miércoles, 23 de enero de 2013

la mujer que nadie tiene capitulo 5


 

Graduación
 

 

Había pasado mucho tiempo desde que hicimos la promesa, tanto tiempo era que solo faltaban dos días para mi graduación de la escuela superior. Romeo y yo  todavía segamos siendo buenos “amigos”. Aunque todo parecía color de rosa, había un problema que nunca se había resuelto. Rosalinda.

 Rosalinda seguía siendo novia de Romeo y no había forma de que los dos terminaran si estaban los negocios de ambas familias de por medio. A pesar de todo eso no impidió que lo que sentíamos Romeo y yo no fuera mágico, pero tenía que compartillo con Rosalinda y eso me hervía la sangre. En ocasiones no me podía llamar ni visitarme porque estaba con ella. Rosalinda estaba siempre con Romeo ambos parecían carne y uña. Había veces que podía pasar un mes sin ver a Romeo por culpa de Rosalinda, cuando Romeo no venia las pesadillas aparecía con más odio y dolor que antes y ahora era catastrófico ya que Rosalinda parecía en ese sueño en el momento que él me arrancaba el corazón. El en sueño podía ver la satisfacción de Rosalinda marcadas en sus ojos y en su sonrisa malévola.

Cuando mi mente vagaba en la noche luego despertar del espeluznante sueño, pensaba si realmente el sueño era una imagen de lo que ocurriría en el futuro. Tan mal será lo que Romeo me hará, seguirá siendo novio de la estúpida de Rosalinda. Me arrancara el corazón sin el mínimo dolor.

Una parte de mi ser sabia que todo era en vano, si era en vano mi único plan B era escapar, si mirar atrás.

-felicidades por tu beca-.me felicito Romeo dos días antes de la graduación.

Era la primera vez en tres semanas que venía a mi habitación a mitad de la noche.

Romeo estaba sentado en mi cama platicándome todo lo que había ocurrido en las tres semanas en el cual él no me vio y yo me mantenía de pie y me cepillaba el cabello precavida a cada palabra.

-Gracias-dije mientras me cepillaba el cabello- y feliz cumpleaños- lo felicite.-. Espero que haya gustado mi regalo-. Le susurre.

-Claro que me gusto- me respondió.- y gracias por obsequiarme la cámara.

-No hay de qué, cuando seas famoso votaras la cámara a la basura-. Dije con una sonrisa tratando de darle valor. Romeo estaba muy nervioso por su aceptación en la escuela de cinematografía.

-Yo nunca haría tal cosa-. Replico ofendido.

 -Vendrás a la ceremonia de mi graduación-. Le pregunte y deje el cepillo en la mesita de noche, cuando me di por vencida y deje mi cabello como melena de león.

-Te prometo que estaré ahí -.me volvió a prometer.

-Si no apareces tendré que llamar a Sebastián para que me lleve al baile por tu falta de memoria -. Dije con un tuno burlón. Cuando Romeo estaba a mí alrededor las risas y sonrisas nacían con más naturalidad.

Era la primera vez en tantos años que mencionaba a Sebastián y que después del percance con Romeo había cambiado radicalmente. Sebastián era amable y encantarado con las chicas, pero conmigo nunca cruzo una palabra. Había escuchado que se había ido a estudiar medicina en Atlanta.

-Aja-sonrió apenas y yo lo note con mucha claridad.

-¿Te tienes que ir?- pregunte al ver su impaciencia en sus ojos.

-si -respondió.

-Oh -suspire.

-¿Que te ocurre?- pregunte por la ansiedad e impaciencia en sus ojos.

-Estoy preocupado -.respondió con su voz suave del cual había cambiado después de terminar la pubertad.

-¿Porque estas preocupado?- exigí saber con el mismo tono preocupado. -, es Rosalinda- adivine rápidamente y asintió con la cabeza. Rosalinda era mi maldición. -. ¿Qué pasa con ella? –pregunte y me senté en la cama.

-Ella está planeando la boda…- Comenzó.

-BODA-grite sin importarme que mis padres entraran a la habitación. - , se supone que lo de ustedes era un simple noviazgo de negocios. Se suponía que la dejaría en momento correcto, no que te fueras a casar con esa pelirroja estúpida-dije con toda la frialdad que pude. -. Es mejor que lo que me estás diciendo sea mentira, porque si la veo deseara nunca haberte conocido-. La ira salió a flote y en mi pecho la leona rujía enojada.

-cálmate Julieta –intento calmarle- no te enoje.

Me puse de pie y me mantuve frente a él.

-¿Que no me enoje? -replique-, porque no debo enojarme- dije con sarcasmos-. Déjame pensar, tengo tres la razones, numero uno- dije mostrando el dedo índice-, te vas a casar con esa estúpida. Numero dos- mostré el pulgar -, tu vas a estar con ella y vivirán felicite para siempre-mostré el dedo del corazón-. Números tres, donde quedo yo, quien me va compensar, a quien debo amar si tu ya no serás para mí. Lo nuestro dejara de ser hermoso desde el momento que digas acepto. Tendrás hijos con ella, serán ricos y triunfaran, pero donde quedo yo. Yo no puedo y jama seré tu amante. No importa cuanto sea el precio me alejare de ti para siempre en el momento en que el sacerdote diga “ahora los nombro marido y mujer” -dije y al mismo tiempo contenía las lagrimas de rabia. -. ¿Dime qué debo hacer Romeo?– le exigí la respuesta y me cruce de brazos.

Él se quedo perplejo y ha tonado.

-No puedo hacer mas nada -dijo con amargura. -, la familia de Rosalinda controlan nuestros bienes y sin yo no me caso con Rosalinda, su familia nos dejara en la calle. No puedo dejar que todo lo que mis padres han trabajado se vaya por la ventana…

-Tu felicidad conmigo y mi corazón debe sufrir por los errores de los adultos-. Replique tan rápido que casi no me entendí.

Él se puso de pie y comenzó hablar con los ojos llenos de seriedad.

-Es un riesgo que debo afrontar -susurro tan bajito que me costó trabajo escucharlo- y todos tenemos que hacer un sacrificio y este es el nuestros.

-Para ti es un sacrificio, para mi es la muerte-. Le dije.

-Eres tan dramática-. Me increpo.

-Tú no eres valiente-dije- y gracias por demostrarme que esperar fue todo un error.

-Un error- repitió enojado.

-Si-afirme- y eso es lo que me demuestra, perdóname por no ser de tu altura. Perdóname por no ser la pelirroja que tu deseas, no tener los ojos verdes y un cabello lacio y brilloso, perdóname por no ser sobresaliente y por ser un fenómeno de circo y más que nada perdóname por amarte-. Le dije y pude ver en sus ojos se volvieron triste y melancólicos.

“Eres un animal y eso nunca cambiara. Solo piensas en ti y no sabes cómo tratar a una mujer y como serle fiel a esta. No eres un hombre solo eres una animal y jamás podrás ser el hombre que una vez quise tener. Yo siempre pensé que éramos nosotros, pero siempre eras tú y solamente tú…

-Perdóname- suplico y me interrumpió.-y hare lo que esté en mis manos…

-Si tienes tus opciones y elegiste esa decisión. Como veo ya no hay marcha atrás y es como yo lo veo, es mejor que no hagas nada por mi-  abrió la boca para interrumpirme y seguí hablando. -. No quiero que con tu lastima me causes más daño. Romeo quiero que sepas que te perdono, pero ante que te vayas quiero algo de ti.

-¿Que quieres?- pregunto.

-Un beso- demande.

Romeo se sorprendió de mi petición, pero aun así me complació. Se acercó a mí y tomo mi rostro con mucha delicadeza. Sus ojos me miraron cautelosamente antes de besarme, fue suave y rápido. Yo no quería que terminara hacia que enrede mis brazos alrededor de su cuello y seguí besando a Romeo. De un momento a otro él se apartó de mi, todavía sosteniéndome el rostro y me observo por un lapso de tiempo del cuan no nos molesto a ninguno de los dos. Se acercó a mí y esta vez me beso en la mejilla y después que se apartó de mi, susurro en mi oído.

-Prometo amarte por la eternidad y prometo estar en la fiesta de la graduación -. Susurro con su voz sensual  que me detuvo el corazón.

Romeo sin tener nada más que decir se fue por la ventana.

Yo me quede donde estaba y me llevo mucho entenderme todo. Me sentía tan mal que ni siquiera me importo acostarme en el suelo y llorar desconsoladamente con dolor, enojo y odio. A pesar que lloraba, el dolor seguía ahí como un cáncer dañando cada parte importante de mí ser. No sé cómo pude detener las lágrimas y cerrar los ojos, sin pensar en la pesadilla que se me vendría en sima.

La luz del sol me despertó, abrí lentamente los ojos y descubrí que estaba en el suelo y con el rostro sudoroso y pegajoso. Me incorpore sin saber cómo llegue al suelo y las imágenes vinieron rápidamente a mí. Sentí una sensación extraña en el estomago del cual me mareaba rápidamente. Mi cabeza comenzó a darme vueltas y me acosté en la cama. Volví a pensar en lo que había ocurrido la noche anterior y esta vez no llore. Ni si quiera tuve que contener la lagrimas, aun que mi corazón  parecía más descompuesto que mis ojos hinchados. Sabía que la vida no era justa y que tenía que afrontar los retos que la vida me ponga. No sé cómo, pero  lo siguiente dos días los pase pasivamente, las pesadilla no me molestaban como antes y ya no lloraba como una maniática. Supe que una parte de mi ser había cambiado ya no era la niña malcriada y tampoco la adolecente antisocial y hoy descubrí que hoy realmente era una mujer. Una mujer que había dejado de ser ignorante e imaginativa. Supe que mi cambio se debía a Romeo y sabia que gracias a él, entendía que hay cosas que nunca se puedes tener y es mejor vivir sin ellas. Las horas pasaban y sabía que este no se detendría hasta que llegara el día de mi graduación

 La claridad del amanecer me despertó con su manto de colores y sus carisias heladas y solo me incorpore para pensar que tenia de emocionante este día.

 Hoy era una mañana de mayo, donde las lluvias no habían cesado. Supe que hoy no sería un día normal si no un día especial, distinto y deseado. Hoy mi iba a graduar, aunque no tuviera mis deseados decimoctavo años, hoy me conformaba con solo tener 17 años. En este momento sería la última vez que estaría con mis compañeros de la escuela.  Unidos por última vez, sabía que la mayoría se irían a las universidades más talentosas , importantes y maravillosas del mundo, la segunda parte iría a instituto de cursos avanzados, la tercer parte se irían exterior a cumplir el sueño americano y la cuarta parte no haría nada más que trabajar y mantener una vida normal sin sacrificio que con llevan a tener una familia, pero para todos sabíamos que era el final de nuestra vida en la escuela y nuestro comienzo fuera de la escuela y una vida alejados de nuestro padres. Con nerviosismos Salí de la cama, me bañe y me arregle muy elegante, no me agrado el color de la toga y el birrete del cual era color amarillo canario. Me mire en el espejo y no encontré ningún cambio en mi más que la tristeza presente en mi rostro. Antes que ocurriera una cosa más en mi cabeza me fui a la estancia donde me esperaban mis padres orgullosos, alegres y alejados de mi perturbación y sufrimiento.

La trayectoria fue larga e interminable, pero cuando llegue al lugar donde se celebraba la ceremonia de graduación tuve que contener las lágrimas, al ver todos mis compañeros vestidos de forma diferente. Ya no vestían de un pantalón negro ni con las camisas de los 3 años anteriores azul, rojo y blanco y con los zapatos que solíamos calzar que siempre en la mayoría no solía combinar con nuestro uniforme, pero yo siempre recordaba los nombres de aquellos zapatos llenos de famas y orgullos para los estudiantes: convers , jordan, Nike y champions. Pero ahora todos vestíamos de vestidos hermosos, ropa de gala, trajes de etiqueta y calzado extrovertido debajo de nuestra patética toga y birrete amarillo canario. Los peinados y maquillajes, me parecían peculiares y extraños.

