miércoles, 23 de enero de 2013

la mujer que nadie tiene capitulo 4


Solo dime la verdad sin romperme el corazón

 

Luego de volver a la realidad, prometí que no le diría lo que había soñado.

Espere nerviosa que llegara a mi habitación, pero cuando el no venia por las noches las pesadillas venia y me golpeaba continuamente. Varias veces desee que realmente me arrancara el corazón y lo destrozara frente a mí. Una parte de mi ser deseaba que volviera mí fantasía, pero lamentablemente nunca llego.

Romeo me llamaba continuamente y al yo no querer contestar las llamadas comenzó a enviarme mensajes de texto y cartas por correo y todas terminaron en la papelera.

Esta noche era un viernes tranquilo y solitario. Yo estaba en mi habitación nuevamente oculta en mi propia mente. Las luces de mi habitación estaban encendidas, yo me mantenía leyendo un libro del cual no me agradaba leer…La charca. Mi ventana estaba abierta permitiendo el paso del aire.

 Romeo atravesó  por la ventana y yo me asuste. Brinque de un salto y lo mire sorprendida. El libro cayó al suelo con un escandaloso golpe.

-¿Que mierda te ocurre?- me pregunto dos semana después que tuve el sueño más adorable de mi existencia.

-No me ocurre nada -mentí- y no tienes derecho a hablarme así -. Le recordé con frialdad.- ¿Que te crees que ere?- le exigí saber.

Yo era buena mintiendo, pero no tan buena cuando yo tenía que mentirle a él.

-Soy tu mejor amigo -.respondió como si su respuesta fuera validad y llena de autoridad.

-No te da derecho a involucrarte -. Le regañe.

-Si tengo derecho-. Me dijo rápidamente.

-No eres mi novio -. Le dije y mi corazón se detuvo con un jaleo en mi pecho.

Ambos nos quedamos callado conteniendo el sonrojo y la vergüenza.

-Me tenías preocupado, creí que tus padres se habían enterado -. Explico con frialdad.

-No tenías que preocuparte, yo sé cuidarme -. Volví hablar con rudezas.

-Eres una estúpida -me espeto con frialdad. -. Me partí la cabeza pensando en ti.

-Y tú eres un idiota- añadí- . No te necesite- me mordí el labio y odie mentirle en ese segundo.

Ambos estábamos de pie frente el uno al otro en medio de mi habitación.

-¿Por qué no tomaste mis llamadas?- me pregunto furioso y preocupado a la vez.

En sus palabras había un tono sobre protector.

-Estuve muy ocupada- le dije con frialdad- y puedo hacer lo que me da la gana.

-Gracia por recordarme que no soy tu padre-. Añadió con rabia.

-Gracias por recordármelo -. Coincidí.

-¿Que era lo que te mantenía ocupada?- dijo con un tono burlón en sus palabras.

Me mordí el labio temeroso y pensé en una mentira muy sencilla.

-Estoy  saliendo con un amigo de la escuela-. Le dije con toda naturalidad que podía.

-Aja -. Comenzó a reír como si todo lo que yo decía era un chiste.

-Sí y ¿porque te ríes? -. Pregunte sin dejar de mirarlo con rabia y enojo.

-No te entiendo-. Dijo luego sus ojos se cerraron un poco.

-Nadie me entiende y pensé que tú me entendías un poco-. Comente con la frente fruncida.

El alzo a la ceja frustrado, no solo frustrado enojado.

-¿Enojado por qué? -pensé en mi mente.

Él estaba enojado porque sabía que yo mentía y yo no le quería decir la verdad.

Gruñí y puse los ojos furiosa.

-¿Que?- pregunto con la mandíbula tensa.

-Eres totalmente…- comencé y me calle.

-¿Que soy? -inquirió y se acercó donde yo estaba.

-UN ANIMAL-. Le dije elevando la voz, sin importar que mis padres se despertaran.

-Julieta, tus padres-. Susurro alarmado.

Cerré la boca con la mandíbula tensa y lo mire con rabia.

-Está tan ciego-. Pensé en mi mente.

Su ceguera me fastidiaba con todo el corazón y no podía evitarlo. Él no sabía lo que ocurría y eso me hervía la sangre y me despedazaba  con cada segundo mi pobre corazón.

Respire varias veces por la boca hasta que me tranquilice.

-Ya estás bien-. Pregunto todavía con un tono burlón.

-Si- conteste sin dejar de rechinar los dientes.

-Discúlpame –suplico Romeo Montesco.-, no debí hablarte de esa manera…

-Disculpado-. Lo interrumpí rápidamente y suspire.

Mis ojos estaban al borde de las lágrimas.

-¿Él tiene nombre? - pregunto luego que nos calmáramos.

-Sebastián- respondí inmediatamente.

 -Me gustaría conocerlo- susurro Romeo.

Mi cara se descompuso de golpe.

-¿Cuando quieras? -balbuce sonrojada y torpe.

Me encogí de hombro y a la vez escondía la cara de espasmo.

-Fenomenal- susurro- y ahora que está más tranquila…me gustaría invitarte a la fiesta de una amiga y podrías invitar a Sebastián-sonrió- si es que existe.

-Existe- dije de verdad.

Sebastián era un chico del último año, alto, tenía el cabello negro, tenía unos ojos negros y pecas en el rostro. No me agradaba ya que solía mirarme de una manera que me ponía muy nerviosa.

No me explico por qué dije su nombre a la primera.

Romeo me observo por un segundo.

-Está cansada, porque no te acuesta conmigo.- dijo animadamente.

-¿Que te ocurre?- pregunte cuando caminaba hacia él.

-Intento no acerté enojar- respondió tranquilamente Romeo.

-Vaya gracias -dije con sarcasmo y apague las luces de mi habitación.

Me acosté y él se acostó a mi lado. Recordando que era la realidad, me aparte de él lo más posible, no quería que nuestros cuerpos se tocara.

-Siento mucho decirte estúpida -. Se disculpo.

Yo me encogí de los hombros y acepte su respuesta.

-Perdón, por llamarte idiota-. Me disculpe.

-Disculpa aceptada-. Acepto Romeo.

Suspire y mi corazón seguía con un ritmo cardiaco inestable.

-Sería extraño ser tu padre-. Dijo con sarcasmo.

- ¡chocante!- exclame en voz baja.

-Esta distinta-. Susurro pensativo y sentí sus manos en mi hombro.

-¿Como distinta?- le pregunte con curiosidad y sin poder controlar el temblor de mi voz.

-Estas muy a la defensiva, muy cautelosa y agresiva-. Murmuro sus dedos quemaban en mi piel y sus dedos comenzaban a correr por mi…

Me aparte bruscamente de él.

-No me toques el cuello-. Le ordene rápidamente.

-Muy agresiva-. Susurro.

-Estoy fenomenal-. Mentí nuevamente.

-Desde cuando todo esta fenomenal en tu vida-. Susurro con un tono burlón.

-Desde hoy -. Volví a mentir.

Me mordí el labio temerosa de cómo sonaba mi voz.

-¿Por qué exactamente hoy?- pregunto con curiosidad.

Romeo no me dejaría tranquila hasta que me sacara la información.

-¿Que te importa?- le replique nuevamente enojada.

-Me importa, porque te quiero -.susurro en mi oído.

Volví apartarme de él y por un segundo estuve a punto de caerme de la cama.

-Aja –dije con burla y dolor en el pecho.

Nos quedamos en silencio, el frustrado y yo furiosa y adolorida, contuve las lágrimas.

-¿Estás bien?- pregunto rompiendo el silencio.

-No estoy muerta -.respondí con toda la frialdad y crueldad que pude.

-¿Porque tienes que ser tan vacía?- me regaño y no era una pregunta si no una a afirmación.

-Me gusta ser vacía -. Respondí con el mismo tono helado.

-Mejor dicho no te gusta expresar tus sentimientos -.dijo con tono superior.

-Si tú lo piensas…-. Comencé y me interrumpió.

-Lo censuro-afirmo- y eres tan fría como un tempano.

-Será porque no tengo alma-. Comente.

-Claro que tienes alma- dijo alarmado. -, todos tenemos alma hasta la personas más crueles tienen. Tú tienes alma...

-¿Como sabes que la tengo? -lo interrumpí. -¿qué es el alma?- le pregunte rápidamente antes que hablara.

-el alma es la esencia, tu espíritu, es todo lo que eres y lo que sientes- explico rápidamente. -. Si no tuvieras alma serias una almeja fría y bacía. En mi corazón siento que tienes una valiosa y grandiosa alma. Solo que no sabes que la tienes.

-O sea que soy una almeja -. Pregunte con sarcasmo.

-Eres más que eso -.respondió.

-Aja-susurre.

-Sabes que de un modo a otro averiguare lo que te sucede -.me recordó.

-Como quieras- respondí con temor que me descubriera.

-¿Cual es la diferencia a un hombre de un animal?-pregunto con curiosidad.

-Un hombre tiene unas cualidades valiosas e importantes, pero el animal es todo lo contrario. Un animal no se fija en los sentimientos de una mujer, no sabe cómo tratar a una mujer y comportarse frente a esta. Como ya te dije ser un hombre conlleva  a ser honesto, caballeroso, simple, modesto, caritativo, fuerte, fiel, detallista y más que nada responsable sin importar la situación-. Explique y continúe.

“un animal es todo lo contrario es deshonesto, arrogante, cruel, vanidoso, irresponsable, infiel, no tienen sentimiento, insufrible, déspota, bárbaro y no sabe cómo tratar a una mujer y comportarse frente a esta-suspire y continúe. -,  ser un hombre es un reto mayor y honorable, pero ser un animal es un reto del cual es más fácil de ejecutar.

-¿Soy un hombre o un animal?-pregunto Romeo después que termine de hablar.

-Todavía no lo sé- respondí. Para mi entender Romeo tenia las cualidades de un hombre y la de un animal.

-Cuando se pasa que soy yo házmelo saber-me pidió con curiosidad.

-Si-le prometí.

Bostece.

-¿Quieres dormir?- pregunto con su voz ronca.

Todavía no me acostumbraba a sus cambios de voz.

- ¿Cuando finalmente terminaría la pubertad?- me pregunte en mi mente.

-No se- volví bostezar. -, pero si tu quieres ayúdame a dormir.

-¿Como desees?- susurro Romeo.

-Cántame- dije- para poder dormir.

-Claro- respondió.

Cerré los ojos y solo me concentre en su voz.

Romeo comenzó a cantar, su voz chillona no me molesto ni tampoco cuando cambiaba a una voz grave. Lo que si me seguía doliendo lo ignorante que era de la situación. Cuando esto finalmente va a terminal. Tendría que decirle lo que estaba ocurriendo, humillarme como la última vez. No. Lo mejor sería que yo me alejara de él, pero cuando sería capaz de hacerlo. Una vez me aparte por orden de mi padre y por el bien de los dos y todo salió mal. No importara que método usara no me lo puedo sacar del corazón. Él era como un cáncer en mi ser dañando cada parte de mi ser hasta apoderarse de mí.

Él me estaba llevando a la locura y sé que si no terminaba lo que había empezado nunca sería totalmente feliz.

Pero como terminar… terminar es darse por vencido. Dar sé por vencido es como no llegar al final. Yo era una estúpida ya que una parte de mi ser deseaba y sabia como terminar nuestra relación, pero la otra parte restante no quería apartarse de Romeo. Yo era masoquista ya que sin importar que Romeo me lastimar yo seguía siendo su perrita faldera. Como no negarse si el tenia mi corazón en sus manos y cada segundo que pasaba lo apretaba sin la menor importancia.

Hoy era lunes.

Yo odiaba los lunes como odiaba tantas cosas coma la clase de matemática, los domingo y la navidad. Cuando me levante en esa mañana supe que tendría que hacer una cosa del cual  nunca me había atrevido hacer.

Hoy hacia un calor infernal, sin importar que todavía no había acabado el invierno. Fui a la escuela como era común y espere todo el día el momento adecuado para hablar con Sebastián. Espere que sonara el ultimo timbre y encararlo a la salida de la escuela.

-hola Sebastián- salude con voz amble en la tarde de ese repugnante lunes.

Él estaba esperando que su madre lo viniera a buscar.

-Hola July-saludo sorprendido.

Ambos parecíamos dos polos opuesto, él era fuerte y fornido y yo en cambio pequeña y frágil.

-¿Quería saber si tienes planes este fin de semana?-pregunte rápidamente.

Una sonrisa tenebrosa corrió por el rostro del chico.

-Soy todo oídos, en términos de sugerencias -.dijo con curiosidad.

-Me preguntaba si querías salir conmigo este fin de semana- comencé y me arrepentí en mis adentros -, es una fiesta de mascara a la que me invitaron y no quisiera ir sola…

-¿Me estas pidiendo que te acompañe?-pregunto sorprendido.

-Si -respondí molesta.

-¿Es una cita?- pregunto Sebastián.

-Si- respondí de mala gana. 

-¡Grandioso!- se limito a exclamar y yo arrugue la frente frustrada.

-¿Qué significa? -exigí saber.

-Si- respondió y pude ver la excitación en sus ojos.

-Oh- dije agradecida -, toma este es mi número de celular- le entregue una hoja de papel con mi número escrito en el.- adiós -. Me despedí cuando el tomo el papel.

 Me fui caminado a mi casa ya que tenía que pensar.

El resto de la tarde fue miserable ya que todo me estaba saliendo mal. No podía concentrarme ni en la mínima estupidez. Esa noche fue horrible y peor que las anteriores. Los siguientes días fueron aterradores especialmente a la hora de dormir. Cuando vino el sábado una parte de mi ser y supe que era la parte más asustada quiso que yo estuviera muerta. Estar muerta era la mejor solución.

El reloj estaba contra mí, no sabía porque pero cada vez que veía el reloj faltaba menos para la fiesta. Mis nervios estaban a flor de piel, no sé si podría aguantarlo, tuve que soportar esa parte nerviosa de mi ser frente a mis padres.

-Julieta- me llamo mi madre. -, Sebastián esta aquí.- grito ella desde la cocina.

Yo estaba en mi habitación echando una hojeada a la chica pálida que tenia frente a mí, antes de salir tome una máscara negra. Me dirigí hacia la estancia con paso decidido y concentrado ya que no sabía si sería suficiente para mantener de pie y no en el suelo.  Camine sin apartar los ojos del suelo y de mis propios pies.

-Hola July- me saludo Sebastián cuando llegue a la estancia.

Alce los ojos y no pude evitar sonreírle al ver lo guapo que estaba. Sebastián vestía  de un gabán negro sin corbata, tenía el pecho ligeramente descubierto mostrando su poca musculatura. Sus ojos negros azabache brillaron de excitación al verme. Una máscara dorada cubría su rostro de muñequito de plástico.

-Hola Sebastián- salude y mí sonrisa desapareció al ver como su sonrisa picara se volvía malévola y cruel.

-Nos vamos -.susurro rápidamente.

-Claro -odie desde ese momento la sensación de pánico que corrió por mi espina dorsal-él se dirigí a la puerta y yo temerosa me despedí de mis padres- adiós mama y papa vuelvo antes de 12- solté un suspiro y todavía con la máscara en la mano me fui a donde estaba el. La puerta de mi casa estaba abierta y él no estaba esperándome.

No sabía porque pero me enfado y me sorprendió el poco caballerismo que tenia Sebastián.

-Sebastián- lo llame y él estaba montado en un auto rojo.

Solté un gruñido, cerré la puerta de mi casa fuertemente y me dirigí al auto rojo. Me monte en el lado del pasajero sin tener que esperar que el abriera la puerta y se mostrara caballeroso. Sebastián puso el auto en marcha antes de que yo tuviera tiempo de ponerme el cinturón de seguridad.

-¿Sebastián  tú tienes licencia de conducir?- pregunte temerosa de que estuviéramos rompiendo la ley.

-Sí, claro- susurro y encendió el estéreo a todo lo queda que casi pensé quedarme sorda. Quise replicarle que quiso decir, pero las palabras se fueron con la música más detestable del mundo…Reggaetón.

Todo el camino fue aterrador ya que estuvimos varias veces de estrellarnos con otros autos o con seres humanos.  Cuando finalmente el auto se detuvo frente al pop fue como volver a vivir por primera vez. Había olvidado respira y pestañar, pero al menos podía moverme, mi cuerpo no dejaba de temblar gracia al maniático que tenia al lado. Apago el auto y se bajo antes de que yo volviera a pestañar.

Recordé que estaba viva, me desabroche el cinturón con los dedos temblorosos y me baje del auto. Creí que él estaría esperándome frente a la puerta, pero él ni siquiera estaba para ayudarme, el solo se mantenía con la vista fija a unas rubias que pasaban frente a nosotros. Furiosa de su poca educación, cerré con una patada la puerta de auto rojo sin importar si dejaba una marca notable con mis tacones finos con unos listones de seda alrededor de mi tobillo delicado.

Rabiosa me puse la máscara en el rostro y me arregle el cabello que se había alborotado a causa del jaleo.

-Idiota- susurre tan bajito que él no me escucho.

-Sebastián- lo llame con ociosidad y frustración en  los ojos.

-Si- dijo cuando aparto los ojos de los traseros de las rubias anoréxicas.

Se acercó a mí con una sonrisa maligna.

 Me tomo la cadera con fuerza y lujuria en los ojos. Le dirigí una mirada de odio que él no noto, pero aun así no dije nada para que la retirar de mi cuerpo. Nos dirigismos al pop.

La fiesta estaba muy animada, las luces de colores danzaban sobre todos los presentes con gozo y felicidad. La música era tecno y muy animada. Todos lo rostro no me parecía conocidos ni si quiera quise conocerlos. Mis ojos solo buscaban temerosos a romeo al chico  que yo amaba con el corazón.

-¿Que música tan patética?-refunfuño Sebastián.

-¿Por qué no naciste sordo idiota?- le grite pero él no me escucho por la música alta.

Me aparte de Sebastián bruscamente y comencé a buscar con más determinación a romeo.

-Voy a buscar unas bebidas -. Sebastián susurro en mi oído.

-Lo mejor que haces -. Murmure entre dientes mientras él se dirigía a la mesa de botanas.

Seguí buscando a Romeo y con una sonrisa temerosa lo encontré platicando muy animadamente con una chica pelirroja, supe que era él a pesar que tenía máscara porque él  era el único chico que tenía el cabello largo y revoltoso.

Me metí en el gentío y tuve que pisar y empujar a los animados bailarines. Sin querer golpe con el codo a una Barbie quien me lanzo una mirada envenenada por un segundo pensé que comenzaría a chillar como loca. Cuando finalmente atravieso en grupo de los bailarines, veo lo que nunca espere a ver.

Romeo se acercó lentamente y sutilmente a la pelirroja, con una sonrisa en el rostro el beso en los labios…

Mi corazón se partió en dos y no latía, el suelo parecía tan tembloroso como gelatina y las luces parecía moverse como estrellas fugases. Yo todavía no me había movido ni si quiera para volver a tomar el aliento. Romeo no se había apartado de la chica su beso se volvió más candente y emocionante para ambos. La chica dejo que el pusiera sus manos en su cadera y él no se inmuto cuando ella enredo sus dedos en su cabello negro.

 Sentí un dolor pulsante en mi pecho y en mis costillas.

-Respira -grito mi conciencia y yo obedecí como una niña de 5 años. Mis pulmones agradecieron por aire puro y limpio.

Quise apartar mis ojos de la escena pero parecía imposible controlar mis ojos, los cuales estaban abiertos como platos. Finalmente, pero dolorosamente para mi, ella se apartó de Romeo y sonrió con una sonrisa clandestina.

Desde ese momento la odie, la odie porque ella podía estar con él y yo no…

 -Julieta – grito Sebastián en mi espalda y perdí la concentración. Parpadee varias veces antes de dirigirme a él.-, toma-. Dijo Sebastián entregándome una copa con líquido color amarillo.

Cuando bebí un sorbo sentí el sabor amargo del licor.

-¿Que esto?- me pregunte cuando trague con repugnancia.

-Es una bebida exótica…-. Comenzó y lo interrumpí.

-Sebastián, la bebida tiene alcohol-. Le reproche y le entregue la copa todavía llena.- Yo no bebo nada que contenga alcohol.

-Lo tendré en cuenta nena -.respondió con una sonrisa traviesa.

Por un segundo quise golpearlo en el rostro.

-¿cómo es que te dieron estas bebidas si no eres mayor de edad? -pregunte mirándolo a los ojos y con un tono rudo.

-Tengo una tarjeta de identificación falsa -.respondió casi gritando.

-Vaya- dije sorprendida.

Volví a buscar a Romeo.

Él estaba con la chica, Romeo volvía a besarla con más intensidad que antes.

-Ese es un tigre- murmuro Sebastián y yo aparte mis ojos de Romeo para lanzarle una mirada en avenenada y mortal a Sebastián.

Odie ver a Romeo con una chica y sabia que yo no era quien para reprochárselo.

-Vamos- dije lo bastante alto para que Sebastián me escuchara.

El dejo las bebidas en una mesa y me siguió con frustración.

-Romeo- salude cuando llegamos donde estaban Romeo y la pelirroja. El tono de mi voz sonaba helada pero intentando ser animada.

Romeo sorprendido se apartó bruscamente de la chica, un tono rojizo corrió por su rostro con el mismo tono de la pelirroja.

-Hola Julieta-saludo avergonzado y su novia le dirigió una mirada curiosa. -te presento a Rosalinda – me presento a la chica que me sonreía y yo le dedique una sonrisa hipócrita.-y Rosalinda ella es mi mejor amiga Julieta Capuleto.

-Hola –nos dijimos las dos a la vez.

Romeo abrió los ojos de la manera  más extraña que pude haberle visto.

-Está muy guapa Julieta- me felicito Romeo.

-Claro que estaba guapa –pensé en mi mente.

Había pasado toda la tarde arreglándome para que el notara mi belleza.

Como no estar guapa, teniendo el cabello liso y suelto, usando un vestido color rojo sin mangas dejando mi pecho y espalda descubierto y el vestido terminaba en sima de mis rodillas pequeñas y sensibles, usando unos tacones finos con unos listones de seda alrededor de mi tobillo delicado, usando unos aretes, pulsera y cadena con rubíes incrustados combinado con mi vestido hermoso. Sin contar que me había maquillado para la ocasión. 

Sebastián hizo un sonidito con la garganta y recordé que estaba conmigo.

-Les presento a Sebastián- presente al cretino que tenia justo a mi lado. – Y Sebastián –señale a Romeo y a Rosalinda con la cabeza-, él es romeo y su novia…Rosalinda-. Me costó trabajo pronunciar esa palabra.

-Hola- saludo muy aburrido-July…-comenzó Sebastián.

 -¿Como la llamaste?- pregunto Romeo enfadado.

-July- respondió confundido Sebastián.

-Su nombre es Julieta -. Replico enojado romeo.

Sebastián se encogió de hombro, Rosalinda le lanzo una mirada más curiosa que la anterior a Romeo y en cabio yo me quede  frustrada.

-Como quiera -respondió muy bajito y yo lo escuche.-, ¿quieres bailar July?- pregunto Sebastián con la mano extendida y enojado.

-Si- acepte queriendo alejarme de romeo y Rosalinda.- y adiós chicos… Rosa fue agradable conocerte- mentí mientras seguí a Sebastián.

Ambos nos metimos en el grupo y comenzamos a bailar.

Yo era buena bailando, pero Sebastián era muy brusco y atrevido. No me inmute cuando sentí sus asquerosas mano recorre mi cintura mientras bailábamos. De vez en cuando vi a Romeo con  los ojos confundidos y extraños y su compañera buscaba la manera de ganar su atención. No entendí porque pero quería provocarlo sentir sus celos y enojo sobre mí.

La primera música que bailábamos era muy animada, pero cuando cambio la música era lenta y melodiosa. Pude ver que una pareja que estaba cerca de nosotros estaban muy enamorados comenzaron a bailar muy pegados y otros comenzaron a besarse en un intenso beso francés.

Alce la vista y vi sin interrupciones la sonrisa colorida de Sebastián.

Odie nuevamente esa sonrisa.

Sebastián se acercó a mí y me sonrió nuevamente antes de besarme en mis labios. Deteste el sabor alcohol en mi boca, comencé a forcejear, lo golpee en la cabeza  y en el rostro y no dio resultado. El chico parecía no afectarle mis golpes rudos y me rendí a medias sin nada más que hacer y deje que su lengua entra en mi boca. Cerré los ojos al igual que mi boca presionando con mis dientes su patética lengua y en menos de un latido saboree el sabor a sangre en mi boca. Escuche el gemido de Sebastián, abrí la boca y los ojos.

Me aparte de él, sentí mis labios viscoso y con olor a oxidado y a sal. Tenía los labios cubiertos de sangre. Alarmada me mescle entre otras parejas y me fui corriendo en busca de Romeo. Todos los presente no se había dado dé cuenta de lo que yo había hecho, pero al ver mi rostro cubierto de sangre, me miraron con pánico.

