miércoles, 23 de enero de 2013

la mujer que andie tiene capitulo 2


Un corazón roto
 
 
 

 

Quiero detenerme pero no puedo detenerme, sabiendo que mi conciencia me dice que no hay marcha atrás. No obstante camino entre dos filas  de rostros conocidos, No importa cuánto camine nunca llegaba al final. Me invade una holeada de dolor y desesperación del cual me paraliza la poca respiración, pero no es suficiente para que yo me detuviera y diera marcha atrás...sigo caminando con paso decidido, pero esta vez con más dolor y tristeza que hace un segundo, sigo caminando y sostengo una bandeja de plata y resisto el impulso de ver lo que llevo sobre esta. Continúo mantenido el paso y unas lágrimas saladas corren por mi rostro de arena, con lágrimas en el rostro, con una visión nublosa puedo distinguir a lo lejos a una persona…

Esa persona que años anteriores hacía saltar mi corazón de una forma olímpica, quien hacía que la sangre fluyera con mas vergüenza y pena por mis mejillas, la persona a la que desearía que me dijera te amo y no de la manera en que lo hace mis padres o un héroe de película, si no él te amo que haría que mi corazón se detuviera de un salto y me haga sentir en el cielo por un segundo.

 Su cabello negro azabache ondeaba de forma majestuosa, su rostro seguía siendo hermoso, adorable y espectacular como siempre había recordado, pero lo único diferente que capte en él fue la fosforescencia de sus ojos. A larga distancia sus ojos parecía malignos y si ningún rastro de cariño por mí. Él no era el chico que yo conocía, él era un adolecente al casando con cada año la adultez.

Súbitamente sentí un dolor abrasador en  mi pecho, sus ojos me miraban con odio, pero comenzó a sonreírme  como si gozara de un chiste privado. Seguí caminado hacia él con paso decidido, queriendo saber por qué tenía aquella expresión. Las lágrimas parecían tener más fluidez a cada paso que daba y al igual que el dolor de mi pecho. No solo el dolor estaba presente, también comenzaba a nacer una desesperación que me agobia. Comencé a correr  con desesperación hacia donde él estaba esperándome y los rostros parecían borrosos y desconocidos .a pesar que corría seguía sosteniendo la bandeja y esta se adaptaba al ritmo que yo iba corriendo. Me sorprendió que no tropezara, a pesar de lo nublada que estaba mi visión.

Por fin…

Con el corazón palpitándome como loco, el sudor corriendo por mi rostro y al igual que las lagrimas que corría como ríos voluminosos. El me esperaba con los brazos cruzados y gozando de mi estado patético e histérico. Volvió a sonreír mostrándome su sonrisa coqueta al ver que jadeaba y lloraba. Su sonrisa no me dio sosiego, si no un escalofrió que corrió toda mi espina dorsal en menos de un minuto. Quise voltearme y ver aquellos rostros felices, sonrientes y maliciosos, esperando un suceso emocionante, pero mis ojos no se apartaron de Romeo Montesco.

 Intente hablar, pero de mi boca ningún sonido salió.

El sí pudo hablar.

-hola Julieta-me saludo.

Asentí.

-¿Tu me amas? -pregunto con una voz sensual y desconocida.

 La sensualidad de su voz me arranco el aliento y las lagrimas. A que venía esa pregunta y porque me preguntaba eso ahora

Al no poder hablar asentí con sinceridad ya que no tenía sentido tener que mentir y el continuo.

-Pues yo realmente no te amo -Me dijo con sinceridad, frialdad, malicia y sin ningún rastro de amor por mí. Bajo la mirada  y tomo un objeto de la charola del cual yo no me había fijado. El alzo el cuchillo, me lo mostro y en ese segundo pude ver el fulgor de sus ojos reflejarse en el.-, ya tu no necesitas un corazón rotos del cual está en patéticas condiciones- clavo con fuerza contra mi pecho.

El grito que lance rompió el silencio.

Fue inevitable, las lagrimas corrían por mi rostro con mas intensadas que antes. Solté la charola y comencé a forcejear, para que él se apartara de mí  y yo poder sacar aquella arma blanca de mi pecho. Eso fue inútilmente, él era más fuerte que yo, así que mi lucha no sirvió de nada, mas aun mi lucha no evito que el dolor quebrantara mi alma o que yo dejara de llorar.

El me observaba con fascinación al igual que el público que estaba alrededor de mí. El disfrutaba del espectáculo, pero sus ojos deseaban  ver más agonía, dolor, sufrimiento y tortura en mí, con un repentino movimiento de su mano derecha giro y abrió mas la herida haciendo una abertura en mi pecho. La sangre Coria por mi pecho hasta llegar a mis pies e inundar al suelo. Sus ojos brillaron de excitación  al ver mi corazón palpitando débilmente ante la muerte.

Volví a gritar.

Seguí gritando y luchando  contra él con la poca fuerza que tenía en ese infierno y llorando como una estúpida, patética damisela. Implore con los ojos deseando que volviera en si e intentara salvarme para estar juntos, pero no sirvió de nada. La audiencia seguía inmóvil y fascinada, pero si involucrase en espectáculo sangriento.

El dolor corrió por todo mi ser, cuando ya se estaba aburriendo Romeo saco el cuchillo de mi pecho y con la mano libre se aferro de mi débil corazón. Sentí como el piso temblaba, pero no era el piso sino era yo quien temblaba y luchaba para salir con vida de ese maldito lugar. Volví a gritar intentado pronunciar su nombre, pero fue  cuando ya el final llegaba. El cerró con fuerza su mano alrededor de mi corazón y arranco con fuerza y bruscamente mi órgano vital. Me aferre a él cuando grite con el poco oxigeno y energía que tenía en mi ser.

-Ya no te haremos falta -. Susurro y me beso en mis labios, como el beso de Judas.

Volví a mirarlo con imploración.

Claro que lo necesitaba a él y a mi corazón, no me importaba si estaba roto, sin esas dos cosas importantes yo no era nada. Buena ya no era nada, las dos cosas más importantes en mi vida me abandonaban bruscamente por una corriente maligna y cruel.

Prefería morir, pero no de esa manera si no morir anciana rodeada de nietos y junto a él en nuestro momento más anejos, pero no morir de esa manera…

El seguía frente a mí sosteniendo mi corazón, mostrando una sonrisa malévola, celestial y adorable.

Implore nuevamente con los ojos buscando ayuda, pero nada bueno ocurrió después que yo cayera el suelo y mi sangre inundara el suelo.

El amor de mi vida apretó con fuerza aquel órgano que ya había estando en mí, reduciéndolo en ceniza grises este. Todo acabo fue el final de todo, el final de mi vida, el final del amor, el final de la amistad, el final de la espereza de seguir viviendo y de lo más importante el final del amor.

 No había marcha atrás si no un final infeliz con un corazón roto.

                                 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario