él llegaba a mi lado.

París llego a mi lado más rápido que mil latidos y tomo mi cuerpo rápidamente atrayéndolo hacia él. Me rodeo con sus brazos fuertes e involuntariamente mis brazos y piernas se enredaron en su cuello y cadera desnuda. Nuestros rostros estaban demasiado cerca.

 Paris me mantenía a flote con gracia y agilidad.

-Mucho mejor-. Dije después de un rato mi corazón latía con ferocidad.

-Eso pensaba-. Dijo con una risita y su respiración choco contra mi rostro.

-Ummmmmm- comencé sin saber qué hacer.

-¿Qué?-pregunto París sin entender mi sonrojo.

 -¿Quiero hacerlo?-le respondí.

Antes de que Paris dijera una palabra presione mis labios contra los de él. Al principio Paris no supo lo que ocurría y pude sentir su Confusión por el modo en que me besaba, pero después que deje que su lengua entrara a mi boca. Todo fue pan comido si podía decirlo de ese modo.

Sentí la adrenalina de su boca, mis manos recorrieron sus hombros y cuello. Paris hizo lo mismo recorrió sus manos por toda mi espalda y sentí como desabrochaba mi sostén y me lo quitaba con ternura y pasión. Seguí besándolo y deje que mis manos recorrieran todo su cuerpo y Paris hizo lo mismo, me acaricio y me beso como nunca había hecho. Deje que me guiara y ni siquiera me di cuenta cuando Paris me saco agua. Paris me acostó con amabilidad y ternura en la cálida arena sin dejar de besarme y acariciarme. Ni las olas, ni el calor infernal pudieron evitar que nosotros nos entregáramos al uno al otro. Ya no hubo más lagrimas, ni dolor, ni tristeza solo hubo amor. La luna y las estrellas fueron testigo del acontecimiento. El único ruido que rompió el silencio fueron mis gritos y los gemidos que lanzamos los dos.

-Julieta- me llamo Paris, su voz sonaba lejos y tranquila.

Gemí.

-Despierta bella durmiente-. Susurro Paris en mi oído.

Abrí mis ojos.

La luz del amanecer me dejo ciega por un segundo, mis ojos se adaptaron a la luz del sol con solo cien latidos de mi corazón. Mis ojos recorrieron el lugar, el auto de Paris todo resultaba confuso.

Bostece

-Siempre te sales con la tuya-. Me regaño con burla en su tono de voz, pero no supe donde Paris estaba.

-¿Paris donde estas?-pregunte.

 Me incorpore de un salto y me maree. Me deje caer en algo duro y tibio.

-¡hay Julieta!-exclamo Paris.

Me voltee y vi a Paris acostado a mi lado.

-Ups- balbuce-, perdón- me disculpe.

Yo había caído sobre el pecho de Paris, ambos estamos acostados en el asiento de atrás de su auto y una manta de lana nos cubría.

-¡Santo cielos!- exclame y los recuerdos volvieron a mi mente.

-¿qué ocurre?- pregunto alarmado Paris por mi tono de voz.

-¿Todo fue real?-pregunte.

-si- respondió y luego soltó una risita tonta.

-Por un momento creí que todo fue un sueño-explique y sentí como sus dedos acariciaban mi espalda desnuda y tibia.

Me entremesi y Paris lo sintió.

 -¿Qué ocurre?-pregunto confundido y retiro su mano de mi piel.

-Soy cosquillosa-explique sonrojada.-, pero puedes seguir asiéndolo- le asegure.

París volvió a poner su mano sobre mi piel y volví a sentir el mismo cosquilleo en la piel. No pude evitarlo, solté una risita y volví a temblar.

-Eres increíble- me susurro París en mi oído.

-Isabella- susurre.

París suspiro.

-Ella no se enfadar- me aseguro. -, pero es mejor que vayamos a mi casa.

-Si -coincidí y me incorpore.

La manta cayó al suelo, avergonzada tome la manta y cubrí mi cuerpo.

Paris soltó una risita, se incorporo rápidamente y se vistió en silencio. Rebusque en el suelo mi ropa, pero faltaba algo…

-¿Paris donde esta mi sostén?-pregunte.

-Ups-balbuceo y se echo a reír. -, los peces te lo robaron- dijo y comenzó a reír.

-Fanfarrón –le dije y me puse la camisa sin ponerme el sostén. - . Entrégame tu chaqueta- le ordene y me la entrego.

 Me puse la chaqueta negra pero mis brazos eran muy cortos así que remangue las mangas de la chaqueta hasta mis codos.

-mucho mejor-. Susurre muy bajito.

-Era un lindo sostén-. Dijo Paris con una risita y no pude evitar soltar una risita. Paris estaba de un humor agradable y era extraño escuchar sus chistes.

-Fanfarrón – repetí después que termine de vestirme y brinque hacia el asiento del conductor. -. Yo conduzco- le dije.

Paris brinco hacia el asiento del pasajero.

-¿Esta molesta?-pregunto Paris.

-No- respondí y puse el auto en marcha.

La trayectoria fue corta y no fue silenciosa gracias a la música de coldplay.

-¿Que esto?-pregunto Paris mostrándome mi libreta desgastada.

-Mi libreta de garabatos- respondí mientras a parqueaba el auto en estacionamiento.

-¿Puedo?-pregunto con curiosidad.

-No-dije rápidamente. -, es privado- le explique.

-Oh- se limito a decir y no abrió la libreta, pero sus ojos tenía mucha curiosidad.

Apague el auto y quite la llave del interruptor.

Suspire nerviosa y le dirigí una mirada de soslayo a París. El príncipe de los ojos verdes me sonrió para infundirme valor.

-París…-comencé, pero me quede en silencio.

-Si-pregunto él con curiosidad.

-Gracias- agradecí-, mil gracias por ser mi amigo y gracias por ser un… gran hombre-. Agradecí con todo el corazón.

-No tienes que agradecerme- replico con una sonrisa en el rostro.-, tú me has salvado-explico.

Me acerque a Paris y lo bese con agradecimiento y cariño.

Me aparte con toda naturalidad cuando ya no podía contener más el aliento.

-Te amo-me dijo cuando me aparte de él.

Mi corazón sufrió, mi estomago tembló y una piedra cayó en mi garganta impidiéndome el habla, en ese segundo tuve las ganas de vomitar. Paris me decía te amo con todo el corazón y yo no tenía ni la decencia para corresponderle del mismo.

Nadie aparte de mis padres me había dicho te amo.

Sonreí a medias y nos bajamos de su auto.

Paris cargo mi mochila y sostuvo mi libreta en la mano derecha, mientras que la otra mano tenía mi mano temblorosa y sudorosa. Caminamos con paso decidido al elevador.

Trague hondo cuando las puertas del elevador se abrieron frente a nosotros.

Yo tenía fobia a los elevadores y a las alturas, siempre me ponía mal cuando tenía que subirme a uno.

-no te pasara nada-. Me consoló parís sabiendo de mi miedo.

-Eso espero-. Dije y mi voz sonó temblorosa y apagada.

París y yo subimos al elevador y como siempre cerré los ojos y controle las sensaciones de nausea.

-Ya llegamos-anuncio París cuando el elevador se detuvo y abrió las puertas con un chirrido del cual me pusieron los pelos de punta. Todavía no era lo suficiente valiente para abrir los ojos así que París me guio hasta a su apartamento. -. ¿Estás bien? -pregunto por mi notable silencio.

-Si-dije-y prefiero las escaleras-abrí los ojos.

París soltó una risita y soltó mi mano y comenzó a buscar sus llaves.

-No tengo mis llaves- me explico-, tendré que tocar- golpeo varias veces con sus nudillos la puerta de madera.

Esta se abrió y una chica no esperaba delante de esta.

-buenos días Isabella -saludamos Paris y yo a la misma vez con nerviosismo.

-¿Donde estaban?-pregunto Isabella interponiéndonos el paso.

-En la playa-. Respondí avergonzada y ruborizada.

Isabella tenía el cabello rubio, tenía unos ojos verde y la tés de su piel era muy pálida.

-Estuve toda la noche preocupada- murmuro Isabella enojada.-, la próxima vez nos los ayudare.

-¿Por qué?-pregunto parís.

-Porque es mi cuello y no el tuyo que está en juego-. Dijo con frialdad Isabella.

-Lo lamento tanto Isabella- me disculpe avergonzada.-, nuestros teléfonos se quedaron en el auto- le explique- y la próxima vez seremos más cuidadoso- dije y Isabella se apartó de la puerta y nos dejos pasar.

-Es pero que no hayan hecho nada malo- expreso con una risita Isabella cuando cerraba la puerta.

-Ummmmmm-murmure buscando una mejor respuesta, pero no se me ocurrió ninguna y Paris no dijo nada.

En el apartamento había un olor delicioso.

- me muero de hambre-. Dijo parís.

El apartamento de Isabella y París me fascinaba tenía un estilo de un hotel cinco estrellas.

-Estaba haciendo el desayuno-. Nos explico. - ¿quieren?-. Pregunto.

Paris asintió.

-Prefiero ir a bañarme-. Dije.  

-Supongo que sí-. Coincidió París.

Isabella me observo por un segundo.

-Julieta está muy pálida- murmuro Isabella. -, ¿está bien? –pregunto Isabella preocupada.

-Si -mentí-. Estoy un poco mareada, pero no es nada se me pasara con un baño y un desayuno saludable-. Me apresure a decir al ver la expresión preocupada de Paris.

-Supongo que será por la noche excitante que tuviste-.dijo con una risita.

Me ruborice rápidamente y mis mejillas tomaron un tono rojizo.

-Isabella cállate- le espeto con frialdad Paris a Isabella.

 París estaba tan avergonzado como yo.

-Solo bromeaba-. Dijo la chica.

-Aja-dijo Paris acercándose a donde yo estaba.-. Ven Julieta, déjame acompañarte al cuarto de visita-. Dijo Paris todavía sonrojado, me tomo nuevamente la mano y me guío al cuarto de vistita.

-Siento mucho el comportamiento de Isabella-. Se disculpo Paris avergonzado.

-No importa-. Lo tranquilice.

La habitación era sencilla y tenía un baño propio.

-Toma -me entrego mi mochila y la libreta desgastada y ambas cosas tome-. Te daré privacidad, te veo horita-dijo parís y me beso en la frente- . Puedes echar tu ropa a la lavadora, ya sabes dónde está la lavandería-Se fue y me quede sola en la habitación y cerré la puerta con seguro.

Camine arrastrando los pies hasta el baño.

 Sin contenerme las lagrimas se afloran con vida propia de mis ojos en mi pecho sentía un dolor desgarrador e incurable. París me había dicho que me amaba y yo no podía corresponderle de misma manera. Tenía que hacer algo y pronto.

Cuando llegue al baño, tire al suelo la mochila y la libreta desgastada y comencé a desvestirme. Después de desvestirme y dejar arena en el suelo entre a la bañera.

Solo con cinco lavadas pude quitar toda la arena de mi cabello, todo mi cuerpo tenía suficiente arena para llenar una pecera pequeña. Agradecí a los productos franceses a que relajaran mi cuerpo, pero no evito que llorara desconsoladamente, me sentía como la villana del cuento, pero aun me sentía la chica más desgraciada del planeta.

Luego dejar de llorar salí del baño con las ideas aclaradas. Enrolle las toallas en todo mi cuerpo y en mi cabello. Respire hondo antes de rebuscar mi celular en mi mochila, cuando lo tuve en las manos llame a la aerolínea.

-Buena días-me saludo una voz femenina.-, soy Alejandra Silvestre y en que puedo ayudarle.- dijo la mujer.

-Hola-salude intentado ser amable- quiero cambiar la fecha de mi viaje-dije en voz baja-. El viaje esta apartado en dos días, pero quiero que mi viaje sea cambiado para mañana.

¿Qué vuelo es?-pregunto y escuche el teclado.

-El vuelo es 111 a Barcelona esta apartado para las 11:35 am-le respondí.

-Me permite un segundo- pidió la mujer.

-Si- respondí.

Escuche el teclado y la respiración de la fémina.

-El único vuelo de mañana esta apartado 2:30 am…- dijo ella.

-Quiero ese viaje-.dije rápidamente.

-Muy bien- concluyo esta. -, cuando venga al aeropuerto tendrá que venir a la recepción y que tenga un buen viaje.

-Sí, claro-dije y colgué el teléfono.

Ese era mi brillante plan, escapar sin decir adonde iría y cuándo volvería. Solo esperaba que mis padres no dijeran nada.

Me vestí con nerviosismo, me cepille los dientes y el cabello con rapidez. En silencio recogí en reguero que había hecho en el baño y antes de salir del baño le eche una hojeada a la chica que estaba en el espejo y me sentí más miserable al verla. Lleve mi ropa a la lavandería y la eche a lavadora, luego de echarle jabón y ponerla en marcha me fui a la cocina.

Cuando salí de la lavandería el olor a emparedado llego a mi nariz.

-Huele delicioso-comente cuando llegue a la cocina.

 Isabella estaba batiendo unos huevos con un tenedor.

-Gracia-agradeció orgullosa-te ves diferente-comento Isabella mirándome con frustración y enojo.

Me encogí de hombros

-Yo me siento igual -susurre ruborizada.

-Aja- se limito a decir Isabella.- el desayuno está en la mesa- me señalo con la cabeza.

Mis ojos recorrieron en lugar hasta encontrar la mesa, camine con paso decido y supe que Isabella me miraba con curiosidad. Me senté y no pude evitar mirar aquel emparedado con añoro y deseo. Sin contenerme lo tome con ternura y me lo acerque a la boca, para luego darle un mordico. Tenía un sabor excepcional e increíble.

-¿Te gusto?-pregunto Isabella.

Asentí ya que tenia la boca llena.

Luego de comer, ayude a Isabella hacer un biscocho de vainilla y a recoger el desastre que habíamos hecho en la cocina.

-¿Que huele tan delicioso?-pregunto Paris cuando llego a la estancia.

Me sonrió al verme y yo le devolví una sonrisa con hipocresía.

-Es biscocho de vainilla-. Le respondió Isabella.

Los ojos verdes de Paris se iluminaron.