-Eres una maldita perra -. Grito Sebastián.

Seguí corriendo y tropecé asustada con alguien del cual no vi. Levante la vista y vi a Romeo. El pánico y el enojo corrieron por su rostro en un segundo.

-¿Estás bien? –pregunto rápidamente asustado por la sangre.

Asentí sin poder hablar.

Romeo se puso delante de mí, interponiéndose entre Sebastián y yo.

-Apártate idiota-. Le ordeno Sebastián a Romeo. A Sebastián le costaba hablar por mi culpa y pude ver sobre el hombro de Romeo que este tenía la boca llena de sangre.

-No me voy apartar y es mejor que te vayas Sebastián- le ordeno con tono amenazador.

-No-Respondió Sebastián con dureza. -.no hasta que coja esa perra maldita que me mordió la lengua.

-Discúlpate -demando Romeo con los puños apretados. -, discúlpate por haberla besado a la fuerza y por insultarla.

-Si no quiero- murmuro elevando la voz y todos los que estaban bailando dejaron de bailar y nos miraron curiosos. -, ¿qué vas hacer?- pregunto con un tono burlo, como si alguien tan flojo como Romeo pudiera hacerle daño.

-Es tu cara- respondió tranquilamente mi salvador. - y espero que tengas dinero para una cirugía plástica-. Le recomendó Romeo con una sonrisa malévola a Sebastián.

-Espero que tengas seguro medico…- . Dijo Sebastián apretando los puños y acercándose con paso decido a donde estábamos.

-Quédate atrás-me ordeno Romeo y con un brazo me empujo amablemente para un lado-.Esto se pondrá muy feo-me explico.

Yo le tome el brazo y él se voltio a verme el rostro.

-Romeo por favor…- suplique pero las palabras  se me atragantaron en la garganta.

-Nadie te insulta frente a mi presencia -. Me explico rápidamente.

Romeo me sonrió y me guiño el ojo antes de soltarse de mí. Romeo se enfrento a Sebastián con los puños y con los ojos concentrados.

-Por favor deténgalos –. Grito Rosalinda entre la multitud.

Nadie los detuvo.

 El grupo de expectantes aumento al máximo, incluso el Dj estaba animando para que los chicos pelearan.

Mis ojos corrían  de rostro en rostro y nunca llegue a encontrar temor o dolor por los chicos que peleaban. Molesta de ver a aquellos rostros sin el mínimo dolor o temor que yo sentía.

Romeo estaba en el suelo a causa de los golpes que le había propinado Sebastián.

-Romeo levántate –.le ordene sin pensar en las palabras.

Sebastián levanto la cabeza en busca de una persona y cuando me encontró sonrió, Romeo aprovecho esa distracción y lo golpeo en el estomago. Sebastián cayó al suelo dando un gemido, Romeo se puso de pie rápidamente y golpeo fuertemente a Sebastián en el rostro. En la distancia en que yo estaba pude escuchar un crujido y supe que era la nariz de Sebastián. Sebastián se retorció en el suelo gimiendo de dolor y tratando de parar la hemorragia nasal con las manos. Una luz verdosa deslumbro sobre el rostro de Romeo y pude ver un moretón en su mejilla.

Gemí sin poder soportarlo.

Romeo tomo por el cuello a Sebastián y lo arrastro con dureza, ambos se acercaban a donde yo estaba de una forma cómica y divertida del cual abría disfrutado si no estuviera a punto de desplomar al suelo. Romeo lo tiro al suelo y luego le puso con cierta dureza el pie en el estomago de Sebastián del cual gimió como perro a dolorido.

-Sabes lo que tienes que hacer-. Le ordeno Romeo a Sebastián.

Sebastián levanto la cabeza, retiro sus manos de su rostro  y con una mueca contraída en el rostro, la sangre corriéndole como ríos descomunales y moretones purpuras en su rostro musito con dientes apretados:

-Lamento haberte llamado perra maldita -se disculpo Sebastián con dificultad y Romeo presiono con el pie la barriga de Sebastián. -y lamento haberte besado a la fuerza y por haber querido golpearte.

-Bien chico-. Comento con una risita amargada.

Yo estaba viendo un espectáculo del amo enseñándole a su mascota buenos modales.

Asentí aceptando su disculpa.

-Si me enterró de que le haces daño a Julieta te las veras conmigo-lo amenazo Romeo con frialdad y seriedad.

Romeo retiro su pie del cuerpo de Sebastián.

-¿Quieres irte? -pregunto Romeo apartándose de Sebastián y tomándome la mano.

Sus manos estaban mojadas de sangre.

Asentí  con la cabeza.

-Hay mi pobre Julieta…- intento consolarme y las palabras se quedaron en el aire.

Tenía frio y no me queje por eso.

-Vamos a tu casa -. Susurro en mi oído y él me rodeo con su brazo delgaducho.

Romeo me saco de ese espantoso lugar, no me voltee ni si quiera para ver a Sebastián en el suelo o para echarle una mirada de celos a Rosalinda. Romeo me llevo a fuera del pop y el frio de la noche me produjo escalofríos.

Romeo al ver que temblaba me abraso y sentí calor en su abraso.

-¿Estás bien?-pregunto Romeo en mi oído.

Negué lentamente con la cabeza.

Romeo se apartó de mí, pero aun así no me soltó el brazo derecho.

-¿Puedes hablar?- pregunto Romeo y negué con la cabeza.- ¿que estabas pensando cuando decidiste salir con esa basura?- exigió saber Romeo.

Me encogí de hombros y sus ojos oscuros recorrieron mi rostro.

-Esperen- nos grito una voz femenina.

Ambos no volteamos y vimos a Rosalinda caminado hacia nosotros. Rosa caminaba con la mirada fija en nuestro contacto físico y pude ver a simple vista que rechinaban los dientes furiosos.

-¿Porque te vas?-demando con tono autoritario.

-Tengo que llevar a Julieta a su casa- le explico Romeo a Rosalinda.

Rosalinda no dijo nada y rápidamente me lanzo otra mirada de odio.

- Rosa perdóname por haber arruinado tu fiesta -.se disculpo velozmente Romeo de la manera que sonó su disculpa podía haber roto mi corazón si ya no lo hubiera estado roto. Ella poso sus ojos en él y olvido su enojo con una sonrisa.

Esta asintió aceptando la disculpa.