Volvía soportar la oleada de sentimiento con un suspiro.

Me acomode entre mis compañeros y sonreí ocultando detrás de mis ojos mis preocupaciones y mis miedos.

Los discursos fueron ajenos en el sentido que no capte el mensaje importante solo palabras como “futuro”, “libres”, “orgullo” y “demostrar”, las otras palabras carecían de importancia en mis oídos. Mis ojos se deslizaron en los rostros de mis compañeros, intentando grabar sus rostros en mi memoria. Luego de ver todos los rostros, me fije que la líder del grupo estudiantil Ashley. Ella decía el mismo discurso similar al anterior. Volví a sentirme triste, melancólica y desgraciada. Yo conocía a Ashley desde hace más de seis años y ya no la volvería a ver más que en myspace.com, en facebook.com u otra página de socializar. Había esperado este día y no me había imaginado que resultaría tan horrible esa situación. Mientras yo pensaba y miraba a todos los que estaban en mí alrededor, comenzaron a llamar a los estudiantes por orden alfabético, no obstante cuando mi mente se mantenía en las musarañas había llegado el momento de que yo buscara mi diploma con honor y orgullo.

-Julieta- me llamo mi mejor amigo dos filas alejadas de mí y recordé donde estaba. Fui a buscar el diploma con paso decidido y controlando mis pies para no caer. Me dirigí a donde estaba la directora y tome mi diploma con una sonrisa hipócrita. Luego de alejarme de esa área tormentosa volví a mirar mi mejor amigo y este me lanzo una mirada tranquila y alegre. Camine a los asientos y volví a sentarme juntos a mis compañeros quienes sonreían con la libertad en la mano y con lagrimas en los ojos… bueno no todos llorábamos, si no que conteníamos las lagrimas intentando con mucho esfuerzo no estropearnos el maquillaje en nuestro rostro.

Cuando termino las entregas de premios y los discursos todos lanzamos nuestros viertes al aire y nos abrasamos. No pude evitarlo y varias lágrimas aflojaron de mis ojos  con felicidad y tristeza. Algunos como Raúl, Ricardo, Chary, Carolyn y sin contar otras personas más se abalanzaron sobre mí, algunos como mi gran amigo Raúl me quitaron el aliento con un abraso de oso.

Luego de terminar nos despedimos con alegrías de nuestros padres y nos fuimos en una limosina donde no sabía cómo y de qué modo 23 estudiantes mas el conductor cabían si el menor incomodidad. La algarabía y la música fueron inminentes. Yo me mantuve apartada junto a mis amigas del alma Carolyn y Chary. Carolyn hablaba con su novio y Chalayra secaba las lágrimas en mi rostro con sus delicados dedos.

Cuando llegamos al hotel Caribe Hilton el resto de los estudiantes estaba ahí. Me tranquilice, deje chalayra me arreglara el maquillaje en rostro antes de bajarme de la limosina. La sala de baile donde celebraríamos nuestra fiesta de graduación o más bien  celebraríamos nuestra despedida o libertad, estaba fantástica y fenomenal. La música era lenta y animada en un modo extraño para al gusto de los kakos y rockeros.

 El resto del grupo 12-1 estaba sentado en una mesa apartada de los otros grupos  en una inmensa mesa, todos los presentes charlaban y reían, las voces que sobre salían entre todas era la de Ashley y Kiara. Todos parecían felices, pero no todos. Me senté junto a mis compañeros y espere que Iyeisha  diera su discurso tonto y aburrido antes del inicio de la cena. Nuevamente las palabras carecían de significado en mi mente. La comida estuvo riquísima y espectacular y como la mayoría de las veces compartí mi comida con Raúl ya que no tuve mucho apetito y me estomago no lo soportaría.

Yo había sido la primera en terminar de comer y volví a mirar a todos mis compañeros de clase, pose mis ojos en cada uno de ellos y por un lapso de segundo pensé una cosa buena, cuando me quede mirando a Ralphie lo primero que me vino a la mente era que no importaba que mal estuviera la situación siempre le buscaba el lado positivo aunque fuera estúpido para mí y gracioso para todos, con una sonrisa volví apozar mis ojos en otra persona y me encontré con Raúl.

Raúl siempre había sido delgado a pesar que se comiera toda la comida del mundo nunca engordaba, pero no era eso lo que lo hacía especial. Raúl era el hermano mayor que nunca tuve y quise tener. En los momentos más difíciles él pudo sacar una sonrisa de mi rostro y una risita peculiar y extraña. No importaba lo que tenía que hacer yo siempre quería compensarlo por hacerme feliz cuando nadie podía, aunque me pasara una noche haciéndole un biscocho de tres chocolates diferente, él se lo merecía ya que era un ser de lo más valioso que nadie podía ser para mí. Un gran amigo.

Sonreí cuando Raúl molestaba a Roberto por su gran apetito carnívoro, pero los recuerdos me torturaban la mente y el corazón.

Suspire con nostalgia y Chalayra me escucho.

-Julieta- me llamo al otro lado de la mesa y lo más sorprendente es que la escuche a pesar de la gran voz de José quien le contaba un chiste a Carla.

Alce los ojos cuando la escuche y recorrí los ojos hasta encontrarme con chalayra quien estaba sentada junto a Jennifer y Génesis.

-Si- grite y supe que chalayra no era la única que había escuchado mi suspiro. Jennifer me lanzo una mirada preocupada del cual ignore con vergüenza.

-¿Romeo vendrá?- pregunto ella.

Me encojo de hombro sorprendida de escuchar su nombre, por primera vez en varias horas escuche su nombre y no tuve que oírlo en mi mente ni de mis labios. Romeo no me había llamado desde la última vez que nos vimos, oír su nombre me aruño el corazón con mucho dolor. A pesar del dolor quería verlo aunque fuera por última vez, quería verlo en mi fiesta de graduación y él lo había prometido. Él me había prometido hace tantos años bailar un vals conmigo.

Los nervios cobraron vida y excitación con más fuerza. Había pasado tanto tiempo… bueno horas que no nos veíamos.  Ni siquiera cuando hicimos el pacto no nos vino de la manera en que deberíamos ver nos. Solo éramos adolecentes alocados y lunáticos y ahora éramos un hombre y una mujer con madures y conciencia, aunque uno de los dos no tuviera alma.

Yo Julieta Capuleto no era la chica blancuzca, plana y dientucha de hace años. Ya no usaba bracer y la pubertad hizo que mejorara mi figura haciendo la esbelta, mi piel había cambiado a un tono tostado como la arena con el transcurso del tiempo, mis ojos seguí siendo del mismo color madera quemada y mis hoyuelos de surcos abiertos eran hermosos sin contar con mi nueva dentadura perfecta. Sin contar que ahora vestía de un vestido escotado en la espalda y en el pecho con unos tirantes en mi hombro derecho, dejando el otro hombro izquierdo descubierto al aire libre, un listón me rodeaba la cintura y debajo de mi pecho resaltado este y el listón terminaba en mi espalda con lazo perfecto y hermoso. Mi maquillaje era simple, pero resaltaba con mi atuendo. Un juego de joyas hace que mi belleza fuera impresionante en cada parte de mi cuerpo las orejas, mis muñecas y en mi caluroso cuello, aquellos brazaletes tenia forma de media luna y la cadena tenía un medallón de plata con una luna grabada sobre esta y mi aretes de diamantes brillaban por las brillantes luces del techo. Los tacones de plata que amordazaba con unos tirantes de seda mis tobillo de la misma forma que una zapatillas de ballet, solo que este tenía color plata y no rosa ni blanco. La plata era armadura que me protegía de la misma manera que protegió a Juana de arco.

Me sentí más nerviosa e inquieta de lo que me había sentido en toda mi vida.

-Supongo que Romeo no vendrá-. Respondí alzando la voz luego de meditar las palabras correctas.

-Lo siento mucho Julieta-. Me consoló chalayra y sonreí a media.

-No importa-. Respondí en voz baja y ella me leyó los labios.

Sentí como si alguien me estuviera mirando, pero no le preste atención a ese presentimiento ya que una parte de mi ser no quería volverse paranoica en este momento.

Luego de que el 12-1 terminara de comer, el grupo se disperso por la pista de baile y note que se había duplicado el grupo de personas. La mayoría de las personas que vi eran los amigo o quizás los novios y las novias de los recién graduados.

 Pude ver Kyo atravesando un grupo de chicas parlanchina para venir a nuestras mesa donde solo quedaban poco del 12-1. Me lleve una sorpresa verlo vestido de una forma formal y no imprudente, Kyo vestía de un gabán negro sin corbata y calzaba unos zapatos relucientes. A poca distancia pude ver que este sostenía en su mano derecha una rosa roja sin espina. Sin proponérmelo me voltee a ver a Carolyn que estaba sentada tres asiento lejos de mi sonrojarse como su vestido sin escote y sin manga de una forma a otra me recordaba a un kimono y esta calzaba para mi sorpresa en unos tacones negro menos elevados que los que yo calzaba. Ella se puso de pie y camino como si intentara no caerse al suelo, pero sonriente al ver a su alma gemela. Pasaron los segundos y todos los graduados estaban en la pista de baile bailando y riéndose felices, no todos estaban disfrutando de la fiesta. Yo está sentada en una silla apartada del grupo y de cualquier ser. Me morí de envidia y celos al ver a todos con su pareja sumidos en una burbuja de amor. Enfadada tome mi bolso y con frustración  busque el teléfono, cuando lo encontré marque con rapidez el numero que solía marcar con frecuencia. Espere a que sonara y sonó varias veces, sin ninguna interrupción sonó el buzón de mensaje. Más enojada que hace un segundo guarde el teléfono en el bolso y me cruce de brazos esperando que todo esto fuera un sueño.

Mientras contraía el entrecejo muchos de los que bailaban parecían estar en el cielo, me dolió mucho ver a todos bailando incluyendo Carolyn, Kyo, chalayra con su nuevo novio o más aun ver a Raúl acaramelado con su novia Sandy.

Aburrida y enojada pose mis ojos en chalayra quien bailaba con su novio.

Chalayra parecía la princesa de un cuento de hada, ella tenía el cabello largo, suave y lacio, vestía de un vestido amarillo canario del cual tenia no tenia escote, el vestido era largo y tenia mangas largas y delicadas cubriendo sus hombros, brazos, codos y muñecas. Chalayra calzaba unos tacones simples y sencillos.

Chalayra parecía a Rapunzel.

Cuando perdí de vista a chalayra me fije en Linnette y Rony quienes juntos bailaban para mi sorpresa. Todos parecían más felices que nunca y no como yo que echaba humo por la boca. En mi mente los pensamiento venia y se iban y no se quedaban permanentemente en mi mente por mi enfado…

-¿Quieres bailar? – me pregunto una voz masculina y desconocida en mi oído, pero teniendo esperanza me voltee a ver si era Romeo, pero mi expresión cambio de forma radical al, porque cuando lo vi no era la persona que quería ver.

Antes de responder me limite a observarlo.

Sus ojos eran verdes esmeralda y brillaban bajo la fosforescencia, tenía el cabello castaño, largo y lacio, su cabello tenía un tono dorado como si brillara sin ninguna ayuda del astro rey. Vestía como mis compañeros solo que su ropa de etiqueta parecía verle muy bien a él, ya que su musculatura sobresaltaba de una forma sorprendente y además de su cuerpo capte que tenía una sonrisa tranquila y divertida.  

-¿Qué?-pregunte sorprendida no solo por su belleza de adonis si no porque si dirigía a mí y no a otras chicas.

-¿Quieres bailar?-volvió a preguntar.

-¿Con quién?- pregunte mientras que el chico que tenía delante mí me asesinaba con su sonrisa y quemaba mi enojo.

El alzo una ceja y su sonrisa se hizo más inquietante.

Mi corazón se hubiera detenido si Romeo fuera tan coqueto como el chico que tenía delante de mí.

-Conmigo obvio- susurro y articulo con claridad cada silaba.

Me sonroje y me encogí de hombro con duda.

Quería bailar pero no con ese chico, quería estar en otro lugar, en otro tiempo y con Romeo Montesco. Este día se me había arruinado gracia a su falta de palabra y honor.

Porque seguía como una tonta cuando ya él estaba a punto de encadenarse con Rosalinda, yo tenía el derecho de ser lo que quería, ya que era libre y desdichada. Además un poco de diversión no me aria daño alguno.

-Siempre y cuando no me pizotes - .le susurre con una sonrisa en mi rostro.

-No será un problema-.me contesto y me extendió la mano con educación y caballerosidad, sorprendida y con timidez él tome. El chico me ayudo a ponerme de pie y a guiarme a la pista de baile.

Mis ojos estaban fijos en su rostro hermoso, pero sentí la miradas de mis compañeros clavadas en nosotros a medidas que caminábamos a la pista de baile. Cuando finalmente llegamos, sentí como su mano izquierda se posaba en mi cintura. Nuestros cuerpos se aproximaron en un latido, mi mano izquierda se poso en su hombro y todavía sosteniéndome la mano derecha comenzamos a bailar. El chico de los ojos verdes bailaba el vals conmigo, de una manera caballerosa y moderada. Su mano izquierda nunca bajo ni subió a una parte de mi cuerpo indebidamente. Me sorprendió que el Dj pusiera esa música en semejante fiesta, sabiendo cómo eran los gustos de los kakos. Los kakos enfadados de la música se fueron de la pista de baile dejado solo pocas pajeras.

Mis ojos seguían fijos en él y sus ojos en mí. No pude encontrar ninguna imperfección ni similitud  de esa belleza, sin contar con la sonrisa picara que tenia.

El vals me hacía sentir como una niña de 5 años ya que el joven era quien me guiaba, ya que mi mente estaba desconectada de mi cuerpo. Mi mente intentaba pensar en otra cosa que no fuera Romeo, pero sabiendo que hoy me había arruinado un día especial.

Una lágrima cristalina corrió por mi rostro y el chico se las ingenio para atraparla con la mano izquierda.

-¿Cuál es tu nombre?- pregunto el chico con una voz preocupada, pero aun así divertida.

Me encogí de hombros alagada por su tono de voz.

-Llámame Julieta- respondí.

Soltó una carcajada sencilla y dulce.

-¿Por qué lloras Julieta?– volvió a preguntar el chico.

 Suspire.

-No te ofendas pero se supone que bailaría esta pieza de baile con otra persona- dije y añadí para ser educada. -, pero tú eres un excelente bailarín.

-Gracias-acepto mi alago.

Volví a suspirar, pero esta vez ocultando la nostalgia, no quería ofender al chico que tenía delante de mí y no dije nada mientras bailábamos

-¿novio?- pregunto rompiendo el silencio entre nosotros ya que la música estaba más animada que nunca.

Negué con la cabeza.                                                 

-No sé que era él para mí- dije conteniendo el dolor en mi corazón. –y tampoco sé que yo era para él.

-Oh- se limito a decir mientras me observaba con curiosidad.

-Después de todo soy una tarada y una estúpida…-. Comencé a decir.

-No eres una tarada y tampoco eres una estúpida-. Me interrumpió.

-¿Tú crees?- pregunte sintiéndome como una estúpida.

-Si -respondió el chico con una sonrisa apaga en su rostro.

Sin proponérmelo le sonreí, me sorprendió que hablara con un desconocido de mi vida privada y mis sentimientos. Lo más sorprendente es que el chico de los ojos verdes se mantenía atento, encantador, curioso y supuestamente guapo.

-¿Cuál es tu nombre?- pregunte mientras dábamos una vuelta.

-Llámame París-. Contesto en susurro el chico.

 No pude evitarlo y él tampoco y ambos comenzamos a reír desfrutando de nuestro chiste privado.

-¿Leíste Romeo y Julieta?– pregunte con curiosidad.

El asintió.

-Me sorprende- susurre.

-No te lo reprocho, solo hay pocos que tienen mentes despierta y sin ningún obstáculo-. Murmuro Paris.

-¿Por qué viniste?- pregunte ya que nunca lo había visto en la escuela. Me fije que era más joven que yo a pesar de su estado físico-, ¿tienes a un familiar que se haya graduado?- pregunte.

El negó con la cabeza.

-Vine acompañar a mi prima de vacaciones y aquedarnos unos días aquí-. Respondió Paris.

-¿Cómo pudiste entrar?-pregunte-, esto era una fiesta privada.

Sin decir nada más se acercó a mi oreja y susurro.

-Soborne al guarda para que me dejara entrar-. Explico quemándome con el aliento.

-Vaya-me limite a decir.

París se apartó de mi cuello y sentí como mi corazón saltaba de nerviosismo.

-¿De dónde eres?- pregunte ya que no parecía un adolecente alocado.

-Francia-respondió en francés, pero pude entender lo que me decía.

-¿eres franciscano?-pregunte.

-Si- contesto en español.

-Sorprendente-susurre.

Quien lo diría, yo hablando con un chico guapo e inteligente y que después de todo es europeo.

-Esta hermosa-. Me dijo Paris con sinceridad.

-gracias- agradecí con sinceridad- tu también estas muy guapo, para ser un franciscano.

Sonrió por mi alago.

-Tú eres más hermosa que esas lunáticas -.susurro señalándome con la cabeza a un grupo de chicas parlanchinas.

Yo me eche a reír sin contenerme.

-¿Qué?-pregunto cuándo bailamos cerca de Carolyn y Kyo. Ambos  habían detenido mirarse del uno al otro para vernos. Ver a Paris y Julieta…ya que no era el dúo romántico Romeo y Julieta.

Ignore las miradas confusas, curiosas y acosadoras de mis amigos.

-Mis amigos dice que soy lunática-.le explique cuando nos apartamos de Carolyn y Kyo.

París me observo por un lapso de tiempo y con una sonrisa en el rostro me respondió.

-Tienes un poco de locura, pero creo que compresible-. Acepto mi explicación.

-Gracias- agradecí.

-¿Porque?- pregunto Paris confundido.

-Por bailar conmigo-. Le explique y pose mi cabeza sobre su pecho. Me sentí mal ya que no estaba en los brazos de Romeo, pero aun así me sentí segura de la manera que me no había imaginado. Aunque eso no evito que me sintiera patética y triste.

-Oh- se limito a decir Paris.

Bailamos hasta que la pieza de baile termino.

-¿Quieres algo de tomar?-pregunto París cuando volvimos a la mesa del 12-1.

-Si- acepte teniendo en cuenta que tenía sed.

-Vuelvo en un segundo respondió cuando me dejo frente a la mesa.

Me senté en la silla en que me había sentado, para a aliviar el dolor que nacía en mis pies. Busque en mi bolso y encontré mi celular. En este encontré varias llamadas contando con las de mis amigos, familiares y una de Romeo. No de volví ninguna llamada, solo me limite a revisar el buzo, no había ningún mensaje de voz, pero si un mensaje de texto. Leí cada palabra y las repetí en mi mente.

Querida Julieta:

Espero que no me odies, pero no podre asistir a tu fiesta de graduación.

                                          Te felicita y te pide disculpa: Romeo Montesco

No había un lo siento, un te amo ni una imploración de perdón, más que una oración del cual quemaba mi enojo. La oleada de sentimiento me golpeo fuertemente en el pecho.

-¿Estás bien Julieta?- me pregunto Chris en mi espalda y el olor de su fragancia entro a mi nariz y endulzo mis pulmones.

-Si- mentí mirando hacia otro lado y mis ojos se volvieron a encontrar en Kiara y José quienes bailaban en la pista de baile.

-¿Quieres que me quede contigo?- pregunto.

Negué con la cabeza sin mirarle el rostro a Chris.

-Vete a bailar yo estoy bien-. Le volví a mentir.

-Si necesitas una cosa me avisas y vendré ayudarte-. Murmuro.

Asentí lentamente.

Después ella pude notar su fragancia deliciosa desaparecía con ella.

 Paris llego y me dio una copa de champaña.

 La bebí sin molestarme del sabor amargo.

-¿Quieres salir de aquí? -pregunto París por mi estado extraño.

-Si- respondí mientras guardaba el celular en el bolso.

-Podemos ir a mi habitación -. Me sugirió Paris.

Asentí y sentí mi conciencia rabiosa y sorprendida de mi actitud.

Me puse de pie sosteniendo el bolso con la mano derecha.

-¿Puedo?–pregunto extendiéndome la mano derecha.

Asentí y él me tomo la mano izquierda.

Salimos de ese lugar sin mirar atrás y fuimos a una habitación lujosa.

Me morí de la vergüenza cuando vi la cama de la habitación.

Mi conciencia sabia una cosa que yo ignoraba.

Sabía que me había metido en problema del cual no tendría escapatoria.

Deje en una mesa mi bolso, me mantuve de pie y alejada de la cama, mientras que Paris se mantenía de pie.

-¿Qué edad tienes? Pregunte con curiosidad.

-16 años -respondió mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en la cama.

Mis ojos se abrieron sorprendidos y Paris lo noto.

-Sorpréndete- inquirió Paris.

-Si- murmure.

Me sonrió.

-¿Estas mejor?- me pregunto Paris y se aflojo la corbata del cual tenía un nudo perfecto.

-No lo sé -. Respondí sintiéndome fatal al recordar lo sucedido.

 

-Hay veces que el pasado se puede olvidar, pero no pueden olvidar las heridas marcadas en el corazón-. Susurro Paris.

-Aja- murmure y después suspire.

-A demás yo no quiero verte así- dijo y se acero hacia mi- sonríe- me ordeno.

Le sonreí involuntariamente.

El me observo por un segundo sosteniéndome la mirada, se acercó más de lo hubiera hecho un desconocido y por un segundo vacilo, vacilo de la manera que Romeo nunca hubiera vacilado. París vacilo de una manera extraña como si deseara hacer una cosa que no estuviera permitido ni fuera caballeroso.

 Todavía sosteniendo mi mirada se acercó a mí y presiono sus labios sobre los míos, sentí la emoción y la lujuria en sus labios rosados. Al principio no supe de forma cierta que ocurría, pero cuando mi mente proceso lo que estaba ocurriendo, mi cuerpo estaba actuando contra mi mente y mi conciencia.

Rodee mis brazo alrededor de su cuello y seguí besándolo con la misma pasión que nunca había demostrado. Sentí como sus manos se recorrían mi cuello, mis hombros y se detenían en mi espalda, pero sus manos no se apartaron de mi espalda, sentí como desataba el lazo que tenía en la espalada. Aunque estuviera besándolo no sabía que ocurría luego, sin detenerme deje que su lengua entrara a mi boca y jugara con mi lengua sin importar lo que en mi mente pasara. Aunque mi mente y conciencia estuviera fuera de control, aunque mi cuerpo estuviera actuando de una forma inaceptable no evito que mis oídos escuchara el sonido de la bragueta de mí vestido deslizarse hasta su punto de inicio. El vestido se deslizo sobre mi cuerpo y cayó al suelo, un aire frio recorrió mi cuerpo.

Me aparte de París bruscamente.

Sin contenerme comencé a respirar frenéticamente.

-Lo siento-. Se disculpo Paris.

Lo mire por un segundo y volví acercarme sin importarme nada más.

-Al carajo- masculle.

Me acerque a él, cerré los ojos en el instante que presionaba mis labios sobre los suyos. Ciegamente deslice mis manos sobre la corbata, la desate completamente y deje cayera al suelo. No solo mis manos se movían, las manos de Paris acariciaba todo mi cuerpo desde la parte más sensible a la más tensa.  París dejo de besarme en los labios y comenzó a besarme en el cuello y en los hombros dejando un cosquilleo sobre la piel. Yo estaba semis desnuda frente a un chico que desconocía, ningún hombre me había visto en ropa interior.

Abrí los ojos y me concentre en París y no en mí.

 Mis dedos temblorosos por la emoción desabrocharon cada botón de su camiseta hasta dejar al aire libre su mi pecho y abdomen al descubierto. Paris dejo de basarme, amablemente se apartó de mí y se quito su camiseta del cual toco suavemente el suelo. Aproveche esa milésima de segundos para tomar aire puro por la boca, sin apartar mis ojos del él.

 Paris parecía muy emocionado como yo, rápidamente me tomo en su brazo después que su camiseta cayera al suelo, después me cargo como una bebe y me llevo a la cama. Mis ojos no se habían apartado de él, pero aun cuando el desprevenidamente me tomo de esa forma mi corazón salto chocando contra mis costillas de emoción. La sangre corría rápidamente por todo mi ser con más fuerza y energía, todo en mi cuerpo se aceleraba como el motor de un auto.

Mi cuerpo se estremeció cuando toco la tela suave y acolchonada de la cama, Paris me acostó en la cama con delicadeza como si yo fuera frágil y delicada. Amablemente él se apartó de mí y sin apartar mis ojos  de París vi como acariciaba mis tobillos, desataba el nudo de los listones de seda y me quitaba los tacones con cuidado y concentración. Luego de quitarme los tacones y dejarlos en el suelo. Comenzó a besar mis tobillos y siguió besando cada parte de mi cuerpo hasta llegar a la meta. Mis labios. Mis labios temblaban de emoción, pero no se comparaba con mi corazón quien palpitaba rápidamente.

El silencio era interrumpido por nuestros latidos ya que su corazón latía de la misma manera que lo hacia mi corazón.

Él estaba acostado sobre mí, besándome con lujuria y suavidad. En sus besos olvide el temor, el dolor y quizás pude querer a Paris después que me entregue a él y no a Romeo como una vez quise hacer.

Una luz dorada quemaba mi rostro.

Abrí los ojos.

A mis ojos le costaron varios segundos adaptarse a la luz de la lámpara, note que la luz provenía de una lámpara de plata. Recorrí con mis ojos la habitación y supe que no era mi habitación, pero como había llegado ahí. Los recuerdos inundaron mi mente rápidamente y recode todo. Una corriente helada recorrió por mi cuerpo y supe que estaba desnuda en la cama. Lentamente me incorpore y sentí la mano de Paris agarrar mi brazo derecho.

-¿a dónde vas?- pregunto con vergüenza en su voz.

Me voltee y lo vi claramente, sus ojos parecían dolidos y sufridos, pero mi conciencia no entendía aquel sentimiento.

-No lo sé-. Susurre.

Mi voz sonaba distinta y rara.

-Quédate- imploro.

Me quede callada sin saber qué hacer y mis ojos se captaron el sentimiento del dolor y vergüenza.

-Perdóname, no debí comportarme de esa forma soy un idiota…- Paris comenzó hablar.

-No digas esos- le interrumpí-. Tú no eres un idiota, yo debí detenerme, quizás alejarme o poner un alto-suspire-. Yo soy la culpable-. Murmure.

-Me odiare a mi mismo si te hice daño…- comenzó a decir.

- Tu nunca podrías causarme el dolor que ya me han hecho- .le asegure con sinceridad, sentí una lagrima de perla recorrer mi mejilla y Paris la detuvo antes de llegar a mis labio.

-Perdóname-imploro.

-No- dije.

-¿Porque?- pregunto confundido.

-No hay nada que perdonar ya que la culpa no es de nadie- le explique.

El suspiro con tranquilidad.

-¿Qué hora es? –pregunte con nerviosismo.

-Apenas ha terminado el atardecer-. Susurro y me volví acostar en la cama.

-Vaya – me limite a decir sorprendida de lo mucho había dormido.

Mis ojos seguían fijos en su rostro, aunque yo me mantenía alejada de su cuerpo desnudo. Sin embargo no era por miedo si no por vergüenza.

-Sabes una cosa- comenzó y parecía avergonzado.- que a pesar de todo quisiera estar contigo.-susurro Paris sin apartar los ojos de mi rostro.

-¿Por qué?- pregunte sin entender sus palabras.

-Siento algo por ti- .respondió Paris.

-¿Qué es?- demande.

-Amor-respondió.

No quería ser cruel ni malévola así que soporte la risa.

-Apenas me conoces- le dije y por un segundo sentí lastima por París.

-Sé cómo te llamas-. Susurro tranquilamente.

-No es mi nombre verdadero-. Replique.

-Lo sé- me contesto con toda naturalidad.

-¿De qué sirve eso?- pregunte sin comprender.

-Mucho- se limito a contestar.

Me encogí de hombro si tener que decir.

 Paris se acercó a mí y tomo mi rostro con sus manos tibias. Su aliento me quemaba el rostro con más fervor que antes y París murmuro con suavidad:

-Sé que no me amas, pero con un poco de esfuerzo y tiempo a prenderas a sentir lo mismo que siento yo por ti-. Me aseguro con una promesa.

-¿Tú crees?- pregunte sin pensar en las palabras.

-Si -dijo y me sonrió.

-¿Que te hace pensar eso?- exigí saber.

-Tengo el tiempo del mundo y una vida entera para curar las heridas que tiene tu corazón, yo tengo el optimismo de que conmigo podrás olvidar a ese ser que ha roto tu corazón.

Trague hondo ya que recordé la pesadilla con dolor y espanto.

-¿Quieres intentarlo?-pregunto Paris con educación.

Me tome mi tiempo para contestar esa pregunta.

Porque me importaba Romeo si ya el no seria para mi si no para Rosalinda. Yo tenía el derecho de vivir y ser feliz, pero si el destino me puso a Paris en el camino que manera para saber que la suerte seguía estando de mi lado. Paris parecía agradable, inteligente, atento y caballeroso, se podría contar su bella deslumbrante. Ya mi corazón estaba roto y Paris era el cardiólogo que el destino me había encomendado para que curara mi corazón roto y desnutrió por falta de amor y cariño.

Sabiendo cual era la respuesta me acerque a Paris y presione mis labios con suavidad en sus labios. Me aparte con normalidad y el soltó sus manos de mi rostro y me rodeo con su brazos fuerte y llenos de calor.

-Gracias- susurro agradecido por mi beso.

-Gracias a ti- le susurre y cerré los ojos conteniendo las lagrimas.

Había unas cosas terrible y las podría en numerar con facilidad, pero los más cruel que había hecho era hacer que un chico tuviera ilusiones conmigo y por primera vez acepte renunciar a Romeo y a humillarme ante el locamente como sin dudad cualquier chica se atrevería hacer.

 -¿Te tienes que ir? -pregunto Paris.

-Si -dije abriendo los ojos.

-No quiero…- comenzó a protestar.

-Si no llego a casa mis padres se preocuparan mucho y formara un paro nacional-. Le explique y él me soltó.

-¿Puedo llevarte a tu casa?- pregunto cuándo se incorporaba.

-Supongo que sí-.respondí.

Me incorpore rápidamente y la sabana se deslizo sobre mi piel hasta caer al suelo, mis ojos capotaron una mancha de un tono rubí en la sabana.

-¡Oh por dios!- exclame al ver la sangre.

-¿Qué ocurre?- pregunto preocupado Paris.

Tome la sabana del suelo y se la mostré.

-Esta es la mejor forma para recordar como perdí mi virginidad-. Susurre y Paris me escucho.

-Tú eras virgen.-susurro.

-Si- dije sonrojada por el tono de su voz- esta fue mi primera vez- le explique.

-Oh-se limito a decir.

-Además no importa, todavía sigo siendo una virgo-. Dije intentando ser graciosa.

El comprendió mi chiste y soltó una carcajada apagada.

-Al menos yo sigo siendo un tauro-. Se limito a decir y me sonroje.

Romeo y París eran tauro.

-Paris no te molesta si me baño-.le pregunte ya que me sentía sucia y extraña debido a la sangre y el sudor.

 -Si- dijo. Se levanto de la cama y se puso uno pantaloncillo que había en el suelo.

Su cuerpo volvió a impactarme de una forma dura y penetrante, no podía negar que Paris era muy guapo. En mi ser sentí las ganas de besarlo y volver a estar en eso brazos grandes y protectores. Me dio la  espalda por un segundo y pude ver los arañazos ensangrentados que tenía en la espalda.

-París-susurre sonrojada.

-Si- se voltio y me sonrió y sin contenerse me mostro los surcos pequeños en sus mejillas.

-Tienes sangre en la espalda-. Susurre sin comprender como se había hecho esa herida notable.

-La próxima vez, contarte las uñas-. Me aconsejo.

Me ruborice ya que yo fui quien le hizo daño.

-Ups-balbuce y París comenzó a reír a carcajada. -, no fue mi intención hacerte daño, es que no sabía a que aferrarme.

-Ah-dijo y volvió a reír.

Suspire y me mordí el labio.

Paris me escucho y se voltio a verme, sus ojos se volvieron frustrado al ver mi rostro sin comprender nada.

-¿Que?- pregunto.

Me encogí de hombro y me puse de pies, rápidamente me enrede la sabana alrededor de mi cuerpo intentando ocultar esas partes que nunca quise que un hombre viera de mi. Camine al baño  con tropezones gracias a mis nervios y falta de reflejos, sin contar que me sentía agotada. El baño fue muy tranquilizador, pero no evito que derramara lágrimas. Ya fuera de la ducha me prometía a mi misma que no lloraría frente a Paris. Me puse una bata de baño y salí del baño en busca de mi ropa. Cuando entre Paris estaba a costado en la cama con la vista fija en el techo, me sentí preocupada por la expresión de su rostro. Me acosté a su lado y fije mi vista al techo.

-¿Está bien?- pregunto nuevamente.

-Si- mentí.

-¿En qué piensas?- pregunto sin ver mi rostro.

Me mordí el labio.

-Pienso en muchas cosas-. Respondí

-Ummmmmm-murmuro.

Me quede cayada esperando un comentario de su parte.

-Les agradare a tus padres-pregunto.

-Claro-me me mordí el labio-, pero debemos ser un poco cuidadoso.

-Si- susurro Paris.

 -Es mejor esperar una o dos semanas y en esas semanas hablare de ti lo suficiente, que cuando vengas a mi casa mis padres no estén sorprendidos e incrédulos-.explique siendo un poco optimista.

-Suena bien-. Coincidió.

 -¿Dónde vives?-pregunte.

-París-

-¿Como aprendiste hablar español?-pregunte sin escuchar su asentó europeo.

-Mi madre tiene sangre caribeña correándole por las venas y ella me enseño hablar correctamente el español-. Explico Paris.

 -¿Dónde está tu prima?-pregunte.

-Isabella está con unos amigos- explico-, ella es muy inmadura en el sentido que no hace lo correcto...

-Pero tienes que volver, no se quedaran para siempre en este lugar- lo interrumpí.

-Mis padres están de viaje y ya termine la escuela-. Me explico.

-Oh-

Paris se incorporo y mi miro fijamente.

-Te prometo que funcionara-. Me volvió a prometer y le sonreí para infúndale valor.

-Sé que me odiaras- comente con naturalidad.

-Jamás-negó este y yo no dije nada más.

 

 

 

 

 

 

   

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