-París, me tengo que ir-. Dije interrumpiendo el aura de emoción.

-¿Por qué?-preguntaron a la vez Paris e Isabella.

-Tengo planes con Chary y Cary-. Mentí.

-¿Quiénes son?-pregunto Isabella.

-Chalayra y Carolyn son las amigas de Julieta- respondió antes que yo dijera otra cosa.

-Llevamos tiempo si vernos y decidimos ir esta noche al cine-. Explique ocultando que era una mentira.

-Puedo venir-se apresuró a decir Isabella.

-Isa, no seas entrometida-replico Paris.

Isabella le saco la lengua.

-Idiota-le espeto con frialdad- Julieta cuando vayas a cine enamórate de un chico que sea menos estúpido.

-Lo tendré en mente- dije siguiéndole el juego.

Ligeramente París levanto la ceja y sonrió tranquilamente.

No pude evitarlo y solté una carcajada.

-Soy una chica fiel…-mi corazón sufrió por un segundo.- y no pecare- le mentí para tranquilizarlo.

-Yo confío en ti, pero no en mi querida prima-. Explico con la ceja a una levantada.

Isabella volvió a sacarle la lengua.

-Voy a recoger mis cosas- a musite y me fui a la lavandería. Saque la ropa recién lavada y la arroje en la secador, después de ponerla en marcha me fui a la habitación de visita y recogí todas mis cosa incluyendo la libreta desgastada. Recogí el desorden que había hecho en la habitación y más aun me despedí de ese lugar. Salí de la habitación y fui a la lavandería, saque mi ropa aun mojada de la secadora.

-¿Estas lista?-pregunto Isabella detrás de mí.

 -Si -respondí y guarde la ropa en mi mochila.

-¿Podemos hablar?-pregunto Isabella.

Asentí y me puse la mochila en mis hombros.

Ella cerró la puerta con seguro.

-¿Tu quieres a mi primo?-me pregunto Isabella.

-Sí, pero no de la misma manera que él me quiere a mi-.respondí.

-Ya veo-. Comento ella pensativa.

-¿Que ocurre Isabella?-pregunte con preocupación.

-Julieta no comprendes lo que está haciendo- susurro muy bajito que apenas pude escucharla. -. Mi primo está tirando sus sueños por la venta solo porque tiene esperanza de que tu lo ames, pero que ocurre si tu nunca llegas amarlo, que tal si tú decides irte con otro chico crees que lo soportaría. Claro que no, preferiría morir antes de perderte, pero si tú nunca has sido de él… me refiero sentimentalmente. Tú no lo amas aunque te hayas entregado a él en cuerpo, pero no en corazón y alma. Frente a París tengo que aparentar que todo está bien, pero no lo está.

‘‘Te sugiero que lo dejes de una vez, deja que sea feliz con otra chica y ten en cuenta que yo lo consolare en los momentos terrible. No me odies Julieta solo te digo lo mejor para todos ya que tu también sufres y no es bueno para ninguno de los dos- explico Isabella-. Espero que tengas suerte en tu viaje y prometo no decirle nada a Paris…

-Me espiaste-le pregunte.

-Fui a ver si estabas bien y escuche todo- me explico -.la curiosidad no es un pecado-. Susurro.

Yo estaba pálida, quería llorar y gritar, pero me contuve.

-Gracias Isabella-agradecí sabiendo que era lo mejor-, no seré un dolor de cabeza lo prometo…-dije y me dirigí a la puerta pero ella me detuvo el paso.

-Julieta recuerda que es por el bien de todos y ten en cuenta que nunca te llegue a odiar, pero debo proteger a mi primo y siempre quise que fueras la chica ideal para Paris-dicho eso me abraso, pero nuestro abrazo fue incomodo gracias a la mochila que yo cargaba, pero no evito que esta mediera unas palmaditas en la espalda.-. Adiós-. Se despidió y me soltó.

-Prometo, no volver a cercarme a ustedes-. Le prometí.

 Pude ver lagrimas en sus ojos, la oleada de dolor fue inevitable, luego de salir corriendo de la lavandería y dejar asola en aquella habitación a Isabella me fui a la cocina todavía sosteniendo mi mochila.

Paris estaba esperándome con una sonrisa radiante y al verme esta se ilumino.

Le devolví la sonrisa con hipocresía.

París me llevo a mi casa.

-París-lo llame cuando detuvo su auto frente a mi casa.

-Si-

-¿Puedo pedirte una cosa?- pregunte.

-Lo que sea- respondió.

-Un beso- respondí y el asintió.

Me acerque a Paris y lo bese con ternura, pasión y con mi último beso quedo implantado el adiós y el dolor. Cuando me separe de Paris contuve las lagrimas y le sonreí como si todo estuviera tranquilo, pero no era así en mi pecho había un infierno.

-Adiós-me limite a decir.

Me baje del auto y cerré la puerta con un portazo antes de dirigirme a mi casa sin mirar atrás. Cuando atravesé la puerta de mi casa supe que mis padres no estaban y no tenía tiempo que perder.

El resto de la mañana y la tarde estuve haciendo mis maletas y empacando mis cosas personales en cajas. Un trabajo que debía usar mi mente y mi cuerpo. Fue melancólico estar en esa situación, pero era lo que la vida me había dejado por delante…sufrimiento y mas nada que eso. Cuando finalmente termine labor decidí que era mejor recoger mi habitación, lavar toda mi ropa sucia y desempacar la mochila que me había llevado la noche anterior.

Nuevamente estuve ocupada y cuando ya había terminado de limpiar tome la libreta desgastada y encontré lo que nunca sea escrito del amor. Yo había escrito cientos de poemas e historias sobre Romero y Paris, los únicos dos hombres que han sabido poner mi vida de cabeza.

El dolor, los recuerdos y las lágrimas salieron de lo más profundo de mí ser y me perturbaron hasta no poder mas, adolorida de todo lo que ocurría en mí ser, decide que era mejor olvidar a Romeo y Paris, así que destruí, rompí, demolí, devaste o de la manera que prefiera llamarlo cualquier personas… dañe la libreta. Lo que yo estaba haciendo era lo mejor para todos.

-¿Julieta que todo esto?- exijo saber mi madre cuando llego a mi habitación.

-Son mis cosas-respondí mientras cerraba la ventana de mi habitación.- cambie el vuelo.

-¿Cuando sale tu vuelo?-pregunto mi madre.

-2:12 am- respondí dándole la espalda, no quería que viera mis ojos hinchados.

-¿Por qué cambiaste la hora?- exigió saber mi madre.

Me encogí de hombro.

-Supongo que era lo mejor, además madre no importa la fecha ya que de todos modos me iré- respondí intentando sonar seria.

-¿Julieta estas bien?-pregunto con su voz maternal.

-Estoy bien… bueno no estoy bien madre- respondí con sinceridad, sabía que no podría mentirle a mi madre con semejante estado crítico.-. Paris será infeliz por mi culpa si no me alejo de él, pero es que yo anhelo tanto su compañía que se me hace difícil sepárame de él.

Me voltee y me abalance sobre mi madre.

-Hay hija mía- me consoló mi madre y me dio una palmaditas en el hombro.-. Todo saldrá bien, porque no hablas con Paris- me sugirió ella.

-París no me escucha y yo ya he tomado mi decisión-. Ataje con seriedad.- me iré mañana y ninguno de ustedes pueden decir donde estoy-.le dije a mi madre.

-te lo prometo Julieta-me prometió mi madre y se apartó de mí.- y es mejor que descanse-. Me sugirió ella.

Asentí.

-Mama, chalayra y Carolyn me llevaran al aeropuerto-le explique a mi madre.

-Pero, tu padre y yo queríamos llevarte y despedirnos de ti…-protesto ella.

-Es mejor hacerlo como yo quiero mama- interrumpí a mi madre.-. Mama no soy buena para las despedidas y no quiero verte llorar-. Le explique a mi madre y asintió.

-Al menos déjame despedirme de ti- me suplico mi madre.

Asentí, sin prometerle nada.

Ella volvió a abrasarme y me beso en las mejillas, mi madre no me besaba en la mejilla desde que tenía 8 años.

Mi madre salió de la habitación y rápidamente tome el teléfono, marque rápidamente aquello números que desaparecían de mi memoria.

-Hola-saludo una voz muy amigable.

-Hola-salude.

-Julieta-adivino Carolyn.

-Si-admití-, la misma-le asegure.

-¿Como estas?-pregunto ella.

-Más o menos-. Respondí.

-¿Qué pasa?-pregunto alarmada.

-Puedes venir para que te cuente todo y por favor pude ir a buscar a chalayra-. Le pedí.

-Claro-dijo Carolyn.

Antes de ocurriera otra cosa finalice la llamada y me acosté en la cama.

Cerré los ojos y me quede dormida…

-Julieta- me llamo chalayra y sentí que me movían el brazo.

Abrí los ojos y me encontré rápidamente con mis dos amigas.

-Hola-salude y solté un bostezo.

-Hola-saludaron a la vez chalayra y Carolyn.

Chalayra y Carolyn no habían cambiado en lo absoluto, mis amigas  seguían siendo jóvenes y guapas, pero en cambio yo seguí siendo más patética que antes.

-Vaya, Julieta has cambiado mucho- murmuro Carolyn -, perece un poco sofocada-. Me explico.

-Será porque lo estoy- le asegure. -, no tienen idea del enredo que hay en mi vida-. Susurre muy bajito.

-No comprendo- murmuro confusa chalayra.

-Porque mejor no se acomodan- le aconseje.

Yo me incorpore, permanecí acostada en la cama y chalayra y Carolyn se sentaron frente a mí.

Las dos chisca demostraban ansiada y preocupación, pero yo sentía mucha vergüenza y temor.

-Bueno es una historia complicada, pero ya ustedes saben el comienzo-le explique.-, lo que no saben es lo que ocurrió después.

-Aja- se limito a decir Carolyn.

-¿Donde fue que nos perdimos de la historia?-pregunto con seriedad Chalayra.

-En la graduación-balbuce y después de decir eso me embarque en un relato vergonzoso y detallado de todo lo que me había ocurrido desde entonces. Me sentí horrible al ver las miradas de seriedad y recriminación de Carolyn o ver la expresión de asombro y espumo de Chalayra. Todas esas reacciones me hacían sentir como una criminal como si todo lo que hubiera hecho era un crimen atroz y vergonzoso. A pesar en mi interior me sentía más tranquilas, porque aliviaba ese dolor de mi conciencia y el hueco donde debería estar mi alma. Chalayra y Carolyn se mantuvieron cayada en mi relato, lo cuan fue un alivio.

Hable todo lo que debí decirle a amigas desde su principio y temerosa de sus reacciones finalice mi telenovela. Por varios segundos nos quedamos en silencio, tres corazones rompían el silencio entre nosotras.

-París-comenzó Chalayra.-no es el chico musculoso de los ojos verdes.

Asentí

-El chico que bailo contigo- murmuro chalayra.

-Si- admití

-Es franciscano- dijo rompiendo su silencio Carolyn

- Si, pero no tiene el asentó. Su madre tiene sangre caribeña, por lo tanto ella le enseno hablar español, no solo a París si no a su prima Isabella- . Explique con seriedad.

-Todavía estoy estupefacta - murmuro Carolyn.

-Yo también-coincidió chalayra-. Has estado en este caos y no se lo has dicho a nadie.

- y estuviste con París…-añadió Carolyn

-Si-dije rápidamente para que no terminara la oración.

-¡Santo cielos!-exclamó chalayra.- cómo pudiste tener…-balbuceo la chica en busca de una mejor palabra.-, ya sabes a que me refiero… con Paris sin conocerlo. No pensaste en las consecuencias que pudiste haber tenido.- me regaño chalayra.

-No-admití- no pensé y tampoco me arrepiento-dije con sinceridad.- me sentí desdichada, patética y deshecha y por un segundo creí que podría ser feliz con Paris, pero yo no lo amo. Si no lo  puedo amar, para que seguir lastimándolo y dándole esperanzas en vanas.

“decidí por el bien de todos seguir con mis planes de periodismo que conllevan a que yo estudie en el extranjero. En menos de diez horas sale mi vuelo, Paris no sabe nada, pero Isabella si lo sabe…- explique seriedad.

-¿Por qué Isabella te odia?-pregunto Carolyn.

Negué con la cabeza.

-Ella no me odia, Isabella solo quiere proteger a Paris- explique en susurro.- ella me prometió que no le diría nada a Paris.

-¿Romeo?-pregunto Chalayra.

Suspire.

-No tengo ningún tipo de comunicación con el- respondí con amargura.-, no hablo con romeo hace varios meses.

-Lo lamento- se disculpo chalayra, en sus ojos pude ver la sinceridad.

-No, importa. Ya no pienso tanto en romeo. Ni siquiera me siento enfadad- explique y mi propia explicación me sorprendió.

Romeo ya no resultaba tan importante en mi vida, ni si quiera era el centro de mi universo aunque mi corazón y yo lo extrañaremos y amaramos a la vez. Ya yo no pensaban tanto el Romeo y tampoco las pesadillas a parecían desde que Paris había entrado a mi vida. Romeo parecía un libro pasado de moda, pero que aun me gusta y me llama la atención no importa cuántas veces lea ese libro.

-Al menos eso es bueno- suspiro Chalayra.

-Necesito vuestra ayuda- suplique.-, quiero que me lleven a aeropuerto, no quiero que mi madre me haga una escena, no en el estado en que estoy. También quiero que me mantenga al tanto con respecto a mis padres y…

-París-continuo Carolyn.

-Si-admití-, me preocupa que haga una locura si sabe que desaparecía y más aun no le dirán a nadie donde me iré ni siquiera a Romeo.

-¿Por qué?-pregunto chalayra.

-Sí, París sabe donde estoy moverá cielo y tierra hasta encontrarme y no puedo permitir que me encuentre, Romeo pensara que me voy por su culpa suya así que intentare buscarme y suplicarme que haga las cosas correcta mente. Solo quiero irme sabiendo que lo que dejo en mi marcha no arruinara la vida de otros, porque si las cosas salen como planeo quizás no regrese.

-No, puedes estás hablando en serio- me contradijo Carolyn.-, que pasara con tus padres.

-Nunca he hablado tan serio en mi vida- le afirme a Carolyn con firmeza y autoridad.

Carolyn me dirigió esa mirada que me hizo sentir como un ratón indefenso.

Siempre me ponía temerosa las miradas de Carolyn quien tenía un aspecto de un león agresivo, con una melena dorada, unos ojos café y unas uñas como zarpas filosas y mortales.

-Ellos me apoyaran y tienen una vida por delante sin mi.- respondí.

-¿Raúl y Kyo?- pregunto Carolyn.

-Raúl y Kyo sobrevivirán sin mí, además ustedes estarán para darle el cariño y la amistad que yo nunca podre otorgarle- exprese y me dolió cada palabra.

-Todavía no me convence tu plan-murmuro chalayra.-, pienso que haces mal en irte.

-Es mejor que hables con Paris y Romeo- escuche que decía Carolyn.

Mi mente estaba en otro lugar.

Cuando decidí irme no pensé en mis amigos ni en mis padres solo pensé en Paris y en mi.

Unas lágrimas de cristales pulidos cayeron de mis ojos y recorrieron mis mejillas en llamas. Odiaba tener que dejar todo atrás sin mirar atrás, pero era lo mejor. No volvería a ver a mis amigos ni siquiera a mis padres.

Tenía que ser fuerte y escapar  sin mirar lo que dejaba atrás de mí, debía soportar el dolor y el martirio que yo me había ganado. Todo lo que estaba ocurriendo era m culpa. Nunca debí enamorarme de Romeo, nunca debí involucrarme con Paris y ni siquiera darle falsas esperanzas y más aun nunca debí vivir ya que yo era un monstruo. Como el monstruo que era debía conformarme con la vida que yo misma me había forzado a seguir.

-No llores- me suplico chalayra

Por un segundo me había olvidado de chalayra y Carolyn.

Asentí y me seque las lágrimas de mi rostro con mis dedos temblorosos.

-Necesito que me consigan un celular nuevo y que transfieran todo mi dinero a una cuenta de banco en Europa- le ordene con voz ronca y arrastrando las palabras.

- Si, yo me encargo de eso Julieta-me aseguro chalayra.

-Julieta, porque no descansa y cuando sea la hora, te venimos a buscar y te llevamos al aeropuerto- me ordeno Carolyn y se puso de pie.-. Al menos puedo llevar a Kyo y a Raúl para que se despidan-.pidió Carolyn.

Asentí

-No le digas a donde voy- suplique.

Si- asintió.

Mi querida amiga se puso de pie, me dio unas palmaditas en el hombro y después salió de la habitación. En la habitación solo quedamos chalayra, mi vergüenza y yo.

-Lo lamento– me disculpe sin saber porque lo hacía.

-No tienes que disculparte, todos hacemos locuras y nadie es santo-. Dijo de una manera filosófica.

Chalayra seco las lagrimas en mi rostro.

-Descansa un poco, pareces enferma-. Dijo Chary.

Asentí y me acomode en la cama.

-Gracias- agradecí con sinceridad.

-adiós- se despidió y apago la luz de mi habitación.

Por primera vez en mucho tiempo tuve una pesadilla, era la misma pesadilla que había tenido con Romeo. Esa pesadilla era tan común para mí ya que siempre Romeo me arrancaba el corazón y en ocasiones Rosalinda estaba junto a él para disfrutar de espectáculo, pero esta vez Romeo ni si quiera Rosalinda apareció. Volví a estar en esa habitación rodeados de personas conocidas y por extraño que fuera me sentía feliz y eufórica. Nunca me había sentido de ese modo en una pesadilla.

Bajo la mirada y encuentro a Paris en el suelo muerto. La sangre lo bañaba completamente, su pecho tenía una abertura horrible. Sus ojos verdes parecían vacíos, mortales, pero aun llenos de dolor y Paris mantenía una mueca de dolor y la boca abierta como si contuviera un grito desgarrador. Al ver el cadáver de Paris me sentí muy feliz y entusiasmada. Junto a Paris se encontraba una charola de plata y una daga de plata llena de sangre. Sonreí y fije mi mirada en mis manos, las cuales estaba llena de sangre y cubiertas de cemento o una especie de arena con un tono gris…

-Julieta- me llamo chalayra en mi espalda, pero no me voltee a verla.

-¿Que?- demande si apartar mis ojos de mis manos.

-¿Porque le arrancaste el corazón a Paris?- pregunto enojada chalayra.

Me disponía a responderle pero…

Abrí los ojos y rápidamente me incorpore. Mi corazón latía rápidamente y un sudor viscoso Coria por mi rostro. Sentí nausea rápidamente y salí corriendo de mi habitación, rápidamente llegue al baño y sin esperar nada mas abrí la tapa de inodoro.

Mi estomago reacciono rápido…

Luego de haber vomitado lo poco que tenía en mí estomago, me acosté en el suelo y comencé a llorar.

Yo le estaba haciendo lo mismo a Paris, le estaba rompiendo el corazón del mimo modo que me lo hicieron  a mí. Era mejor que me fuera y pronto.

Me incorpore luego que me sentí un poco mejor, fui a mi habitación y busque toda mis cosa personales e higiénicas y me fui a bañar. Desee sentirme mejor después que Salí de la bañera, pero en mi solo había dolor y nausea.

Inmediatamente que me vestí, cepille mi cabello alborotoso y rizado y después cepille con fuerza mis dientes. Después de haberme arreglado recogí el baño y mi habitación. Todavía con tiempo de sobra tome varias hojas de papel y decidí dejar una carta a cada persona que dejaba atrás, a mis padres, Paris, Romeo, Raúl, Rosalinda, Isabella y Kyo. Use las palabras correctas y ambles para despedirme, en cada carta deje incrustado unos sentimientos dolorosos y a la misma vez agradables.

Luego de escribir todas las cartas las guarde en sobres, selle los sobres y escribí en la parte delantera del sobre el nombre de la persona que debía corresponderle el sobre. Satisfecha de mi trabajo, espere en mi habitación a que llegaran mis amigas.

Apenas era 12:26 am cuando alguien toco la puerta, asustada me dirigí a esta.

El miedo se apodero de mí.

¿Qué tal si era Paris o Romeo?

Observe con temor la puerta y con lentitud me acerque a esta. Estire la mano derecha y sentí como mi mano se cerraba en el picaporte helado.

Abrí la puerta con el corazón en la garganta… y suspire tranquila cuando vi a Chalayra y a Carolyn frente a esta.

-¿Que te ocurre?-demando Carolyn.

-Nada, estoy bien- respondí y sonreí forzadamente.-. Porque no nos vamos-demande.

Chalayra y Carolyn me dieron una mirada soslayo antes de encogerse de hombros.

Solo vasto diez minutos para llevar mis cosas al auto de Carolyn sin hacer ruido y ponerlas en el auto. Cuando terminamos le eche una mirada a mi habitación y tome las cartas en mis manos.

Antes de irme deje la carta dirigida a mis padres en la cocina. No quería que mi madre me hiciera un berrinche antes de irme.

Salí de la casa, soportando todo en mi interior.

Chalayra salió después que yo salí y cerró la puerta sin hacer ruido.

En el modo en Carolyn codujo llegamos en un record irrompible, después de llegar y bajar las maletas y las cajas. Chalayra hablo en la recepción e hizo las gestiones ya que yo estaba pálida debido a los zigzag que había hecho Carolyn en la autopista. Después de dejar las maletas en recepción y pasar por el detector de metales, las tres no fuimos a esperar la salida del avión.

Las tres estábamos sentadas en unos asientos apartados de un grupo de turista soñolientos.

-¿Quieres un café?-le pregunto Carolyn a chalayra

-Si-escuche que Chalayra respondía.

-Ummmmmm…vuelvo en un segundo- murmuro Carolyn y escuche como desaparecía.

Yo mantenía mi cabeza en el regazo de chalayra y mantenía los ojos cerrado, pero aun me mantenía despierta usando cada sentido.

-Toma- escuche que decía Carolyn.

El olor a café llego a mis narices. Si hubiera estado en mejores condiciones, me hubiera gustado beber un poco de café. Mi estomago se ajito a la idea y me mordí la lengua para evitar cualquier signo de estar despierta.

-Gracia-agradeció chalayra.

Pude escuchar como bebía chalayra su café.

-¿Crees que este bien?-pregunto Carolyn.

-Supongo que no-. Murmuro chalayra y sentí como se encogía de hombro.

-¡Pobre Julieta!-exclamo Carolyn.

-Todo por amor- añadió chalayra.-, espero que todo  salga bien.

-Si-coincidió Carolyn.-, yo sabía que algo raro había ocurrido con ella en la graduación. Recuerda como se veía cuando estaba con Paris, parecía otra, sencilla, llena de vida y más aun feliz.

-Incluso la hizo reír- le recordó Chalayra.-, nadie además de Raúl y Kyo la han hecho reír. Paris debe ser una buena persona después de todo, pero ahora que lo pienso no será fácil cuando se entere de que Julieta ha desaparecido.

-Esto no es un final feliz-. Comento Carolyn.

-¡Pobre Paris!-exclamo Chalayra.

- nunca podre comprender a Julieta y más aun no podre comprender lo que siente por Romeo y Paris- murmuro pensativa Carolyn.-, en cierto modo lo que está ocurriendo parece haber salido de una novela romántica.

-Si-coincidió chalayra.

Carolyn y Chalayra  se quedaron en silencio y yo me mantuve quieta fingiendo estar en un sueño profundo y tranquilo.

En mi mente hubo muchos pensamientos buenos y malos y cada uno me arranco el aliento. Hice el esfuerzo posible y controle cada emoción cada dolor en mi pecho, pero cada vez que se me lanza una oleada de dolor se me hacia mas difícil controlar las emociones en mi corazón. Después de tanto pensar mis pensamientos llegaron a otro punto. Tenía que tomar un vuelo de más de cinco horas y en ningún momento pensé que estaría en un lugar cerrado y rodeado personas. Rápidamente sentí temor y ahogue el temor con dolor, pensé en Isabella y en mis amigos y eso evito que pensara en el vuelo.

 No supe cuanto tiempo estuve acomodad en el regazo de chalayra, pero no fue agradable cuando chalayra me despertó.

Chalayra me llamo por mi nombre real.

Abrí los ojos lentamente y solté un bostezo muy fingido, para luego levantar mi cabeza del regazo de chalayra. Me dolía en cuello ya que estuve en una postura menos adecuada.

Masajee con mis manos la parte dolida de mi cuello.

-Hola bella durmiente- me saludo Carolyn con un tono de simpatía y supe que era muy fingido y forzado.

Le seguí la corriente y sonreí a medias. Nuevamente volví a bostezar de la misma manera que había hecho hace un segundo.

-Tu vuelo sale en veinte minutos-Me recordó chalayra.-. ¿Quieres comer algo?

-Mejor bebo un café- . Respondí intentando mantener mi estomago tranquilo y fuera de nausea.- y por favor tráeme unos chicles y unas aspirina que causen sueño.

Carolyn asintió y antes que dijera otra cosa fue a comprar el café.

Recordé las cartas que había escrito y supe que era el momento de seguir con el plan.

-Toma- se las entregue a Chalayra después que la busque en mi bolso.-, escribí unas cartas y quiero que se las entregue a la persona correspondiente-le explique.-, cada sobre tiene el nombre escrito de la persona que le corresponde el sobre.

Chalayra las tomo y enseguida guardo las cartas en su cartera.

Sabes que siempre  puedes contar conmigo- murmuro.

-Lo sé- susurre.- llamare cuando llegue, espero no llamar en un momento oportuno.- me apresure a decir mientras observaba a unos ingleses pasar frente a nosotras.

-Claro que no- replico esta y por su tono de voz supe que se hacia la fuerte.-, llama cuando quieras y me mantienes al tanto.

Me encogí de hombros mientras ella hablaba.

-Julieta- comenzó y me quede callada.-, ¿no crees que esto es una locura?- me pregunto.

-Mi vida es una locura-respondí.-, cuando tomas una decisión no sabes las consecuencia, tampoco sabes si te dolerá, lo único que sabes es que no hay marcha atrás. Yo no voy a retractarme sabiendo que ya no puedo y no quiero. Siempre tienes que hacer sacrificios por un bien mayor y este es el mío. Me perderé de momentos buenos y no estaré con las personas que quiero, pero eso que me espera de la vida.

Me quede callada después que hable.

-Como dije antes puedes contar conmigo y con Carolyn-me recordó chalayra.

 Me voltee y la mire a los ojos, por un segundo quería llorar, pero me contuve y solo me limite a sentir con la cabeza.

-Siempre lo tendré en cuenta-. Dije sinceramente.

-Toma, el café está caliente- me aseguro Carolyn mientras me daba un vaso.

Tome el vaso con mis manos heladas y rápidamente sentí el calor en mis dedos y el olor a café recién calentado llego a mi nariz.

-Gracia-agradecí y acerque el vaso a mi rostro y sople suavemente antes de llevarme el vaso a los labios. El sabor a cafeína invadió en mi boca, jugó con mi lengua por unos segundo y calentó todo a su paso hasta llegar a mi estomago. Bebí en silencio, retire el vaso de mis labios y tome aire puro.

-¿Está bien?-me pregunto Carolyn.

-Estoy mucho mejor- le asegure a Carolyn y me puse de pie. Me dirigí al cubo de basura y después lance con tranquilidad el recipiente que hace un segundo contenía un café delicioso.

Volví a sentarme en el asiento en que estaba sentada hace un segundo.

-¿Cuanto falta?-pregunte sin dirigirme a nadie.

-Diez minutos, será mejor que vayas abordar el avión- me aconsejo Carolyn.

-Si-dije.

Las tres nos pusimos de pie y nos dirigimos a la entrada  que se dirigí a la puerta del avión.

Yo no era buena con la despedida y no era el momento para aprender a despedirme. Cuando llegamos a la entrada las tres nos quedamos en silencio a la espera de un suceso. Solo una pregunta deslumbro sombre en mi mente.

-¿Quién será la valiente que hable?- me pregunte en mi mente.

Carolyn siempre fue más valiente que yo.

Carolyn me abraso de la manera que una niña abrasa a una muñeca de trapo, el abrazo que Carolyn me dio estaba lleno de afecto y cariño, pero este abraso no tenía la despedida incluida.

-Espero que vuelvas-susurro en mi oído Carolyn.- y espero que la próxima vez que te vea tengas una sonrisa radiante en tu rostro.

Me soltó después de abrasarme fuertemente.

-Intentare tener una sonrisa radiante cuando… bueno si nos volvemos a encontrar- le dije sin prometerle nada.-solo prométeme que no te vas a teñir el cabello a amarillo canario, no quiero ver que te has convertido en una Barbie por mi culpa.

-Jajajaja- se burlo ella.- veo que todavía tu sentido del humor sigue siendo el mismo- el sarcasmos siempre se le dio bien a mi querida amiga.

-No te olvidare- le prometí a Carolyn.

-No se olviden de mí- dijo con sarcasmo chalayra y me dio un gran abrazo.

-Chary…no puedo respirar- dije. Porque todas la personas a mí alrededor suelen ser altas y fuertes.

Chalayra se apartó de mí.

-Lo siento-se disculpo y pude ver que lloraba.

-Por favor no llores, no me la pongas tan difícil- le dije y pude sentir como unas lágrimas saladas corrían por mi mejilla.-. Estaré bien, te llamare cada día de mi vida- le prometí con un balbuceo.- adiós- me despedí rápidamente y sin mirar atrás me dirigí a la puerta del avión, frente a esta se encontraba una mujer alta y delgada. Rápidamente supe que era la azafata, por su atuendo peculiar y gracioso, la chica parecía a una modelo internacional o simplemente era una Barbie sin cerebro.

-Hola-me saludo la azafata.-, me puede entregar su ticket.

-Hola- salude y recordé que tenía la cara húmeda.-, permítame un segundo.

Busque en mi bolso un pañuelo, me seque el rostro con tranquilidad y olvidando mis emociones. Después de haber terminado de secarme el rostro, busque mi boleto de viaje y se lo entregue con firmeza.

La azafata me observo por un segundo antes de observar el boleto, parecía preocupada por mi estado crítico. Después de mirar el boleto me indico donde estaba mi asiento y yo amablemente le di las gracias  antes de subirme al avión. Solo había pocos pasajeros y eso me agrado, teniendo en cuenta que yo tenía fobia a los espacios pequeños.

 Me senté en el asiento que me correspondía y todo lo que ocurrió después fue como debía suceder. El vuelo debía de durar menos de diez horas y debido al estrés, las lágrimas y sollozos, sin contar que la azafata me lanzaba miradas preocupadas de vez en cuando. No soporte todo ese dolor por parte de mi corazón, decidí que era mejor descansar y olvidar lo que dejaba detrás de mí. La mayor parte de tiempo estuve dormida debido a la dosis exagerada de aspirina. Fue agradable descansar de todo ese ajetreo y más aun olvidar por un momento a Romeo y Paris. Gracias a la aspirina no tuve ningún tipo de pesadillas o alucinaciones, cuando ya pasaba el efecto de la aspirina desperté me sentía más cansada de lo habitual y un poco desorientada.

 Aunque estuviera cansada no evito que sintiera curiosidad.

Abrí la ventanilla y para mi sorpresa solo desvié por la poca visibilidad los rayos de sol radiante y luminoso en tan hermoso día. Observe cada nube y cada detalle alrededor del sol, los rayos dorados, las nubes rellenas de agua cristalina y más aun la naturaleza retomaba sus colores más brillantes con cada rayo del sol en ese amanecer.

Me asombre por aquella belleza y deslumbre. Nunca había visto el comienzo de un día…bueno había visto el amanecer, pero no de aquel modo que resultaba tan diferente. Supongo que será así ya que la mayorías de las personas vemos el amanecer sin fijarnos en cada detalle, cada cambio y cuan diferente era al último amanecer. No por mucho tiempo me quede observando el amanecer.

El aterrizaje fue tranquilo, pero aun así ruidoso. Ya en el aeropuerto estuve lo suficiente neutral para hacer las gestiones  y tomar mis cosas. Antes de irme del aeropuerto le pedí indicaciones a la recepcionista y tome el primer taxi que vi.

-Buenos días-me saludo con una amabilidad el taxista.

-Hola-salude y no pude evitar soltar un bostezo.-disculpe, tuve un viaje agotador y necesito ir a un hotel. La recepcionista me aconsejo que fuera a una pensión que se llama la flor del mediterráneo.

-Un buen pensión aseguro el amble taxista.-tienen unos precios muy bajos para los turista o los viajeros.

-Ummmmmm-murmure.

No dije nada mas, no sentía la necesidad de hablar y más aun con un desconocido. Cuando llegue a la pensión, le pague con dinero americano al taxista.

 Sin ayuda de unos borbotones lleve mis cosas al mostrador. Una amable Argentina llamada Violeta me atendió, me registre en el mostrador y me entregaron una llave a la habitación 212. Esta vez un amable chico del cual el nombre no me intereso saber me ayudo a llevar mis maletas a la habitación. Cuando por fin estuve sola en la habitación, decidí tomar un baño. Después de bañarme me fui a dormir y nuevamente no tuve que soñar.

-Tock…tock-escuche unos nudillo golpear la puerta.

Gemí y abrí los ojos.

Me levante de la cama y me dirigí a la puerta.

Abrí la puerta y todavía con los ojos entrecerrados vi a la recepcionista. Tenía el cabello rubio con un tono rojizo, sus ojos eran azules, el rostro de la mujer era muy hermoso. Calcule por su físico y por aparecía supuse que debía tener al menos 45 años.

-Buenos días-saludo la chica…bueno la amable mujer muy amable.

-Hola-salude y solté un bostezo.- ¿en qué puedo servirle?-pregunte.

Violeta no me sonrió.

-Quería saber si estabas viva, llevas durmiendo haces dos días y raro ya que usualmente los turista no duermen dos días-explico ella con un tono rudo.-no he tenido el tiempo para hablar contigo y es momento que te diga las reglas y normas de mi pensión.

Asentí y me aparte de la puerta, Violeta paso junto a mí sin emitir ningún ruido.

Cerré la puerta y deje que tomara su tiempo para hablar.

Sin contenerme volví a bostezar.

Todavía está cansada me pregunto la recepcionista cuando atravesó la pequeña habitación. En el tono de voz de la mujer no había preocupación si no sarcasmo.

 Yo la seguí hasta donde estaba y nos quedamos de pie.

-Estoy un poco cansada-. Le asegure con un tono amable y tranquilo.

Ella no me sonrió, solo se limito a mirarme con sequedad y repugnancia.

-Antes que nada quiero decirle que mi esposo y yo somos los encargados de esta pensión, tenemos ciertas reglas para los turistas o los huéspedes. Numero uno la comida se sirve a su hora, el desayuno se sirve a las ocho de la mañana, el almuerzo se sirve al mediodía y la cena se sirve a las siete de la noche; numero dos los huéspedes no deben hacer ningún escándalo de ninguna índole y tampoco se permite peleas y discusiones entre los turista o los empleados.

Asentí y ella continúo.

‘‘las mucamas recogen las camas a la nueve de la mañana y como debe recordar se nos paga en euro no en dólares americanos- me recordó ella con tranquilidad.-. Si se piensa quedar le aconsejo que no busque ningún problema y podrá quedarse todo el tiempo que quiera…

Volví a bostezar sin poder contenerme y Violeta me lanzo una mira ruda y enojada.

-Lo siento mucho-me disculpe con vergüenza.- tuve una mal viaje.

-No importa-replico ella.-, la cena se sirve en media hora, si quiere cenar es mejor que baje y cene. Si no deberás esperar hasta mañana cuando se sirve el desayuno.

-Si-dije y soporte otro bostezo.- gracia por hospedarme-agradecí.

-Espero que todo lo que dije sirva de algo- dijo sin referirse a mí.

-Aja-dije muy bajito.

Sin esperar nada más me lanzo una mirada de odio y se dirigió a la puerta.

Salió de la habitación sin decir nada más. Yo me quede quieta en la habitación sin tener que decir otra cosa al contrario mi mente vaga por sí sola, sin dueño o jefe. Era inevitable pensar en mis padres, Paris, Romeo, Chalayra, Carolyn, Kyo, Raúl e Isabella. ¿Que ocurría con ello? ¿Como estará Paris y Romeo sin mi?

Paris debía de estar feliz y entusiasmado de poder estar nuevamente libre y Romeo debía estar más que feliz con su boda con la pelirroja de Rosalinda. Mis padres no me echaran de menos, viví 17 años de mi vida y ahora tienen menos responsabilidades sin mí. Todo saldrá bien después de todo, pero una parte de ser estaba en lo contrario, esa parte de mi presentía lo peor. ¿Que podría ser peor para mí?

No lo sé y tampoco puedo ponerme a preocuparme por una locura mía.

Me bañe y me arregle antes de ir al salón. Al principio creí estar en otro lugar y no me lo reprochaba por las horas de sueño. El salón era muy hermoso, parecía un salón de fiesta con su piso de mármol, el gran candelabro en el techo y una gran mesa de madera se situaba en el medio de la estancia. Sobre la mesa tenía un mantel de bordes dorados y sobre este había platos, cubiertos y copas. Ya había personas en el salón, todos los presentes vestían con pantalones cortos y camisetas sencillas o blusas de tela fina. Los presentes me sonrieron muy amablemente como si fuera otra persona normal y corriente sin ningún problema en la vida.

-Me va costar mucho a acostumbrarme a este ambiente- dije en voz muy baja y me acerque a la mesa.

-No tengas miedo, no hacemos daño-dijo una voz masculina en mi espalda.

Me voltee y vi al borbotones.

Levante la ceja sorprendida y sin contenerme le lance una mirada despreocupada el chico. Este al ver mi expresión soltó una carcajada amigable.

-Hola soy Jonathan- se presento y me extendió la mano derecha. No sé si se debía a mis horas de sueño, pero aun estaba desorientada y confundida.- se supone que es de buena educación tomar la mano de otra persona si este espera que la tome como muestra de un saludo-.tome su mano y el por su cuenta la ajito amablemente.

Me soltó la mano, pero aun así no cambie la expresión de mi rostro.

-¿Tienes nombre?- pregunto.

Asentí y antes de hablar acomode mis palabras en mi mente.

-Llámame Amelia-le dije con naturalidad.

-Amelia-repitió Jonathan.

-Si-volví a mentir.

Si debía comenzar una vida nueva, porque no comenzar con un nuevo nombre.

-Pues Amelia bienvenida-dijo el joven con una sonrisa.

-¿Tu eres el borbotones?-pregunte.

El chico que tenía delante de mí se sonrojo.

- Sí, soy el borbotón y soy uno de los hijos de Violeta-. Respondió Jonathan.

Me sonroje.

-Discúlpame si te ofendí…-comencé pero él me interrumpió.

 -No debes disculparte, porque es lo que soy y siempre lo seré-. Murmuro él.

Asentí.

Te prometo que te agradar vivir aquí-dijo Jonathan.

Desde ese momento no le creí, pero después de todo no tenía otro lugar donde quedarme y que tuviera una tarifa baja. Después de cenar algunos turistas se fueron a pasear, algunas personas se quedaron en el comedor, pero cierta persona se fueron a dormir.

Yo aun estaba cansada, pero tenía que hacer unas llamadas telefónicas.

 Me despedí de Jonathan y me fui a mi habitación. Me sorprendió que recordara el recorrido hasta mi habitación, pero cuando llegue a mi habitación no recordaba donde estaba mi teléfono. Sin embargo no tarde mucho tiempo hasta encontrarlo.

 Mi teléfono estaba guardado en mi mochila, pero cuando finalmente tuve el teléfono en mis manos verifique las llamadas que tenia este. En el teléfono al menos tenía veinticuatro llamadas de Chalayra y Carolyn. Calcule la hora que debía ser en el otro lado del mundo antes de llamar a Chalayra.

-Hola-saludo esta.

-Hola- salude avergonzada.

-¡Julieta!-exclamo.

-Soy la misma- le asegure con el mismo tono de vergüenza.-, ¿como estas?- pregunte.

-Bien…– respondió, pero en su tono de voz pude captar incomodidad.

-¿Qué ocurre Chary?-pregunte alarmada.

-Julieta creo que esto va a terminal en un caos-comento ella y no dije nada-, Paris sea ha vuelto loco. Él te esta buscado por mar y tierra, hace una horas que vino a buscarte a mi casa, provoco un escándalo y estuve a punto de llamar a la policía. Estaba muy alterado y perturbado….

-Chary no digas otra palabra- la interrumpí.-, no quiero escuchar otra palabra. París se olvidara de mi del mismo modo en que yo olvidare a Romeo…- añadí sabiendo que era una mentira, yo nunca podre olvidar a Romeo y Paris no me podrá olvidar.- no quiero me hables de Paris solo limítate de decirme que acorrido con mis padres y mis amigos.

-¿Por qué?-pregunto chalayra.

-Porque quiero olvidar mi pasado y si mi pasado es tener que olvidar a Paris y a Romeo lo hare-. Respondí tan rápido que mis palabras salieron estropeadas.

-Tu pasado siempre te va a perseguir y también Romeo y Paris-. Replico Chalayra.

-Por favor, limítate Chalayra-. Suplique con voz ronca.

Suspiro y se quedo callada por un segundo.

-Está bien- murmuro esta finalmente.-prometo no mencionarlos-. Prometió Chalayra.

Chalayra me explico en detalle simple lo que había sucedido en mi ausencia y ninguno de esos detalles me sorprendieron. Mi querida amiga hablo sin mencionar a Paris o a Romeo.

 Después que terminamos de hablar me fui a bañar y después me volvía a rendir ante la cama, pero antes de cerrar los ojos me pregunte a mi misma si hacia bien y no llegue a tener una respuesta más que un dolor agudo en el pecho. Un dolor que me desgarro el corazón y si yo hubiera tenido alma me la hubiera despedazado sin duda alguna.

 

 

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