-No importa -sonrió-, además todos hablaran de la pelea en la escuela y de lo bien que la pasaron. Yo me divertí mucho estando tu conmigo- susurro y poso los ojos en mi rostro y me lanzo una mirada de advertencia. -. Podre verte mañana-pregunto volviendo a dirigirse a Romeo.

-Yo te llamo -. Se limito a decir.

-Claro- acepto Rosalinda y me lanzo una mirada envenenada.

 Luego Rosalinda se acercó a Romeo y lo beso en los labios. Romeo soltó mi brazo y poso sus manos en la cintura de Rosalinda. Respire hondo controlando mis ansias de golpearla.

 Cuando se apartó de Romeo, Rosalinda se dirijo a mi sonriente.

- adiós Julieta- se despidió y se fue sin tener que decir otra cosa más.

-Vaya- se limito a decir Romeo con una sonrisa en el rostro y se voltio cuando se acordó de mi presencia.

Suspire y él se dirigió a mí.

-¿Que?- inquirió él.

Me encogí de hombros y me dirija a la carretera.

Alce el brazo y un taxi se detuvieron frente a nosotros. El taxista al ver a Romeo cubierto de sangre y con moretones en la cara y más aun ver me a mi cubierta de sangre, con el rostro pálido y sin dejar de temblar se alarmo, pero no dijo ningún comentario. Romeo le dio mi dirección y el taxista obedeció llevándonos. Me senté apartada de Romeo y me cruce de brazos, sin importar que él estuviera ahí y que un desconocido me lanzara mirada preocupadas comencé a llorar. Lloraba por él, lloraba por Sebastián, lloraba por Rosalinda, en fin lloraba por todo el mundo y más aun de lo patética y monstruosa que me había convertido. No me había dado dé cuenta de que habíamos llegado a mi casa si el conductor no hubiera roto el silencio.

-Ya llegamos-. Anuncio y extendió la mano de manera demandante.

-No tengo dinero -.susurre y mi voz era extraña y espeluznante.

Me seque las lágrimas de mi rostro.

Yo me baje del auto y Romeo le pago al taxista sin decir nada más. Yo me quede parada frente a mi hogar sin dar un paso y dándole la espalda a la taxis. Pude escuchar la puerta del auto cerrarse y el auto desaparecer del lugar.

Alce los ojos al cielo y vi la luna hermosa y celestial.

-Hermosa- susurro Romeo a mi lado.

-Perfecta- me limite a decir sorprendida de que no se fuera. -, ¿qué haces aquí?- pregunte luego de bajar la vista del cielo y me dedique a observar la casa que tenía delante de mí.

-Pienso quedarme a dormir si no te molesta - dijo Romeo-, es como una fiesta de pijama, solo que esta vez es para dos.- explico intentando sonar divertido y gracioso.

-¿Tus padres?-pregunte y el seguí viendo a la luna.

-Piensa que estoy en casa de un amigo-. Respondió Romeo y bajo la vista del cielo y sentí sus ojos fijos en mi rostro.

-¿Los padres de tu amigo saben donde tu estas?-pregunte con curiosidad.

-Ellos creen que estoy en mi casa-. Explico con toda naturalidad.

-No hay cavos sueltos- pregunte-, siempre hay fugas en los planes…- comente.

-No en los mío -. Me interrumpió.

-Es tu cuello -. Dije.

Romeo volvió a mirarme de la misma manera extraña que no supe descifrar.

-¿Qué?-pregunte alzando una ceja.

-Te ves hermosa a pesar de que pareces al joker o una vampira - explico-, pero es mejor limpiarte esa piel de arena quemada.

Saco un pañuelo y limpio mi rostro con suavidad.

-Termine- anuncio cuando termino.

-Te veo en un segundo-. Le dije cuando me dirigí a la puerta principal. Sabía que el subiría por la ventana.

 Cuando mi mano se cerró en el picaporte me sentí nerviosa. Cuando abrí la puerta descubrí que mis padres no estaban esperándome, eso me dio la oportunidad de salir corriendo a mi habitación antes cerré la puerta con suavidad. Romeo ya estaba esperándome con una sonrisa en el rostro- dame un segundo- le pedí y el asintió tome mis cosas personales y de ingenie. Me fui al baño, cuando estuve en el, me quiete el vestido lleno de sangre y sudor y las joyas. Entre rápidamente a la bañera y encendí la pluma y deje que el agua tibia mi mojara.

El baño fue agradable y consolador. El agua tibia ayudo a que me relajara los músculos y que pudiera pensar mejor. El olor a mi jabón favorito relajo aquella parte te mi ser que estaba tensa y nerviosa. Sin más demora salí de la bañera y me vestí con la primera prendas que vi. Me cepille los dientes para poder usurpar el sabor a sangre de mi boca y el cabello con dureza y rapidez luego que termine  me fui a mi habitación sosteniendo el vestido, los tacones y las cosa de necearse. Camine lo más lento que pude e intente no hacer el mínimo ruido. Abrí la puerta de mi habitación con suavidad aunque se me dificultaba sosteniendo tantas cosas, cuando entre a mi habitación Romeo estaba de pie, dan dome la espalda y sin camisa. Todo lo que yo sostenía cayó al suelo con un golpe fuerte y no me inmute por recogerlo. Cerré la puerta con suavidad y después me dirigí a donde estaba el.

-Romeo-lo llame y mi comencé a balbucear. -, ¿Qué haces?- él se voltio y vi la poca musculatura que tenia y los golpes en su abdomen.

Él me sonrió a medias ya que su sonrisa luego se volvió una mueca de dolor.

-¿Estás bien?- pregunte.

Romeo se encogió de hombro.

-He tenido peores noche -. Me afirmo.

Tuve las ganas de abalanzarme sobre le y besarlo, pero me contuve.

-Déjame limpiar esas heridas- le ordene y me dirigí nuevamente a la puerta.

-¿A dónde vas?-me pregunto Romeo conteniendo el dolor.

-Iré a buscar el botiquín de primero auxilio-. Respondí

No dijo nada y salí de la habitación. Fui a la cocina si  hacer ruido, busque atientas en la oscuridad el botiquín de primeros auxilios y cuando finalmente lo encontré volví a mi habitación.

Romeo se había quedado de pie como si nada hubiera pasado desde mi partida.

-Siéntate-le ordene y este me hizo caso.

-Te gusta torturar a los hombres- no era una pregunta una afirmación.-, bueno este es tu momento de gloria.

-Ummmmmm-murmure pensativa y sonreí a medias.

Necesitaba concentrarme ya que tenía que controlarme, sabía que mis hormonas estaban revueltas y descontroladas.

Limpie todas las heridas que tenía en el abdomen y en el pecho con suma concentración ya que no quería cometer una locura. Después limpie la herida que tenía en el labio y en la ceja.

-Hay Julieta-se quejo Romeo.

-Eres un niño- replique-, ni siquiera te estoy tocando-. Le dije cuando sostenía el algodón sobre la cortadura que tenía en la mejilla.-eres un miedoso.

-trátame con mas respecto ya que yo salve tu honor- me recordó conteniendo la mueca de dolor.

-Gracias por ser un caballero-le agradecí.

-Al menos soy un hombre- se felicito a sí mismo y me sonrió a medias.

-Supones mal tienes ya que solo tienes una parte de un hombre, pero no eres un hombre completo-. Le corregí y este arrugo la frente con frustración.

-¿Que te hace pensarlo?-exigió saber mientras le limpiaba la cortadura en la mejilla.

-La caballerosidad solo es un complemento o una cualidad de un hombre, pero lo que realmente hace un hombre es el amor y el respecto que este le demuestre a una mujer.- le explique sin mirarle los ojos. Romeo se quedo callado, pero volvió a poner cara de pocos amigos después que termine de limpiar la herida que tenía en la mejilla.

“a pesar que tengas una parte un hombre tienes una parte de un animal. Para ser más directa eres un hibrido, tienes una parte buena y mala.-explique sin mencionar esa cualidades maligna que tenia.-termine- le dije para que supiera que la tortura ya había terminado por completo.

Romeo se quedo cayado mientras que yo votaba todo lo que había usado para limpiarle las heridas y dejaba el botiquín de primero auxilio en la mesita de noche.

-¿Estás bien?-pregunte.

-Si-respondió.

-Es mejor que te acueste -. Susurre.

El obedeció se quito lo zapatos y se acostó en mi cama.

Apague las luces, por un momento estuve a punto de caerme debido a su zapatos. Salva y sana llegue a la cama y me acosté a su lado.

Por primera vez, él se acostó cerca de mí y me rodeo con los brazos, sentí su piel sobre la mía. Sentí su respiración en mi nuca y escuche sus latidos, los cuales no se comparaban con los de mi corazón que no dejaba de latir descontrolado. La sangre corría por mi rostro con más velocidad y vergüenza que en las últimas veces. Nos solo estábamos nosotros, estaba la oscuridad, la vergüenza, el cariño y no obstante el silencio.

¿Que podía decir yo?

Tenía a un chico en mi habitación semis desnudo y mis padres estaban en la otra habitación ignorante de lo que ocurría…

-Julieta- susurro en mi oído Romeo Montesco.

-Si- susurre.

-¿que estabas pensando cuando decidiste salir con esa basura?- exigió saber Romeo nuevamente.

Me mordí el labio y tenía que ser valiente, pero como.

-al parecer no use la cabeza cuando acepte salir con el-. Respondí.

-Al parecer no la usaste, teniendo en cuenta que tus criterios dan entender que tú prefieres hombres decentes, amables, caballerosos y sensibles, pero tienes la libertad de salir con sabandijas-comento un poco pensativo.- ¿porque eres así con los hombres? ¿Por qué eres así conmigo?-me pregunto y me encogí de hombros.

-Es mejor que lo dejemos ahí, si no quieres que mientas-. Volví a balbucear.

-No entiendo…-empezó Romeo a decir.

-Es que tú no entiendes, no oyes, no siente y no ves-. Lo interrumpí.

-¿Que?- pregunto sin entender.

-Está totalmente ciego para no darte cuenta-. Dije con toda la naturalidad como si hubiera ensayado esa palabra muchas veces en mi mente.- no usas tus sentidos.

Sentí su cuerpo tembloroso.

-La última vez que dijiste esas palabras te me declaraste y no te volví a verte- murmuro Romeo.

-Si -dije-, fuero esas mismas palabras-. Le recordé.

-¿Pero porque lo dices ahora?- pregunto nervioso.

-Porque lo sentimientos que tengo por ti nunca han cambiado y sigo enamorada de ti-. Me declare y sentí cada célula de mi cuerpo morirse en ese segundo.

Romeo no dijo nada.

-Romeo- lo llame  extendí el brazo para tocarlo y lo que toque fue la almohada. – ¿Romeo estas ahí?- pregunte y me incorpore. Comencé a buscarlo  ciegamente en la oscuridad y no encontré nada. La luz de mi habitación me deslumbro y me dejo ciega por varios segundos. Cuando mis ojos se adaptaron a la luz, pude ver a Romeo de pie frente a mí.

-Aun así sigues sintiendo lo que sientes y como quieras tratas de ser una buena amiga -baje la cabeza avergonzada mientras él decía aquellas palabras - y a pesar de todo demostraste ser una buena amiga mientras me viste besando con Rosalinda…

-No soy una santa- lo interrumpí sintiéndome avergonzada ya que no era tan buena como él me describía. -. Cuando te vi besándote con Rosalinda, me sentí celosa de que ella pudiera estar contigo y yo no.

-Quiero que me explique toda la verdad y sin eliminar cualquier detalle- me exigió saber y yo no alce la cabeza-. Quiero saber todo  y absolutamente todo y por favor mírame a los ojos.

Negué con la cabeza, pero él era insistente.

 Romeo se acercó a mí y tomo mi barbilla y la levanto para que yo le viera el rostro.

-No importa lo que me digas yo no pienso juzgarte- susurro y mis ojos se mostraron doloroso-. Por favor…

Suspire.

-Solo dime la verdad sin romperme el corazón -. Pidió el con su voz chillona.

Explique todo que me había ocurrido, sin ocultar nada, sin mentir. Hable de todo y fue como sacarme el veneno que tenía inyectado en mi corazón del cual me debilitaba y me hacía sentir miserable, pero el veneno nunca me llevaba a la muerte si no a la locura. Perdí el aliento mientras hablaba y sentí varios dolores pulsantes en las costillas. Luego de terminar de hablar volví a respirar con normalidad.

Su rostro hermoso estaba lleno de dudas, preguntas y curiosidad. ¿Por qué curiosidad?

Él todavía estaba de pie con la vista fija en mi rostro.

-Si no quieres halarme lo entiendo del todo…-. Comencé.

-No- me interrumpió

-Oh- dije sorprendida.

-Pasaste todo ese caos por no decirme que me quieres, sin averiguar si yo te podría corresponder de la misma manera-. Me regaño Romeo.

Mi mente proceso cada palabra y no comprendió lo que él decía.

-¿Qué?-pregunte.

-Estas ciegas-. Murmuro con burla.

-No te entiendo –le explique. -, por favor explícate- suplique con ansiedad.

-Lo que digo que es que yo también he sentido amor por ti- Romeo se sonrojo cuando susurro esas adorable palabras. -. Cuando éramos niños pensé que no me harías caso si yo no salía con otras chicas y si me mostraba diferente contigo.

-Oh- suspire-. Yo pensé lo mismo, pensé que si te ignoraba tú te fijarías en mi.

-Tremendo enredo-. Dijo y se sentó junto a mí.

-Al menos tienes idea del enredo- dije.

Comprendí todo y sin poder contenerme comencé a reí.

-¿Porque te ríes?- pregunto sin entender porque me reía.

Me levante y volví a reír.

-Esto es más que un sueño, cuando despierte todo será normal-. Dije cuando me deje de reír.

-Julieta esto es la realidad-. Me aseguro Romeo.

-Aja- volví a reírme. -, demuéstramelo.

-Julieta-se limito a decir.

-Es un sueño y lo pienso comprobar- dije cuando volvía a sentarme a su lado- . Si es un sueño será uno de los mejores de mi vida y sin es la realidad prefiero morir…-. Tome su rostro con mis manos y lo atraje a mi rostro. Ni siquiera vacile y presione mis labios tibios sobre los suyos. Romeo no se molesto ni se inmuto para detenerme, pero pude comprobar la sorpresa en sus labios. Sentí sus dedos en mi cabello revoltoso, respire con anormalidad, sentí la adrenalina en mis venas y la excitación en mi corazón. Me aparte de él ya que el aire se me había escapado en el último beso.

-No creo que es un sueño -. No coincidió Romeo.

-¿Porque lo dices?-pregunte y las palabras salieron estropeadas.

El chico que tenía delante de mi sonrió y no vacilo.

Romeo se acercó sin vacilar y me beso en mis labios, deje que me guiara  sentí como me acostaba en la cama. Él estaba sobre mí, besándome con ternura y pasión y su lengua entro en mi boca sin temor de ser lastimada. Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo y sin poder evitarlo me separe de él, pero aun así él se quedo sobre mí.

Él estaba sofocado al igual que yo.

-No es un sueño- dije volviendo a la realidad y apartándome de la locura.- y no sé que es-. Farfulle sofocada.

-Es la realidad-. Respondió.

-Si es la realidad –susurre pensativa y continúe haciéndole una pregunta-, ¿qué somos?

-Amigos-respondió.

-Amigos- repetí y gemí- es una pesadilla.

-Hay Julieta que hare contigo-. Murmuro Romeo.

-Arrancarme el corazón –. Le pedí.

-Nunca aria eso- rehusó Romeo.- y quiero que me perdones si te hice daño y por el daño que un día podría causarte.

- Es la realidad-admití – y quiero pedirte perdón por todo.

-Porque no olvidamos todo los sucesos malos y recordamos los buenos sucesos-. Propuso Romeo.

-Suena bien-. Coincidí.

-¿Por qué amigos?-pregunte sin comprender.

-No podemos ser más que eso sabiendo que es prohibido, tenemos que cuidarnos y sabes que haría nuestros padres si saben que nos vemos a escondidas. A mí me mandarían aun internado de monjes y a ti te asesinarían- suspiro-. Además estoy con Rosalinda y tengo que buscar la manera de dejarla sin romperle el corazón.

-Bueno –acepte su explicación-, rompe tu relación con Rosalinda cuando sea el mejor momento, pero nunca deje que se extienda vuestra relación -. Le lace una mirada amenazadora -no me agrada Rosalinda, ella es muy tonta y boba-. Esplique sentí una corriente de celos- podemos ser amigos con ciertos privilegios.

-Si-acepto.

-Nada de hacer trampas…- le recordé.

El asintió.

-Y más que nada que nunca olvidemos nuestro amor-. Continúe.

-Te quiero con el alma- me susurro Romeo.

-Yo no tengo alma que ofrecerte, pero un corazón lleno de amor y pasión- susurre y él me beso en la mejilla.

Romeo se apartó de mi se puso de pie y a apago la luz de mi habitación y volví a estar ciega.

En la oscuridad sentí cuando él se acostó en la cama.

-Acércate bella durmiente -dijo y yo lo imite me acostarme a su lado a ciegas de la misma manera que no habíamos acostado hace una hora. Nuestro cuerpo volvieron a estar cercas, el me abrasaba y volví a sentir su aliento caliente en mi cuello. Sobre nosotros una sabana nos mantenía calientitos y cómodos-. Sabes una cosa odie a Sebastián desde el momento en me lo presentaste-. Musito.

-No te lo reprocho- susurre y bostece.- y gracia por defender mi honor, fue muy lindo de tu parte. Aunque no sé que le dirás a tus padres.

En se encogió de hombro.

- Nadie te insulta frente a mi presencia-. Volvió a repetir del mismo tono que había utilizado cuando estábamos en el pop.

-Eres mi héroe.

-Tú eres la damisela en peligro.

Ambos nos echamos a reír.

-Espero que no vuelvas a tener esa patética pesadilla tormentosa-imploro Romeo.

-Intentare no tener esos sueños- lo consolé-puedo pedirte una cosa-

-Si-

-Nunca deje de ser mi amigo, si lo nuestro nunca funciona- le pedí.

-Te lo prometo-prometió- te prometo cuidarte y nuca hacerte daño- me volvió a prometer.

El bostezo.

-¿Tienes sueño?- pregunte sabiendo lo obvio.

-Sí, pero quiero que me ayudes a dormir- imploro.

-¿Como?-pregunte- quieres que te cante…-

-Quiero que me cuentes lo que nunca sea escrito- me contesto.

-¿Como qué?-exigí saber en la oscuridad.

-El sueño bueno que tuviste conmigo- pidió.

-Es vergonzoso-. Le advertí.

-No lo será-. Me respondió con tranquilidad.

Suspire y comencé a relatar la historia.

                                     

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario