Graduación
Había pasado mucho tiempo
desde que hicimos la promesa, tanto tiempo era que solo faltaban dos días para
mi graduación de la escuela superior. Romeo y yo todavía segamos siendo buenos “amigos”. Aunque
todo parecía color de rosa, había un problema que nunca se había resuelto.
Rosalinda.
Rosalinda seguía siendo novia de Romeo y no había
forma de que los dos terminaran si estaban los negocios de ambas familias de
por medio. A pesar de todo eso no impidió que lo que sentíamos Romeo y yo no
fuera mágico, pero tenía que compartillo con Rosalinda y eso me hervía la
sangre. En ocasiones no me podía llamar ni visitarme porque estaba con ella. Rosalinda
estaba siempre con Romeo ambos parecían carne y uña. Había veces que podía
pasar un mes sin ver a Romeo por culpa de Rosalinda, cuando Romeo no venia las
pesadillas aparecía con más odio y dolor que antes y ahora era catastrófico ya
que Rosalinda parecía en ese sueño en el momento que él me arrancaba el
corazón. El en sueño podía ver la satisfacción de Rosalinda marcadas en sus
ojos y en su sonrisa malévola.
Cuando mi mente vagaba en
la noche luego despertar del espeluznante sueño, pensaba si realmente el sueño
era una imagen de lo que ocurriría en el futuro. Tan mal será lo que Romeo me hará,
seguirá siendo novio de la estúpida de Rosalinda. Me arrancara el corazón sin
el mínimo dolor.
Una parte de mi ser sabia
que todo era en vano, si era en vano mi único plan B era escapar, si mirar
atrás.
-felicidades por tu beca-.me
felicito Romeo dos días antes de la graduación.
Era la primera vez en tres
semanas que venía a mi habitación a mitad de la noche.
Romeo estaba sentado en mi
cama platicándome todo lo que había ocurrido en las tres semanas en el cual él
no me vio y yo me mantenía de pie y me cepillaba el cabello precavida a cada
palabra.
-Gracias-dije mientras me
cepillaba el cabello- y feliz cumpleaños- lo felicite.-. Espero que haya
gustado mi regalo-. Le susurre.
-Claro que me gusto- me
respondió.- y gracias por obsequiarme la cámara.
-No hay de qué, cuando seas
famoso votaras la cámara a la basura-. Dije con una sonrisa tratando de darle
valor. Romeo estaba muy nervioso por su aceptación en la escuela de
cinematografía.
-Yo nunca haría tal cosa-. Replico
ofendido.
-Vendrás a la ceremonia de mi graduación-. Le
pregunte y deje el cepillo en la mesita de noche, cuando me di por vencida y
deje mi cabello como melena de león.
-Te prometo que estaré ahí
-.me volvió a prometer.
-Si no apareces tendré que
llamar a Sebastián para que me lleve al baile por tu falta de memoria -. Dije
con un tuno burlón. Cuando Romeo estaba a mí alrededor las risas y sonrisas nacían
con más naturalidad.
Era la primera vez en
tantos años que mencionaba a Sebastián y que después del percance con Romeo había
cambiado radicalmente. Sebastián era amable y encantarado con las chicas, pero
conmigo nunca cruzo una palabra. Había escuchado que se había ido a estudiar
medicina en Atlanta.
-Aja-sonrió apenas y yo lo
note con mucha claridad.
-¿Te tienes que ir?- pregunte
al ver su impaciencia en sus ojos.
-si -respondió.
-Oh -suspire.
-¿Que te ocurre?- pregunte
por la ansiedad e impaciencia en sus ojos.
-Estoy preocupado -.respondió
con su voz suave del cual había cambiado después de terminar la pubertad.
-¿Porque estas preocupado?-
exigí saber con el mismo tono preocupado. -, es Rosalinda- adivine rápidamente
y asintió con la cabeza. Rosalinda era mi maldición. -. ¿Qué pasa con ella? –pregunte
y me senté en la cama.
-Ella está planeando la
boda…- Comenzó.
-BODA-grite sin importarme
que mis padres entraran a la habitación. - , se supone que lo de ustedes era un
simple noviazgo de negocios. Se suponía que la dejaría en momento correcto, no
que te fueras a casar con esa pelirroja estúpida-dije con toda la frialdad que
pude. -. Es mejor que lo que me estás diciendo sea mentira, porque si la veo
deseara nunca haberte conocido-. La ira salió a flote y en mi pecho la leona rujía
enojada.
-cálmate Julieta –intento calmarle- no te enoje.
Me puse de pie y me mantuve frente a él.
-¿Que no me enoje? -replique-, porque no debo
enojarme- dije con sarcasmos-. Déjame pensar, tengo tres la razones, numero
uno- dije mostrando el dedo índice-, te vas a casar con esa estúpida. Numero
dos- mostré el pulgar -, tu vas a estar con ella y vivirán felicite para
siempre-mostré el dedo del corazón-. Números tres, donde quedo yo, quien me va compensar,
a quien debo amar si tu ya no serás para mí. Lo nuestro dejara de ser hermoso
desde el momento que digas acepto. Tendrás hijos con ella, serán ricos y
triunfaran, pero donde quedo yo. Yo no puedo y jama seré tu amante. No importa
cuanto sea el precio me alejare de ti para siempre en el momento en que el sacerdote
diga “ahora los nombro marido y mujer” -dije y al mismo tiempo contenía las
lagrimas de rabia. -. ¿Dime qué debo hacer Romeo?– le exigí la respuesta y me cruce
de brazos.
Él se quedo perplejo y ha tonado.
-No puedo hacer mas nada -dijo con amargura. -, la
familia de Rosalinda controlan nuestros bienes y sin yo no me caso con
Rosalinda, su familia nos dejara en la calle. No puedo dejar que todo lo que
mis padres han trabajado se vaya por la ventana…
-Tu felicidad conmigo y mi corazón debe sufrir por
los errores de los adultos-. Replique tan rápido que casi no me entendí.
Él se puso de pie y comenzó hablar con los ojos
llenos de seriedad.
-Es un riesgo que debo afrontar -susurro tan
bajito que me costó trabajo escucharlo- y todos tenemos que hacer un sacrificio
y este es el nuestros.
-Para ti es un sacrificio, para mi es la muerte-. Le
dije.
-Eres tan dramática-. Me increpo.
-Tú no eres valiente-dije- y gracias por
demostrarme que esperar fue todo un error.
-Un error- repitió enojado.
-Si-afirme- y eso es lo que me demuestra,
perdóname por no ser de tu altura. Perdóname por no ser la pelirroja que tu
deseas, no tener los ojos verdes y un cabello lacio y brilloso, perdóname por
no ser sobresaliente y por ser un fenómeno de circo y más que nada perdóname
por amarte-. Le dije y pude ver en sus ojos se volvieron triste y melancólicos.
“Eres un animal y eso nunca cambiara. Solo piensas
en ti y no sabes cómo tratar a una mujer y como serle fiel a esta. No eres un
hombre solo eres una animal y jamás podrás ser el hombre que una vez quise
tener. Yo siempre pensé que éramos nosotros, pero siempre eras tú y solamente tú…
-Perdóname- suplico y me interrumpió.-y hare lo
que esté en mis manos…
-Si tienes tus opciones y elegiste esa decisión. Como
veo ya no hay marcha atrás y es como yo lo veo, es mejor que no hagas nada por
mi- abrió la boca para interrumpirme y
seguí hablando. -. No quiero que con tu lastima me causes más daño. Romeo
quiero que sepas que te perdono, pero ante que te vayas quiero algo de ti.
-¿Que quieres?- pregunto.
-Un beso- demande.
Romeo se sorprendió de mi petición, pero aun así
me complació. Se acercó a mí y tomo mi rostro con mucha delicadeza. Sus ojos me
miraron cautelosamente antes de besarme, fue suave y rápido. Yo no quería que
terminara hacia que enrede mis brazos alrededor de su cuello y seguí besando a
Romeo. De un momento a otro él se apartó de mi, todavía sosteniéndome el rostro
y me observo por un lapso de tiempo del cuan no nos molesto a ninguno de los
dos. Se acercó a mí y esta vez me beso en la mejilla y después que se apartó de
mi, susurro en mi oído.
-Prometo amarte por la eternidad y prometo estar
en la fiesta de la graduación -. Susurro con su voz sensual que me detuvo el corazón.
Romeo sin tener nada más que decir se fue por la
ventana.
Yo me quede donde estaba y me llevo mucho entenderme
todo. Me sentía tan mal que ni siquiera me importo acostarme en el suelo y
llorar desconsoladamente con dolor, enojo y odio. A pesar que lloraba, el dolor
seguía ahí como un cáncer dañando cada parte importante de mí ser. No sé cómo
pude detener las lágrimas y cerrar los ojos, sin pensar en la pesadilla que se
me vendría en sima.
La luz del sol me despertó, abrí lentamente los
ojos y descubrí que estaba en el suelo y con el rostro sudoroso y pegajoso. Me incorpore
sin saber cómo llegue al suelo y las imágenes vinieron rápidamente a mí. Sentí
una sensación extraña en el estomago del cual me mareaba rápidamente. Mi cabeza
comenzó a darme vueltas y me acosté en la cama. Volví a pensar en lo que había
ocurrido la noche anterior y esta vez no llore. Ni si quiera tuve que contener
la lagrimas, aun que mi corazón parecía más
descompuesto que mis ojos hinchados. Sabía que la vida no era justa y que tenía
que afrontar los retos que la vida me ponga. No sé cómo, pero lo siguiente dos días los pase pasivamente,
las pesadilla no me molestaban como antes y ya no lloraba como una maniática.
Supe que una parte de mi ser había cambiado ya no era la niña malcriada y
tampoco la adolecente antisocial y hoy descubrí que hoy realmente era una mujer.
Una mujer que había dejado de ser ignorante e imaginativa. Supe que mi cambio
se debía a Romeo y sabia que gracias a él, entendía que hay cosas que nunca se
puedes tener y es mejor vivir sin ellas. Las horas pasaban y sabía que este no
se detendría hasta que llegara el día de mi graduación
La claridad
del amanecer me despertó con su manto de colores y sus carisias heladas y solo
me incorpore para pensar que tenia de emocionante este día.
Hoy era una
mañana de mayo, donde las lluvias no habían cesado. Supe que hoy no sería un día
normal si no un día especial, distinto y deseado. Hoy mi iba a graduar, aunque
no tuviera mis deseados decimoctavo años, hoy me conformaba con solo tener 17 años.
En este momento sería la última vez que estaría con mis compañeros de la
escuela. Unidos por última vez, sabía
que la mayoría se irían a las universidades más talentosas , importantes y
maravillosas del mundo, la segunda parte iría a instituto de cursos avanzados,
la tercer parte se irían exterior a cumplir el sueño americano y la cuarta
parte no haría nada más que trabajar y mantener una vida normal sin sacrificio
que con llevan a tener una familia, pero para todos sabíamos que era el final
de nuestra vida en la escuela y nuestro comienzo fuera de la escuela y una vida
alejados de nuestro padres. Con nerviosismos Salí de la cama, me bañe y me arregle
muy elegante, no me agrado el color de la toga y el birrete del cual era color
amarillo canario. Me mire en el espejo y no encontré ningún cambio en mi más
que la tristeza presente en mi rostro. Antes que ocurriera una cosa más en mi
cabeza me fui a la estancia donde me esperaban mis padres orgullosos, alegres y
alejados de mi perturbación y sufrimiento.
La trayectoria fue larga e interminable, pero
cuando llegue al lugar donde se celebraba la ceremonia de graduación tuve que
contener las lágrimas, al ver todos mis compañeros vestidos de forma diferente.
Ya no vestían de un pantalón negro ni con las camisas de los 3 años anteriores
azul, rojo y blanco y con los zapatos que solíamos calzar que siempre en la
mayoría no solía combinar con nuestro uniforme, pero yo siempre recordaba los nombres
de aquellos zapatos llenos de famas y orgullos para los estudiantes: convers ,
jordan, Nike y champions. Pero ahora todos vestíamos de vestidos hermosos, ropa
de gala, trajes de etiqueta y calzado extrovertido debajo de nuestra patética
toga y birrete amarillo canario. Los peinados y maquillajes, me parecían
peculiares y extraños.
Volvía soportar la oleada de sentimiento con un suspiro.
Me acomode entre mis compañeros y sonreí ocultando
detrás de mis ojos mis preocupaciones y mis miedos.
Los discursos fueron ajenos en el sentido que no
capte el mensaje importante solo palabras como “futuro”, “libres”, “orgullo” y
“demostrar”, las otras palabras carecían de importancia en mis oídos. Mis ojos
se deslizaron en los rostros de mis compañeros, intentando grabar sus rostros
en mi memoria. Luego de ver todos los rostros, me fije que la líder del grupo estudiantil
Ashley. Ella decía el mismo discurso similar al anterior. Volví a sentirme triste,
melancólica y desgraciada. Yo conocía a Ashley desde hace más de seis años y ya
no la volvería a ver más que en myspace.com, en facebook.com u otra página de
socializar. Había esperado este día y no me había imaginado que resultaría tan
horrible esa situación. Mientras yo pensaba y miraba a todos los que estaban en
mí alrededor, comenzaron a llamar a los estudiantes por orden alfabético, no
obstante cuando mi mente se mantenía en las musarañas había llegado el momento
de que yo buscara mi diploma con honor y orgullo.
-Julieta- me llamo mi mejor amigo dos filas alejadas
de mí y recordé donde estaba. Fui a buscar el diploma con paso decidido y
controlando mis pies para no caer. Me dirigí a donde estaba la directora y tome
mi diploma con una sonrisa hipócrita. Luego de alejarme de esa área tormentosa volví
a mirar mi mejor amigo y este me lanzo una mirada tranquila y alegre. Camine a
los asientos y volví a sentarme juntos a mis compañeros quienes sonreían con la
libertad en la mano y con lagrimas en los ojos… bueno no todos llorábamos, si
no que conteníamos las lagrimas intentando con mucho esfuerzo no estropearnos
el maquillaje en nuestro rostro.
Cuando termino las entregas de premios y los
discursos todos lanzamos nuestros viertes al aire y nos abrasamos. No pude
evitarlo y varias lágrimas aflojaron de mis ojos con felicidad y tristeza. Algunos como Raúl,
Ricardo, Chary, Carolyn y sin contar otras personas más se abalanzaron sobre mí,
algunos como mi gran amigo Raúl me quitaron el aliento con un abraso de oso.
Luego de terminar nos despedimos con alegrías de
nuestros padres y nos fuimos en una limosina donde no sabía cómo y de qué modo
23 estudiantes mas el conductor cabían si el menor incomodidad. La algarabía y
la música fueron inminentes. Yo me mantuve apartada junto a mis amigas del alma
Carolyn y Chary. Carolyn hablaba con su novio y Chalayra secaba las lágrimas en
mi rostro con sus delicados dedos.
Cuando llegamos al hotel Caribe Hilton el resto de
los estudiantes estaba ahí. Me tranquilice, deje chalayra me arreglara el maquillaje
en rostro antes de bajarme de la limosina. La sala de baile donde celebraríamos
nuestra fiesta de graduación o más bien celebraríamos
nuestra despedida o libertad, estaba fantástica y fenomenal. La música era
lenta y animada en un modo extraño para al gusto de los kakos y rockeros.
El resto
del grupo 12-1 estaba sentado en una mesa apartada de los otros grupos en una inmensa mesa, todos los presentes
charlaban y reían, las voces que sobre salían entre todas era la de Ashley y Kiara.
Todos parecían felices, pero no todos. Me senté junto a mis compañeros y espere
que Iyeisha diera su discurso tonto y
aburrido antes del inicio de la cena. Nuevamente las palabras carecían de
significado en mi mente. La comida estuvo riquísima y espectacular y como la
mayoría de las veces compartí mi comida con Raúl ya que no tuve mucho apetito y
me estomago no lo soportaría.
Yo había sido la primera en terminar de comer y
volví a mirar a todos mis compañeros de clase, pose mis ojos en cada uno de
ellos y por un lapso de segundo pensé una cosa buena, cuando me quede mirando a
Ralphie lo primero que me vino a la mente era que no importaba que mal
estuviera la situación siempre le buscaba el lado positivo aunque fuera
estúpido para mí y gracioso para todos, con una sonrisa volví apozar mis ojos
en otra persona y me encontré con Raúl.
Raúl siempre había sido delgado a pesar que se
comiera toda la comida del mundo nunca engordaba, pero no era eso lo que lo hacía
especial. Raúl era el hermano mayor que nunca tuve y quise tener. En los
momentos más difíciles él pudo sacar una sonrisa de mi rostro y una risita
peculiar y extraña. No importaba lo que tenía que hacer yo siempre quería compensarlo
por hacerme feliz cuando nadie podía, aunque me pasara una noche haciéndole un
biscocho de tres chocolates diferente, él se lo merecía ya que era un ser de lo
más valioso que nadie podía ser para mí. Un gran amigo.
Sonreí cuando Raúl molestaba a Roberto por su gran
apetito carnívoro, pero los recuerdos me torturaban la mente y el corazón.
Suspire con nostalgia y Chalayra me escucho.
-Julieta- me llamo al otro lado de la mesa y lo más
sorprendente es que la escuche a pesar de la gran voz de José quien le contaba
un chiste a Carla.
Alce los ojos cuando la escuche y recorrí los ojos
hasta encontrarme con chalayra quien estaba sentada junto a Jennifer y Génesis.
-Si- grite y supe que chalayra no era la única que
había escuchado mi suspiro. Jennifer me lanzo una mirada preocupada del cual
ignore con vergüenza.
-¿Romeo vendrá?- pregunto ella.
Me encojo de hombro sorprendida de escuchar su
nombre, por primera vez en varias horas escuche su nombre y no tuve que oírlo
en mi mente ni de mis labios. Romeo no me había llamado desde la última vez que
nos vimos, oír su nombre me aruño el corazón con mucho dolor. A pesar del dolor
quería verlo aunque fuera por última vez, quería verlo en mi fiesta de
graduación y él lo había prometido. Él me había prometido hace tantos años
bailar un vals conmigo.
Los nervios cobraron vida y excitación con más
fuerza. Había pasado tanto tiempo… bueno horas que no nos veíamos. Ni siquiera cuando hicimos el pacto no nos vino
de la manera en que deberíamos ver nos. Solo éramos adolecentes alocados y
lunáticos y ahora éramos un hombre y una mujer con madures y conciencia, aunque
uno de los dos no tuviera alma.
Yo Julieta Capuleto no era la chica blancuzca,
plana y dientucha de hace años. Ya no usaba bracer y la pubertad hizo que
mejorara mi figura haciendo la esbelta, mi piel había cambiado a un tono
tostado como la arena con el transcurso del tiempo, mis ojos seguí siendo del
mismo color madera quemada y mis hoyuelos de surcos abiertos eran hermosos sin
contar con mi nueva dentadura perfecta. Sin contar que ahora vestía de un
vestido escotado en la espalda y en el pecho con unos tirantes en mi hombro
derecho, dejando el otro hombro izquierdo descubierto al aire libre, un listón
me rodeaba la cintura y debajo de mi pecho resaltado este y el listón terminaba
en mi espalda con lazo perfecto y hermoso. Mi maquillaje era simple, pero
resaltaba con mi atuendo. Un juego de joyas hace que mi belleza fuera impresionante
en cada parte de mi cuerpo las orejas, mis muñecas y en mi caluroso cuello,
aquellos brazaletes tenia forma de media luna y la cadena tenía un medallón de
plata con una luna grabada sobre esta y mi aretes de diamantes brillaban por
las brillantes luces del techo. Los tacones de plata que amordazaba con unos
tirantes de seda mis tobillo de la misma forma que una zapatillas de ballet,
solo que este tenía color plata y no rosa ni blanco. La plata era armadura que
me protegía de la misma manera que protegió a Juana de arco.
Me sentí más nerviosa e inquieta de lo que me había
sentido en toda mi vida.
-Supongo que Romeo no vendrá-. Respondí alzando la
voz luego de meditar las palabras correctas.
-Lo siento mucho Julieta-. Me consoló chalayra y
sonreí a media.
-No importa-. Respondí en voz baja y ella me leyó
los labios.
Sentí como si alguien me estuviera mirando, pero
no le preste atención a ese presentimiento ya que una parte de mi ser no quería
volverse paranoica en este momento.
Luego de que el 12-1 terminara de comer, el grupo
se disperso por la pista de baile y note que se había duplicado el grupo de
personas. La mayoría de las personas que vi eran los amigo o quizás los novios
y las novias de los recién graduados.
Pude ver
Kyo atravesando un grupo de chicas parlanchina para venir a nuestras mesa donde
solo quedaban poco del 12-1. Me lleve una sorpresa verlo vestido de una forma
formal y no imprudente, Kyo vestía de un gabán negro sin corbata y calzaba unos
zapatos relucientes. A poca distancia pude ver que este sostenía en su mano
derecha una rosa roja sin espina. Sin proponérmelo me voltee a ver a Carolyn
que estaba sentada tres asiento lejos de mi sonrojarse como su vestido sin
escote y sin manga de una forma a otra me recordaba a un kimono y esta calzaba
para mi sorpresa en unos tacones negro menos elevados que los que yo calzaba.
Ella se puso de pie y camino como si intentara no caerse al suelo, pero
sonriente al ver a su alma gemela. Pasaron los segundos y todos los graduados
estaban en la pista de baile bailando y riéndose felices, no todos estaban
disfrutando de la fiesta. Yo está sentada en una silla apartada del grupo y de
cualquier ser. Me morí de envidia y celos al ver a todos con su pareja sumidos
en una burbuja de amor. Enfadada tome mi bolso y con frustración busque el teléfono, cuando lo encontré marque
con rapidez el numero que solía marcar con frecuencia. Espere a que sonara y sonó
varias veces, sin ninguna interrupción sonó el buzón de mensaje. Más enojada
que hace un segundo guarde el teléfono en el bolso y me cruce de brazos
esperando que todo esto fuera un sueño.
Mientras contraía el entrecejo muchos de los que
bailaban parecían estar en el cielo, me dolió mucho ver a todos bailando
incluyendo Carolyn, Kyo, chalayra con su nuevo novio o más aun ver a Raúl
acaramelado con su novia Sandy.
Aburrida y enojada pose mis ojos en chalayra quien
bailaba con su novio.
Chalayra parecía la princesa de un cuento de hada,
ella tenía el cabello largo, suave y lacio, vestía de un vestido amarillo
canario del cual tenia no tenia escote, el vestido era largo y tenia mangas
largas y delicadas cubriendo sus hombros, brazos, codos y muñecas. Chalayra calzaba
unos tacones simples y sencillos.
Chalayra parecía a Rapunzel.
Cuando perdí de vista a chalayra me fije en Linnette
y Rony quienes juntos bailaban para mi sorpresa. Todos parecían más felices que
nunca y no como yo que echaba humo por la boca. En mi mente los pensamiento
venia y se iban y no se quedaban permanentemente en mi mente por mi enfado…
-¿Quieres bailar? – me pregunto una voz masculina
y desconocida en mi oído, pero teniendo esperanza me voltee a ver si era Romeo,
pero mi expresión cambio de forma radical al, porque cuando lo vi no era la
persona que quería ver.
Antes de responder me limite a observarlo.
Sus ojos eran verdes esmeralda y brillaban bajo la
fosforescencia, tenía el cabello castaño, largo y lacio, su cabello tenía un
tono dorado como si brillara sin ninguna ayuda del astro rey. Vestía como mis compañeros
solo que su ropa de etiqueta parecía verle muy bien a él, ya que su musculatura
sobresaltaba de una forma sorprendente y además de su cuerpo capte que tenía
una sonrisa tranquila y divertida.
-¿Qué?-pregunte sorprendida no solo por su belleza
de adonis si no porque si dirigía a mí y no a otras chicas.
-¿Quieres bailar?-volvió a preguntar.
-¿Con quién?- pregunte mientras que el chico que
tenía delante mí me asesinaba con su sonrisa y quemaba mi enojo.
El alzo una ceja y su sonrisa se hizo más
inquietante.
Mi corazón se hubiera detenido si Romeo fuera tan
coqueto como el chico que tenía delante de mí.
-Conmigo obvio- susurro y articulo con claridad
cada silaba.
Me sonroje y me encogí de hombro con duda.
Quería bailar pero no con ese chico, quería estar
en otro lugar, en otro tiempo y con Romeo Montesco. Este día se me había arruinado
gracia a su falta de palabra y honor.
Porque seguía como una tonta cuando ya él estaba a
punto de encadenarse con Rosalinda, yo tenía el derecho de ser lo que quería, ya
que era libre y desdichada. Además un poco de diversión no me aria daño alguno.
-Siempre y cuando no me pizotes - .le susurre con
una sonrisa en mi rostro.
-No será un problema-.me contesto y me extendió la
mano con educación y caballerosidad, sorprendida y con timidez él tome. El
chico me ayudo a ponerme de pie y a guiarme a la pista de baile.
Mis ojos estaban fijos en su rostro hermoso, pero
sentí la miradas de mis compañeros clavadas en nosotros a medidas que
caminábamos a la pista de baile. Cuando finalmente llegamos, sentí como su mano
izquierda se posaba en mi cintura. Nuestros cuerpos se aproximaron en un
latido, mi mano izquierda se poso en su hombro y todavía sosteniéndome la mano
derecha comenzamos a bailar. El chico de los ojos verdes bailaba el vals
conmigo, de una manera caballerosa y moderada. Su mano izquierda nunca bajo ni
subió a una parte de mi cuerpo indebidamente. Me sorprendió que el Dj pusiera esa
música en semejante fiesta, sabiendo cómo eran los gustos de los kakos. Los
kakos enfadados de la música se fueron de la pista de baile dejado solo pocas
pajeras.
Mis ojos seguían fijos en él y sus ojos en mí. No
pude encontrar ninguna imperfección ni similitud de esa belleza, sin contar con la sonrisa
picara que tenia.
El vals me hacía sentir como una niña de 5 años ya
que el joven era quien me guiaba, ya que mi mente estaba desconectada de mi
cuerpo. Mi mente intentaba pensar en otra cosa que no fuera Romeo, pero
sabiendo que hoy me había arruinado un día especial.
Una lágrima cristalina corrió por mi rostro y el
chico se las ingenio para atraparla con la mano izquierda.
-¿Cuál es tu nombre?- pregunto el chico con una
voz preocupada, pero aun así divertida.
Me encogí de hombros alagada por su tono de voz.
-Llámame Julieta- respondí.
Soltó una carcajada sencilla y dulce.
-¿Por qué lloras Julieta?– volvió a preguntar el
chico.
Suspire.
-No te ofendas pero se supone que bailaría esta pieza
de baile con otra persona- dije y añadí para ser educada. -, pero tú eres un excelente
bailarín.
-Gracias-acepto mi alago.
Volví a suspirar, pero esta vez ocultando la
nostalgia, no quería ofender al chico que tenía delante de mí y no dije nada mientras
bailábamos
-¿novio?- pregunto rompiendo el silencio entre
nosotros ya que la música estaba más animada que nunca.
Negué con la cabeza.
-No sé que era él para mí- dije conteniendo el
dolor en mi corazón. –y tampoco sé que yo era para él.
-Oh- se limito a decir mientras me observaba con
curiosidad.
-Después de todo soy una tarada y una estúpida…-. Comencé
a decir.
-No eres una tarada y tampoco eres una estúpida-. Me
interrumpió.
-¿Tú crees?- pregunte sintiéndome como una
estúpida.
-Si -respondió el chico con una sonrisa apaga en
su rostro.
Sin proponérmelo le sonreí, me sorprendió que
hablara con un desconocido de mi vida privada y mis sentimientos. Lo más
sorprendente es que el chico de los ojos verdes se mantenía atento, encantador,
curioso y supuestamente guapo.
-¿Cuál es tu nombre?- pregunte mientras dábamos
una vuelta.
-Llámame París-. Contesto en susurro el chico.
No pude
evitarlo y él tampoco y ambos comenzamos a reír desfrutando de nuestro chiste
privado.
-¿Leíste Romeo y Julieta?– pregunte con
curiosidad.
El asintió.
-Me sorprende- susurre.
-No te lo reprocho, solo hay pocos que tienen
mentes despierta y sin ningún obstáculo-. Murmuro Paris.
-¿Por qué viniste?- pregunte ya que nunca lo había
visto en la escuela. Me fije que era más joven que yo a pesar de su estado
físico-, ¿tienes a un familiar que se haya graduado?- pregunte.
El negó con la cabeza.
-Vine acompañar a mi prima de vacaciones y
aquedarnos unos días aquí-. Respondió Paris.
-¿Cómo pudiste entrar?-pregunte-, esto era una
fiesta privada.
Sin decir nada más se acercó a mi oreja y susurro.
-Soborne al guarda para que me dejara entrar-. Explico
quemándome con el aliento.
-Vaya-me limite a decir.
París se apartó de mi cuello y sentí como mi
corazón saltaba de nerviosismo.
-¿De dónde eres?- pregunte ya que no parecía un
adolecente alocado.
-Francia-respondió en francés, pero pude entender
lo que me decía.
-¿eres franciscano?-pregunte.
-Si- contesto en español.
-Sorprendente-susurre.
Quien lo diría, yo hablando con un chico guapo e
inteligente y que después de todo es europeo.
-Esta hermosa-. Me dijo Paris con sinceridad.
-gracias- agradecí con sinceridad- tu también
estas muy guapo, para ser un franciscano.
Sonrió por mi alago.
-Tú eres más hermosa que esas lunáticas -.susurro
señalándome con la cabeza a un grupo de chicas parlanchinas.
Yo me eche a reír sin contenerme.
-¿Qué?-pregunto cuándo bailamos cerca de Carolyn y
Kyo. Ambos habían detenido mirarse del
uno al otro para vernos. Ver a Paris y Julieta…ya que no era el dúo romántico
Romeo y Julieta.
Ignore las miradas confusas, curiosas y acosadoras
de mis amigos.
-Mis amigos dice que soy lunática-.le explique
cuando nos apartamos de Carolyn y Kyo.
París me observo por un lapso de tiempo y con una
sonrisa en el rostro me respondió.
-Tienes un poco de locura, pero creo que
compresible-. Acepto mi explicación.
-Gracias- agradecí.
-¿Porque?- pregunto Paris confundido.
-Por bailar conmigo-. Le explique y pose mi cabeza
sobre su pecho. Me sentí mal ya que no estaba en los brazos de Romeo, pero aun así
me sentí segura de la manera que me no había imaginado. Aunque eso no evito que
me sintiera patética y triste.
-Oh- se limito a decir Paris.
Bailamos hasta que la pieza de baile termino.
-¿Quieres algo de tomar?-pregunto París cuando
volvimos a la mesa del 12-1.
-Si- acepte teniendo en cuenta que tenía sed.
-Vuelvo en un segundo respondió cuando me dejo
frente a la mesa.
Me senté en la silla en que me había sentado, para
a aliviar el dolor que nacía en mis pies. Busque en mi bolso y encontré mi celular.
En este encontré varias llamadas contando con las de mis amigos, familiares y
una de Romeo. No de volví ninguna llamada, solo me limite a revisar el buzo, no
había ningún mensaje de voz, pero si un mensaje de texto. Leí cada palabra y
las repetí en mi mente.
Querida Julieta:
Espero que no me odies, pero no podre asistir a tu
fiesta de graduación.
Te felicita y te pide disculpa: Romeo Montesco
No había un lo siento, un te amo ni una
imploración de perdón, más que una oración del cual quemaba mi enojo. La oleada
de sentimiento me golpeo fuertemente en el pecho.
-¿Estás bien Julieta?- me pregunto Chris en mi
espalda y el olor de su fragancia entro a mi nariz y endulzo mis pulmones.
-Si- mentí mirando hacia otro lado y mis ojos se
volvieron a encontrar en Kiara y José quienes bailaban en la pista de baile.
-¿Quieres que me quede contigo?- pregunto.
Negué con la cabeza sin mirarle el rostro a Chris.
-Vete a bailar yo estoy bien-. Le volví a mentir.
-Si necesitas una cosa me avisas y vendré
ayudarte-. Murmuro.
Asentí lentamente.
Después ella pude notar su fragancia deliciosa
desaparecía con ella.
Paris llego
y me dio una copa de champaña.
La bebí sin
molestarme del sabor amargo.
-¿Quieres salir de aquí? -pregunto París por mi
estado extraño.
-Si- respondí mientras guardaba el celular en el
bolso.
-Podemos ir a mi habitación -. Me sugirió Paris.
Asentí y sentí mi conciencia rabiosa y sorprendida
de mi actitud.
Me puse de pie sosteniendo el bolso con la mano
derecha.
-¿Puedo?–pregunto extendiéndome la mano derecha.
Asentí y él me tomo la mano izquierda.
Salimos de ese lugar sin mirar atrás y fuimos a
una habitación lujosa.
Me morí de la vergüenza cuando vi la cama de la
habitación.
Mi conciencia sabia una cosa que yo ignoraba.
Sabía que me había metido en problema del cual no
tendría escapatoria.
Deje en una mesa mi bolso, me mantuve de pie y alejada
de la cama, mientras que Paris se mantenía de pie.
-¿Qué edad tienes? Pregunte con curiosidad.
-16 años -respondió mientras se quitaba la
chaqueta y la dejaba en la cama.
Mis ojos se abrieron sorprendidos y Paris lo noto.
-Sorpréndete- inquirió
Paris.
-Si- murmure.
Me sonrió.
-¿Estas mejor?- me pregunto
Paris y se aflojo la corbata del cual tenía un nudo perfecto.
-No lo sé -.
Respondí sintiéndome fatal al recordar lo sucedido.
-Hay veces que el pasado se
puede olvidar, pero no pueden olvidar las heridas marcadas en el corazón-. Susurro
Paris.
-Aja- murmure y después
suspire.
-A demás yo no quiero verte
así- dijo y se acero hacia mi- sonríe- me ordeno.
Le sonreí involuntariamente.
El me observo por un
segundo sosteniéndome la mirada, se acercó más de lo hubiera hecho un
desconocido y por un segundo vacilo, vacilo de la manera que Romeo nunca hubiera
vacilado. París vacilo de una manera extraña como si deseara hacer una cosa que
no estuviera permitido ni fuera caballeroso.
Todavía sosteniendo mi mirada se acercó a mí y
presiono sus labios sobre los míos, sentí la emoción y la lujuria en sus labios
rosados. Al principio no supe de forma cierta que ocurría, pero cuando mi mente
proceso lo que estaba ocurriendo, mi cuerpo estaba actuando contra mi mente y
mi conciencia.
Rodee mis brazo alrededor
de su cuello y seguí besándolo con la misma pasión que nunca había demostrado.
Sentí como sus manos se recorrían mi cuello, mis hombros y se detenían en mi
espalda, pero sus manos no se apartaron de mi espalda, sentí como desataba el
lazo que tenía en la espalada. Aunque estuviera besándolo no sabía que ocurría
luego, sin detenerme deje que su lengua entrara a mi boca y jugara con mi
lengua sin importar lo que en mi mente pasara. Aunque mi mente y conciencia
estuviera fuera de control, aunque mi cuerpo estuviera actuando de una forma
inaceptable no evito que mis oídos escuchara el sonido de la bragueta de mí
vestido deslizarse hasta su punto de inicio. El vestido se deslizo sobre mi
cuerpo y cayó al suelo, un aire frio recorrió mi cuerpo.
Me aparte de París
bruscamente.
Sin contenerme comencé a
respirar frenéticamente.
-Lo siento-. Se disculpo
Paris.
Lo mire por un segundo y volví
acercarme sin importarme nada más.
-Al carajo- masculle.
Me acerque a él, cerré los
ojos en el instante que presionaba mis labios sobre los suyos. Ciegamente deslice
mis manos sobre la corbata, la desate completamente y deje cayera al suelo. No
solo mis manos se movían, las manos de Paris acariciaba todo mi cuerpo desde la
parte más sensible a la más tensa. París
dejo de besarme en los labios y comenzó a besarme en el cuello y en los hombros
dejando un cosquilleo sobre la piel. Yo estaba semis desnuda frente a un chico
que desconocía, ningún hombre me había visto en ropa interior.
Abrí los ojos y me
concentre en París y no en mí.
Mis dedos temblorosos por la emoción desabrocharon
cada botón de su camiseta hasta dejar al aire libre su mi pecho y abdomen al
descubierto. Paris dejo de basarme, amablemente se apartó de mí y se quito su camiseta
del cual toco suavemente el suelo. Aproveche esa milésima de segundos para
tomar aire puro por la boca, sin apartar mis ojos del él.
Paris parecía muy emocionado como yo,
rápidamente me tomo en su brazo después que su camiseta cayera al suelo,
después me cargo como una bebe y me llevo a la cama. Mis ojos no se habían
apartado de él, pero aun cuando el desprevenidamente me tomo de esa forma mi
corazón salto chocando contra mis costillas de emoción. La sangre corría
rápidamente por todo mi ser con más fuerza y energía, todo en mi cuerpo se
aceleraba como el motor de un auto.
Mi cuerpo se estremeció
cuando toco la tela suave y acolchonada de la cama, Paris me acostó en la cama
con delicadeza como si yo fuera frágil y delicada. Amablemente él se apartó de mí
y sin apartar mis ojos de París vi como acariciaba
mis tobillos, desataba el nudo de los listones de seda y me quitaba los tacones
con cuidado y concentración. Luego de quitarme los tacones y dejarlos en el
suelo. Comenzó a besar mis tobillos y siguió besando cada parte de mi cuerpo
hasta llegar a la meta. Mis labios. Mis labios temblaban de emoción, pero no se
comparaba con mi corazón quien palpitaba rápidamente.
El silencio era
interrumpido por nuestros latidos ya que su corazón latía de la misma manera
que lo hacia mi corazón.
Él estaba acostado sobre mí,
besándome con lujuria y suavidad. En sus besos olvide el temor, el dolor y
quizás pude querer a Paris después que me entregue a él y no a Romeo como una
vez quise hacer.
Una luz dorada quemaba mi
rostro.
Abrí los ojos.
A mis ojos le costaron
varios segundos adaptarse a la luz de la lámpara, note que la luz provenía de
una lámpara de plata. Recorrí con mis ojos la habitación y supe que no era mi
habitación, pero como había llegado ahí. Los recuerdos inundaron mi mente
rápidamente y recode todo. Una corriente helada recorrió por mi cuerpo y supe
que estaba desnuda en la cama. Lentamente me incorpore y sentí la mano de Paris
agarrar mi brazo derecho.
-¿a dónde vas?- pregunto
con vergüenza en su voz.
Me voltee y lo vi
claramente, sus ojos parecían dolidos y sufridos, pero mi conciencia no
entendía aquel sentimiento.
-No lo sé-. Susurre.
Mi voz sonaba distinta y
rara.
-Quédate- imploro.
Me quede callada sin saber qué
hacer y mis ojos se captaron el sentimiento del dolor y vergüenza.
-Perdóname, no debí comportarme
de esa forma soy un idiota…- Paris comenzó hablar.
-No digas esos- le interrumpí-.
Tú no eres un idiota, yo debí detenerme, quizás alejarme o poner un
alto-suspire-. Yo soy la culpable-. Murmure.
-Me odiare a mi mismo si te
hice daño…- comenzó a decir.
- Tu nunca podrías causarme
el dolor que ya me han hecho- .le asegure con sinceridad, sentí una lagrima de
perla recorrer mi mejilla y Paris la detuvo antes de llegar a mis labio.
-Perdóname-imploro.
-No- dije.
-¿Porque?- pregunto
confundido.
-No hay nada que perdonar
ya que la culpa no es de nadie- le explique.
El suspiro con
tranquilidad.
-¿Qué hora es? –pregunte
con nerviosismo.
-Apenas ha terminado el
atardecer-. Susurro y me volví acostar en la cama.
-Vaya – me limite a decir
sorprendida de lo mucho había dormido.
Mis ojos seguían fijos en
su rostro, aunque yo me mantenía alejada de su cuerpo desnudo. Sin embargo no
era por miedo si no por vergüenza.
-Sabes una cosa- comenzó y
parecía avergonzado.- que a pesar de todo quisiera estar contigo.-susurro Paris
sin apartar los ojos de mi rostro.
-¿Por qué?- pregunte sin
entender sus palabras.
-Siento algo por ti- .respondió
Paris.
-¿Qué es?- demande.
-Amor-respondió.
No quería ser cruel ni
malévola así que soporte la risa.
-Apenas me conoces- le dije
y por un segundo sentí lastima por París.
-Sé cómo te llamas-. Susurro
tranquilamente.
-No es mi nombre verdadero-.
Replique.
-Lo sé- me contesto con
toda naturalidad.
-¿De qué sirve eso?-
pregunte sin comprender.
-Mucho- se limito a
contestar.
Me encogí de hombro si
tener que decir.
Paris se acercó a mí y tomo mi rostro con sus
manos tibias. Su aliento me quemaba el rostro con más fervor que antes y París murmuro
con suavidad:
-Sé que no me amas, pero
con un poco de esfuerzo y tiempo a prenderas a sentir lo mismo que siento yo
por ti-. Me aseguro con una promesa.
-¿Tú crees?- pregunte sin
pensar en las palabras.
-Si -dijo y me sonrió.
-¿Que te hace pensar eso?- exigí
saber.
-Tengo el tiempo del mundo
y una vida entera para curar las heridas que tiene tu corazón, yo tengo el optimismo
de que conmigo podrás olvidar a ese ser que ha roto tu corazón.
Trague hondo ya que recordé
la pesadilla con dolor y espanto.
-¿Quieres
intentarlo?-pregunto Paris con educación.
Me tome mi tiempo para
contestar esa pregunta.
Porque me importaba Romeo
si ya el no seria para mi si no para Rosalinda. Yo tenía el derecho de vivir y
ser feliz, pero si el destino me puso a Paris en el camino que manera para
saber que la suerte seguía estando de mi lado. Paris parecía agradable,
inteligente, atento y caballeroso, se podría contar su bella deslumbrante. Ya
mi corazón estaba roto y Paris era el cardiólogo que el destino me había
encomendado para que curara mi corazón roto y desnutrió por falta de amor y
cariño.
Sabiendo cual era la
respuesta me acerque a Paris y presione mis labios con suavidad en sus labios.
Me aparte con normalidad y el soltó sus manos de mi rostro y me rodeo con su
brazos fuerte y llenos de calor.
-Gracias- susurro
agradecido por mi beso.
-Gracias a ti- le susurre y
cerré los ojos conteniendo las lagrimas.
Había unas cosas terrible y
las podría en numerar con facilidad, pero los más cruel que había hecho era
hacer que un chico tuviera ilusiones conmigo y por primera vez acepte renunciar
a Romeo y a humillarme ante el locamente como sin dudad cualquier chica se atrevería
hacer.
-¿Te tienes que ir? -pregunto Paris.
-Si -dije abriendo los
ojos.
-No quiero…- comenzó a
protestar.
-Si no llego a casa mis
padres se preocuparan mucho y formara un paro nacional-. Le explique y él me soltó.
-¿Puedo llevarte a tu
casa?- pregunto cuándo se incorporaba.
-Supongo que sí-.respondí.
Me incorpore rápidamente y
la sabana se deslizo sobre mi piel hasta caer al suelo, mis ojos capotaron una mancha
de un tono rubí en la sabana.
-¡Oh por dios!- exclame al
ver la sangre.
-¿Qué ocurre?- pregunto
preocupado Paris.
Tome la sabana del suelo y
se la mostré.
-Esta es la mejor forma
para recordar como perdí mi virginidad-. Susurre y Paris me escucho.
-Tú eras virgen.-susurro.
-Si- dije sonrojada por el
tono de su voz- esta fue mi primera vez- le explique.
-Oh-se limito a decir.
-Además no importa, todavía
sigo siendo una virgo-. Dije intentando ser graciosa.
El comprendió mi chiste y soltó
una carcajada apagada.
-Al menos yo sigo siendo un
tauro-. Se limito a decir y me sonroje.
Romeo y París eran tauro.
-Paris no te molesta si me baño-.le
pregunte ya que me sentía sucia y extraña debido a la sangre y el sudor.
-Si- dijo. Se levanto de la cama y se puso uno
pantaloncillo que había en el suelo.
Su cuerpo volvió a impactarme
de una forma dura y penetrante, no podía negar que Paris era muy guapo. En mi
ser sentí las ganas de besarlo y volver a estar en eso brazos grandes y
protectores. Me dio la espalda por un segundo
y pude ver los arañazos ensangrentados que tenía en la espalda.
-París-susurre sonrojada.
-Si- se voltio y me sonrió
y sin contenerse me mostro los surcos pequeños en sus mejillas.
-Tienes sangre en la
espalda-. Susurre sin comprender como se había hecho esa herida notable.
-La próxima vez, contarte
las uñas-. Me aconsejo.
Me ruborice ya que yo fui
quien le hizo daño.
-Ups-balbuce y París
comenzó a reír a carcajada. -, no fue mi intención hacerte daño, es que no
sabía a que aferrarme.
-Ah-dijo y volvió a reír.
Suspire y me mordí el
labio.
Paris me escucho y se
voltio a verme, sus ojos se volvieron frustrado al ver mi rostro sin comprender
nada.
-¿Que?- pregunto.
Me encogí de hombro y me
puse de pies, rápidamente me enrede la sabana alrededor de mi cuerpo intentando
ocultar esas partes que nunca quise que un hombre viera de mi. Camine al baño con tropezones gracias a mis nervios y falta
de reflejos, sin contar que me sentía agotada. El baño fue muy tranquilizador,
pero no evito que derramara lágrimas. Ya fuera de la ducha me prometía a mi
misma que no lloraría frente a Paris. Me puse una bata de baño y salí del baño
en busca de mi ropa. Cuando entre Paris estaba a costado en la cama con la
vista fija en el techo, me sentí preocupada por la expresión de su rostro. Me acosté
a su lado y fije mi vista al techo.
-¿Está bien?- pregunto
nuevamente.
-Si- mentí.
-¿En qué piensas?- pregunto
sin ver mi rostro.
Me mordí el labio.
-Pienso en muchas cosas-. Respondí
-Ummmmmm-murmuro.
Me quede cayada esperando
un comentario de su parte.
-Les agradare a tus
padres-pregunto.
-Claro-me me mordí el
labio-, pero debemos ser un poco cuidadoso.
-Si- susurro Paris.
-Es mejor esperar una o dos semanas y en esas
semanas hablare de ti lo suficiente, que cuando vengas a mi casa mis padres no
estén sorprendidos e incrédulos-.explique siendo un poco optimista.
-Suena bien-. Coincidió.
-¿Dónde vives?-pregunte.
-París-
-¿Como aprendiste hablar
español?-pregunte sin escuchar su asentó europeo.
-Mi madre tiene sangre caribeña
correándole por las venas y ella me enseño hablar correctamente el español-. Explico
Paris.
-¿Dónde está tu prima?-pregunte.
-Isabella está con unos
amigos- explico-, ella es muy inmadura en el sentido que no hace lo correcto...
-Pero tienes que volver, no
se quedaran para siempre en este lugar- lo interrumpí.
-Mis padres están de viaje
y ya termine la escuela-. Me explico.
-Oh-
Paris se incorporo y mi
miro fijamente.
-Te prometo que
funcionara-. Me volvió a prometer y le sonreí para infúndale valor.
-Sé que me odiaras- comente
con naturalidad.
-Jamás-negó este y yo no
dije nada más.
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